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Una entrevista crucial

Por: Guillermo Linero

Escritor, pintor, escultor y abogado de la Universidad Sergio Arboleda


Los colombianos y colombianas que hemos observado con atención, o desenfado, a los gobiernos de los últimos 40 años, sabemos que sus protagonistas representan y son responsables, mala o buenamente, de la convulsión que caracteriza a esas cuatro décadas de violencia guerrillera, violencia paramilitar y descomposición social.

Cuatro décadas en las que las riendas del civismo las llevaron los jinetes de la cocaína, los capos de la marihuana, los traficantes de armas y los patrones del sicariato y, desde luego, las llevaron los políticos y los gobernantes corruptos. Una sarta de personajes que instauró una contagiosa moda de malos modales, carente de criterios éticos. De hecho, descontaron la ética de la justicia y con ella profesaron la vergonzante premisa, “el vivo vive del bobo”. Se posesionaron criterios de falacias morales bajo las cuales con una mano podían robar y asesinar, y con la otra persignarse, algo así como “mano fuerte –robar y asesinar– y corazón blando –persignarse después de hacerlo–”.

Ni siquiera hay que hacer un inventario de las aberraciones de los gobernantes y de sus asesores en los años mentados, porque ahí están los informes de las organizaciones no gubernamentales (acusadas de estar politizadas), ahí están las investigaciones de los periodistas (censurados, perseguidos y hasta asesinados) y están, por supuesto, las miles de denuncias engavetadas o destruidas por las mismas instituciones de la justicia.

Cuarenta años donde las cosas buenas, porque las hubo, fueron por cuenta de artistas, de deportistas y por cuenta de la gente trabajadora; los obreros y los campesinos. Colombia sería hoy una potencia cultural y económica de no ser por esa tradición de la autodenominada “gente de bien”, dada a desconocer los principios morales y dada a pasar por alto la legalidad en beneficio propio.

Tal vez la mayor de las pruebas de lo aquí aseverado sea que antes del presidente Gustavo Petro, todos sus predecesores callaron acerca de cómo habían encontrado las cuentas del Estado. Ahora –bajo la administración de un gobierno de izquierda que asume lo dejado por una tira larga de presidentes de derecha– es muy fácil visualizar el trasfondo de dicha incultura política y de sus argucias delincuenciales.

De ese trance histórico de personajes y hechos posesos da cuenta la entrevista Sin Rodeos: conversaciones con Fabio Echeverri Correa, realizada por la periodista Mariana Lloreda1 a quien fue uno de los protagonistas de primera mano durante ese lapso poseso; y lo fue, estrictamente, como líder del llamado “régimen” (ese círculo de poderosos que para asuntos de la política siempre tienen quien dé la cara por ellos).

En efecto, Fabio Echeverri Correa no sólo participó en los dos gobiernos del expresidente Álvaro Uribe Vélez, sino también lo hizo en anteriores gobiernos, de manera directa o indirecta, pero siempre, y paradójicamente, haciendo parte del llamado régimen que se mueve a puertas cerradas. No obstante, en calidad de líder empresario y político (Echeverri fue parlamentario), nunca ocultó sus intereses y a través de sus escritos periodísticos y de sus manifestaciones personales, hizo parte de la palestra pública.


A Fabio Echeverri Correa se le recuerda menos por sus luchas gremiales bajo la dirección de la Andi y más por sus frases de cruda crítica, como haber dicho durante el gobierno de Santos “el país va mal, pero la economía va bien”. Sin embargo, quizás la gente y la historia lo recuerden con mayor resonancia, por su postura negativa en contra del proceso y los acuerdos de paz.

Esta entrevista, de alta pericia en el manejo de su género periodístico, constituye un documento de imprescindible consulta a la hora de interpretar los hechos sociales y políticos de nuestra historia reciente; como también lo es para comprender –pues aún no se ha posicionado el cambio social puesto en marcha por el gobierno de Gustavo Petro– las dificultades de la política actual, caracterizada por la lucha entre ese pasado sombrío, que se resiste a desaparecer, y la esperanza de lo promisorio.

Pese a que el protagonista de esta entrevista es el país político y sus urdimbres, su eficacia está fundada en la línea académica de la “entrevista de personalidad”. Las acotaciones puntuales sobre el eje temático pasan por el cernidor del talante humano del entrevistado. Con todo, aun cuando la entrevista esté provista de referencias a la vida personal y familiar de Fabio Echeverri Correa, no es su intención dar informaciones biográficas sobre él. De hecho, las preguntas que aluden a situaciones anecdóticas o relatos de experiencias personales parecieran estar fríamente calculadas para traslucir el carácter y talante de una sociedad inmersa en los sobresaltos propios del poder.

La aguzada prudencia de la periodista Mariana Lloreda no alcanza para ocultar –lo cual es bueno– su interés en crear un diálogo de opiniones encontradas, bien por afinidad o bien por disimilitud.

Guillermo Linero Montes

Para Pares

Bogotá, abril 27 de 2023

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