Por: Luis Eduardo Celis
A la memoria de Jorge Enrique Espitia Zamora, huella en la reflexión sobre justicia tributaria
La semana pasada se reunió en la población de Davos, Suiza, el tradicional foro en el que se le toma el pulso a la economía del mundo y se dan cita los grandes poderes estatales y empresariales junto a la academia y generadores de opinión. Con ocasión de este importante evento, Oxfam presentó un informe sobre la tributación de los archimillonarios en el mundo, evidenciando lo poco que tributan y haciendo recomendaciones para superar esta enorme inequidad.
En el informe de Oxfam se constata que luego de la pandemia, la situación económica y social a nivel global empeora. Asistimos a una crisis económica mundial con sus consecuentes indicadores de aumento de la pobreza y el hambre en muchas partes del mundo, por supuesto siendo los más afectados África y América Latina y el Caribe, pero esta situación contrasta con un aumento de la concentración del ingreso en los multimillonarios, que siendo el 1% de la población, en los dos últimos años, luego de la pandemia, han concentrado dos terceras partes de la riqueza producida por la humanidad. Y entre estos multimillonarios se encuentran poderosas industrias de alimentos y energía, en contraste con el hambre y frío que sufren millones de personas.
Un capitalismo en el que el 1% de la población controla más del 50% de la riqueza mundial es un capitalismo que tiene responsabilidades para asumir los retos sociales y económicos, y lo que el informe muestra es que ese grupo de privilegiados solo aporta 4 centavos de dólar por cada dólar de tributación que se recauda a nivel global. Esta enorme desigualdad solo se puede superar si hay políticas para que este grupo pague una debida tributación que pueda ser utilizada de manera eficiente y transparente en darle alimento y energía, entre otros derechos, a quienes hoy sufren.
Colombia aprobó el año pasado una reforma tributaria que fue en esa dirección: quienes más tienen recursos pagarán más impuestos. Esta es la lógica de la justicia tributaria, lógica que a nivel global en lugar de ir hacia adelante, va en retroceso, pues en la década de los ochenta los más ricos pagaban más impuestos, lo que ha retrocedido en las últimas cuatro décadas, cuando esa oleada de políticas para privilegiar a los más ricos y debilitar la acción del Estado se tomó el rumbo de la acción de los gobiernos, lo cual está siendo revertido poco a poco, por lo menos en América Latina, en donde hay un debate abierto sobre el rumbo de las políticas públicas y la acción de los estados.
Para el caso colombiano hay que evaluar la reforma tributaria aprobada, la inversión de esos recursos y ver en detalle cómo podemos seguir avanzando en que la riqueza sea democratizada, lo cual va más allá de los temas tributarios, siendo esta dimensión muy importante.
El presidente Petro ganó con la oferta de democratizar la riqueza, el crédito y el conocimiento, tres apuestas fundamentales en las que está empeñado su gobierno y con las que puede trazar un camino para una acción de largo aliento que va a requerir de más de cuatro años, como bien lo recordó en estos días.
El informe de Oxfam presenta estas cuatro recomendaciones al respecto:
“Los Gobiernos deben utilizar los instrumentos fiscales a su disposición para revertir el aumento de la desigualdad, siguiendo estas cuatro medidas para crear un mundo más justo:
Aplicar impuestos de solidaridad con carácter temporal sobre la riqueza y los beneficios extraordinarios (o sobre ganancias) de las grandes corporaciones, así como impuestos mucho más elevados sobre el pago de dividendos con el fin de impedir que los más ricos continúen sacando provecho de las crisis.
Incrementar de manera sistemática el impuesto sobre la renta del 1 % más rico, para lograr una tributación efectiva, por ejemplo del 60 %, calculada sobre el conjunto de sus rentas (tanto derivadas del trabajo como del capital), con tipos impositivos más elevados para los multimillonarios y los milmillonarios.
Gravar el patrimonio de los súper ricos a tipos impositivos lo suficientemente elevados como para reducir sistemáticamente la riqueza extrema y reducir la concentración del poder y la desigualdad.
Utilizar los ingresos recaudados a partir de estos impuestos para aumentar el gasto público en sectores como la salud, la educación y la seguridad alimentaria, con el fin de luchar contra la desigualdad, así como financiar una transición justa hacia un mundo con bajas emisiones de carbono.
Según la presentación de esta organización, “el nombre "Oxfam" proviene del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxford Committee for Famine Relief), fundado en Gran Bretaña en 1942. Este grupo de ciudadanos y ciudadanas se movilizó para que los barcos del bloque aliado llevaran provisiones de comida a las mujeres y niños de Grecia, país ocupado durante la Segunda Guerra Mundial”.
Oxfam ha cumplido ochenta años trabajando por todo el mundo con un derrotero de justicia y dignidad para la humanidad, lo cual se agradece y de lo cual hay huella en Colombia.
Aquí pueden consultar el informe:
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