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Vicky Dávila o las ventajas de ser una outsider

  • Foto del escritor: Redacción Pares
    Redacción Pares
  • 2 jun
  • 4 Min. de lectura

Por: Redacción Pares



Durante los ocho años que duró el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el presidente tuvo una gran aliada: Vicky Dávila. Es difícil encontrar a alguien con tanto carisma, convicción y naturalidad para presentar una noticia en televisión, para comunicar. Ella, además de ser la presentadora de Noticias RCN, tenía a su cargo una sección: La cosa política. En ese momento, RCN no había caído en el marasmo de rating en el que están estancados desde 2018. No, en la primera década de este siglo, la popularidad de RCN era proporcional a la buena imagen de Uribe. Así que, desde La cosa política, se exaltaban las virtudes de un gobierno que llegó a tener 70% de popularidad.


El ritmo con el que Vicky fue ascendiendo en Noticias RCN fue meteórico. Una de las primeras veces que apareció en televisión fue durante el terremoto de Armenia, en 1999, más de trescientos muertos y un país acostumbrado a las transmisiones en vivo de las tragedias más devastadoras. Vicky demostró en su reportería su innata capacidad para comunicar. Esto ha hecho que otros periodistas en el mundo, como Boris Johnson en Inglaterra y en Colombia Juan Manuel Santos y Andrés Pastrana, consiguieran la presidencia. Aunque acá hay una diferencia muy grande, Vicky no pertenece a la élite bogotana, no es hija de presidentes ni su familia es dueña de un gran periódico. No, ella nació en Buga, en 1973, en sus años juveniles soñaba con ser cantante, no de ópera precisamente, pero sí de rancheras. Se animó, ganó varios concursos, y a veces se tienta desde su casa y lanza algún video exitoso cantando algún clásico de Paola Jara o Ana Gabriel.


En un país dominado por una estructura tan rígida como la que manejan sus élites, el periodismo y la política son dos efectivos ascensores sociales. Vicky subió como cohete y cayó como coco. En 2016, justo cuando estaba en culmen de su carrera, decidió lanzar un video comprometedor entre un viceministro de Santos y un policía. El video revelaba que el viceministro le pagaba por sexo al funcionario. Dávila pensó que esta podría ser la prueba reina que existía dentro de la policía un grupo llamado La comunidad del anillo. El escándalo alcanzó ribetes inusuales y llegó a estudiarse en las facultades de comunicación. ¿Era válido legalmente mostrar al viceministro Carlos Ferro en el estado en el que estaba? Apareció entonces la presión del gobierno de Juan Manuel Santos al grupo Ardila para sacar a Vicky de la FM. La FLIP denunció las presiones que recibían Vicky y su equipo. Al final, el hilo se rompió y la reina de la sintonía tenía que irse de La FM.


Fue un momento durísimo. El apellido de su esposo, Gnecco, empezó a ser un peso para ella. Mientras recuperaba su prestigio, Vicky abrió un canal en YouTube teniendo visitas hasta de 2 millones de personas. Julio Sánchez, sobre 2018, decide darle la franja del mediodía en La W Radio, una franja que esa emisora creía tener perdida. Pero Vicky la revitalizó. Entrevistas como la que le hizo al excongresista Musa Besaile fueron altamente taquilleras. En 2019, el grupo Gilinski le compró la mayoría accionaria a Felipe López de la Revista Semana, máximo referente del periodismo nacional. Un año después Vicky Dávila aterrizaba allí. Empezó una confrontación que ella, años después, ha calificado de una reacción de la élite del periodismo contra una mujer humilde de Buga. El éxodo de periodistas de la revista fue una reacción que puede calificarse como exagerada. En plena pandemia, la renuncia masiva de la vanguardia de Semana le quitaba titulares al todopoderoso covid. Después de un breve paso por la dirección de la revista, por parte de Ricardo Calderón, Vicky asumió el cargo y todo cambió.


La polémica fue constante. ¿En qué se había convertido la revista Semana? El objetivo de Gabriel Gilinski era convertirla en el nuevo Fox News, que fuera más una agencia de noticias con videos a través de internet que una revista. El foco también cambió. Decir que la revista empezó a tener un sesgo político era evidente. Cualquier entrevista que hacía a través de redes sociales Vicky, se viralizaba. La victoria de Petro en 2022 definió aún más su línea editorial.


Durante dos años se habló de la posibilidad de que Vicky dejara el periodismo para abordar el barco de la candidatura presidencial. Su rostro era conocido por millones de personas en todo el país. Posicionar su imagen era algo fácil, ya hacía parte del inconsciente colectivo. El 22 de noviembre de 2024, y a pesar de haberlo negado una y otra vez, Vicky anunció que estaría en el partidor de la carrera a la presidencia. No ocultó que seguiría los senderos de Trump y Milei, dos casos exitosos de outsiders que pudieron llegar a las presidencias de sus países. Incluso uno de sus asesores económicos, el chileno Alex Kaiser, es uno de los gurúes a los que el errático presidente argentino le consulta constantemente.


En las encuestas está equiparada con Gustavo Bolívar. Ha criticado abiertamente al candidato uribista, Miguel Uribe Turbay y no pretende pasarse a las huestes del Centro Democrático en donde, a excepción de su líder, Álvaro Uribe, no es muy bien vista. Se irá por firmas. En realidad, puede hacer lo que sea porque tiene dos apoyos contundentes, el económico por parte del grupo Gilinski —hubo analistas que llegaron a creer que Vicky solo era una tapadera para Gabriel Gilinski, quien podría haber contemplado la posibilidad de aspirar él mismo a la presidencia— y los medios de comunicación colombianos. Va a ser difícil que, de acá a junio de 2026, cuando se realizaría la segunda vuelta presidencial, exista un medio que la vaya a fustigar. Igual, tiene una ventaja sobre el resto de sus competidores: no ha ejercido un cargo público. Habrá escándalos, por supuesto, le sacarán en cara lo sesgada que fue como periodista, pero, esto no es un crimen, es tan solo una cuestión de criterio. Lo único cierto es que nunca una outsider había estado tan bien posicionada para ser presidente de Colombia.

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