Por: Laura Cano Periodista – Pares
En las últimas semanas tuvieron lugar dos hechos que ponen en cuestión, entre otras cosas, el papel de los medios de comunicación, de la fuerza pública, de los organismos que deben velar por la seguridad y convivencia frente a casos de la llamada “justicia por mano propia”.
El primero de estos ocurrió en Cúcuta, Norte de Santander, en horas de la madrugada del domingo 3 de octubre, cuando un joven de 21 años, identificado como Jefferson Andrés Navarro Rueda, ingresó a un billar de la ciudad intimidando con un arma de fuego a los allí presentes con el fin de cometer un robo en el establecimiento. En medio de esta acción, el joven se habría acercado a una de las mesas del lugar, en donde se encontraban cuatro hombres, uno de ellos, durante un descuido de Jefferson Andrés Navarro, intentó desarmarlo. Posteriormente, un disparo de arma de fuego habría impactado a una de las personas que se encontraban en el establecimiento comercial, lo que llevó a que las personas presentes también intentaran desarmar al joven, quien luego de esto habría sido linchado. Tras la golpiza, recibió dos disparos que le causaron la muerte.
Ante lo ocurrido, la familia de Jefferson Navarro emitió un comunicado protestando por la justicia a mano propia que tomaron las personas que se encontraban en el billar. En la carta compartida expresaron, respecto a lo sucedido, que “Ese niño sin ninguna experiencia de la forma más infantil y manipulado por diferentes actores quiso jugar sin medir las consecuencias de sus actos. Es sostenido por 7 hombres en un billar-pool del barrio Las Américas, mientras uno de ellos le disparaba a quemarropa 3 tiros, los demás lo golpean sin parar una y otra vez, al no sentirse satisfechos estos 7 hombres le clavaron los tacos como estacas haciéndole más de 30 heridas en su cuerpo”. De acuerdo a esta denuncia que hicieron sus allegados, mientras esto sucedía y Jefferson pedía clemencia, la gente gritaba para que llegara la Policía, sin embargo, finalmente habría sido asesinado. “Y lo más escalofriante es que muchas personas por redes sociales aplauden la muerte y colocan como héroes a estos 7 hombres que lincharon a Jefferson”, expresó su familia en el comunicado.
A esto agregaron que: “el linchamiento en pleno siglo 21 debe ser castigado, ya que colocarla como propuesta de solución sería regresarnos a la Edad Media y a tiempos remotos donde la sociedad era totalmente primitiva en estos aspecto”.
Mientras la familia de Jefferson exigía justicia, en otro punto de Colombia un hecho similar ocurría una semana después. Este suceso tuvo lugar en Tibú, también en Norte de Santander, en donde dos jóvenes entraron a un establecimiento de venta de ropa, en el cual, presuntamente, pretendían cometer un robo. No obstante, ambos fueron descubiertos y retenidos por la comunidad con el objetivo de entregarlos a la Policía.
Sin embargo, los dos muchachos aparecieron muertos horas después en la vía que conduce a El Tarra, en el sector conocido como Barrio Largo, y con carteles que decían “ladrones”. Según lo revelado en el medio La Opinión, “Cuando se disponían a sacarlos del local donde los habían atrapado, aparecieron dos hombres, uno vestido con yin y buzo rojo y otro de yin y camiseta negra, portando armas, que les obligaron a entregarles a los dos jóvenes. (…) Ese momento también quedó grabado en unas cámaras de seguridad, donde se observa cuando los desconocidos les apuntan a la cabeza a las víctimas para que caminen hasta donde habían dejado unas motos y se las llevaron”.
En la información divulgada por el medio, también, se indica que fuentes en el lugar de los hechos aseguraron que “llamaron en repetidas oportunidades a la Policía para que llegara a aprehender al menor de edad y a su cómplice, pero no les respondieron. Además, hay personas que señalaron que los hombres armados pasaron por el frente de la estación de Policía con las dos víctimas, sin que hubiese una reacción por algún uniformado. A raíz de todo esto, esas personas que detuvieron a los jóvenes y que pretendían entregárselos a las autoridades por el robo, hoy están asustadas, porque saben que por un lado tienen a las autoridades buscándolas y por el otro, ese grupo armado ilegal podría tomar represalias contra ellas”. Según lo que se ha conocido, se presume que el grupo responsable del asesinato de estos dos menores serían las disidencias del Frente 33 de las FARC.
“Esto denota la ausencia de las capacidades del Estado para proveer justicia. Se ha perdido la confianza en las instituciones por parte de la población. Esto es mucho más evidente en zonas que han estado permeadas por situaciones de violencia, lo que hace más compleja la situación. En el caso de Tibú, por ejemplo, hay rezagos de paramilitarismo y de la administración de justicia ajena a los mecanismos institucionales que existen para este fin. En Cúcuta, por su parte, hay una raíz de violencia incrustada en varias zonas de la ciudad, precisamente porque el Estado no ha sido capaz de copar esos vacíos”, concluyó al respecto Isaac Morales, coordinador de la Línea de Seguridad Urbana y Crimen Organizado de la Fundación Paz & Reconociliación (Pares).
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