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«Un pueblo sin cultura es como un árbol sin raíces»

Por: Solange Bonilla – Investigadora regional. Oficina Pares-Pacífico


La Oficina de Pares-Pacífico en Buenaventura dialogó con cuatro representantes de la generación bisagra para entender por qué para ellos es importante recrear los cantos y músicas tradicionales de los pueblos ribereños y mareños en la ciudad, y conocer sus opiniones sobre el Encuentro Cantores del Río que se efectuará los días 26, 27 y 28 de septiembre en el puerto.


La Generación Bisagra


En las últimas décadas, cientos de personas de pueblos ribereños y mareños apartados y olvidados por la institucionalidad en el Sur del Pacífico, se han desplazado a ciudades como Buenaventura y Cali en busca de oportunidades laborales y educativas o a causa de las violencias y amedrentamientos de los grupos armados organizados.


Los artistas de la Generación Bisagra nacieron y crecieron en comunidades negras ribereñas y mareñas, por tanto, aprendieron a hacer música oyendo y mirando cómo otros lo hacían en festividades religiosas y durante las faenas diarias.

En las urbes, no solo se enfrentan a situaciones de discriminación por provenir del campo, sino también al abandono de los oficios tradicionales como la agricultura, la pesca y la minería artesanal, y de sus prácticas culturales: la participación en los velorios, los arrullos y las festividades religiosas. Por tanto, interrumpen la transmisión de los saberes a sus hijos y nietos.


Por este motivo, Elizabeth Quiñonez Candelo cantadora de músicas tradicionales del Pacifico Sur oriunda de la vereda Silva del río Cajambre (Buenaventura), junto con otros músicos tradicionales como Néstor Alfonso Castro Aramburo del pueblo de Juntas del río Yurumanguí, Ubaldino Cuero Bravo de San Isidro en el río Cajambre y Álvaro Javier Caicedo Rentería de San José en el río Anchicayá, apuestan desde la ciudad a la visibilidad y la salvaguardia de los saberes heredados de sus ancestros. En otras palabras, hacen parte de la llamada generación bisagra que funciona como vaso comunicante entre las generaciones de sus padres y abuelos y la de sus hijos.


Por un lado, la generación bisagra nació o creció en comunidades negras ribereñas y mareñas, por tanto, aprendió a hacer música oyendo y mirando cómo otros lo hacían en festividades religiosas y durante las faenas diarias; es decir que, sienten conexión con los alabaos –cantos fúnebres-, los arrullos a santos y vírgenes, y también acompañan sus labores con el mareaje de los versos cantados. Por otro lado, escuchan y bailan salsa, reggaetón, hip-hop y bachata, y hacen uso de diversas tecnologías digitales: tienen smartphone y consultan a diario Youtube, Facebook e Instagram.


En este sentido, Ubaldino, Álvaro, Néstor y Elizabeth como parte de la generación bisagra, tienen la capacidad de dialogar con los saberes culturales de sus antecesores, así como con los de los más jóvenes. Sin embargo, esta labor no es sencilla: los mayores son celosos con sus conocimientos y los niños y adolescentes están más interesados en las músicas y tecnologías modernas; a la par, existen pocos escenarios de visibilidad con fines no comerciales que conserven el carácter espiritual.


Generación bisagra y la transmisión del saber ancestral


Existen personas en Buenaventura que provienen de familias que, pese a la migración, aún conservan la fuerte raíz espiritual y musical de sus pueblos. Este es el caso de Ubaldino, profesor de música de niños nacidos en el puerto que poco a poco han despertado curiosidad y amor por la música tradicional:


“Yo aprendí a cantar escuchando a mi abuela cuando celebraba las fiestas de la Virgen del Carmen y la Virgen de las Mercedes, uno siempre estaba pendiente. A mí no me dejaban tocar, pero si me gustaba escuchar como cantaban las señoras. A veces mi abuela me escuchaba cantando y me decía: vos cantas porque tu abuelo cantaba muy bonito, ese hombre cuando era temporada de fiesta no bogaba canalete (canoa), él iba sentadito, todo el mundo lo llevaba, con su guitarra iba a todas las fiestas”.


Igual que Ubaldino, Néstor también tiene vena musical: “mi abuelo era músico tradicional tocador de guitarra, mi papá era percusionista (bombo y cununo) y mi mamá Alba Aramburo es cantadora tradicional. El legado de mi abuelo lo hemos heredado casi todos en la familia, es una cadena: yo soy músico, mi hermana es cantadora y bailarina, unos sobrinos y mi hijo también tienen sangre musical.

«Por esto, para nosotros continuar con las músicas es fomentar la cultura, los valores, esa riqueza tradicional y ancestral” señala Ubaldino Cuero Bravo. Foto: Cortesía

En este sentido, las músicas tradicionales no solo son expresiones de la riqueza cultural de los pueblos, también son medios para fortalecer vínculos parentales y comunitarios: «en los arrullos a los santos y los alabaos a los muertos las familias y los amigos se reúnen, se hacen amigos y se conocen familiares”, expresa Ubaldino. “Los cantos y músicas tradicionales ayudan a la cohesión social, permiten a los que tenemos esa ligadura con la zona rural, a estar conectados en el día a día con nuestra espiritualidad” agrega Álvaro.

“Mi abuelo era músico tradicional tocador de guitarra, mi papá era percusionista (bombo y cununo) y mi mamá Alba Aramburo es cantadora tradicional.» Néstor Alfonso Castro Aramburo. Foto: Cortesía

Para Elizabeth el ejercicio musical también tiene un componente personal y liberador: “cuando me siento estresada la música libera mi alma, la música me quita el estrés, yo personalmente la uso como terapia, para tranquilizarme y generar paz a mi corazón, porque tengo para decir lo siguiente: la música libera el alma, aunque el cuerpo esté cautivo”.

«La música libera el alma, aunque el cuerpo esté cautivo”. Elizabeth Quiñonez Candelo. Foto: Cortesía

Por este valor cultural, social y personal que tiene el legado ancestral los representantes de la generación bisagra sienten la necesidad de transmitirlo a los niños y jóvenes que en la ciudad no han tenido la oportunidad de aprenderlo y disfrutarlo de manera orgánica:


“Nosotros como generación bisagra tenemos el gran compromiso y la responsabilidad de enseñar a las nuevas generaciones lo que nosotros conocemos como música tradicional, aunque sabemos que la música va a ir evolucionando porque este mundo está cambiando, tenemos la gran responsabilidad de enseñar la esencia y que a partir de la esencia se puedan establecer otros estilos musicales, porque para hacer fusión se necesita conocer de la tradición. La gente ahora piensa que cualquier cosa donde suene un bombo es arrullo, ¡y no! Un arrullo es para adorar a un Santo, no es una rumba; me preocupa mucho esa ruptura con lo espiritual”, manifiesta Elizabeth.


La necesidad de enseñar también surge porque como dice Álvaro: “muchos de los mayores fueron egoístas, se fueron con cualquier cantidad de información y nadie la sabe. Lo que hemos aprendido ha sido porque nos ha nacido interés; por eso la importancia de poder ir hasta las comunidades, barrios, veredas y trasmitir los saberes que tenemos, además de fomentarlos en la parte institucional”.


Por este motivo, ellos han conformado agrupaciones musicales como Ritmo del Este (Néstor, Elizabeth y Ubaldino) y Palmeras del Pacífico (Álvaro), que a través de eventos públicos, labores pedagógicas y la vida cotidiana, establecen puentes de comunicación para que el legado continúe.

Álvaro Javier Caicedo Rentería, Cantador de la agrupación Palmeras del Pacífico. Foto: Cortesía

Encuentro de Cantores de Río


Entre las múltiples actividades de pedagogía que lideran y acompañan Néstor, Álvaro, Elizabeth y Ubaldino está el Encuentro Cantores del Río que se realiza este fin de semana en la ciudad. Este evento a diferencia del Festival Petronio Álvarez -en el que también han participado- no es un concurso que exige a los participantes ejecutar las músicas y cantos según parámetros establecidos por el Festival, dejando al margen la espiritualidad y el sentido comunitario.

La música tradicional del Pacífico tiene su color, tiene su aguaje, el Pacífico es muy extenso y diverso, en cuanto a lo rítmico y lo sonoro hay mucha diversidad. Foto: Cortesía

Para Ubaldino “El Petronio es un festival que se hace a manera de concurso, la gente se prepara para el concurso porque hay que tocar como se pide. Dicen que es tradicional, pero realmente es como ellos quieren que suene.


En cambio, Cantores del Río es una cosa más orgánica, se toca como uno lo hace en el río, se puede expresar uno como lo siente”. Néstor lo apoya y agrega que en el Festival “el músico del pacífico que ya tiene unas costumbres ha tenido que amoldarse al reglamento del concurso. La música tradicional del Pacífico tiene su color, tiene su aguaje, el Pacífico es muy extenso y diverso, en cuanto a lo rítmico y lo sonoro hay mucha diversidad”.


Por este motivo, apoyan al Encuentro de Cantores de Río que este año celebra su vigésima ejecución. El evento es una iniciativa de la Secretaría de Cultura municipal en compañía de organizaciones culturales como Pacificarte interesadas por la salvaguardia de las músicas tradicionales. En él confluyen cantadores y cantadoras de las zonas ribereñas y mareñas del municipio con cantadores y habitantes de la ciudad.


En esta oportunidad, la Secretaría en asociación con el Banco de la República propone una agenda académica en la que participará Nidia Góngora y otros músicos que fusionan músicas tradicionales con ritmos modernos.


Por tanto, en palabras de Ubaldino «el encuentro se constituye en una oportunidad para que las nuevas generaciones puedan escuchar y ver en su esencia más pura la cultura ancestral de la región, y con ello, poder lograr que esta perdure en el tiempo”. Además, permite que se estimule “toda esa información que llevamos en nuestra sangre, en nuestro cordón umbilical” dice Elizabeth. En síntesis, este evento entre otras iniciativas que lideran y acompañan estos integrantes de la generación bisagra son puentes de comunicación necesarios entre lo urbano y lo rural y de visibilización de lo rural en lo urbano.

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