Por: León Valencia, director – Pares
Algunos lectores de mis trinos en @LeonValenciaA me preguntan por qué mi gran preocupación por la llegada de una fuerza militar de los Estados Unidos a Colombia, y me dicen que quizá es exagerado pensar que esta decisión acerca aún más la posibilidad de un intervención militar en Venezuela. Voy a explicar el porqué de mi angustia.
La decisión de enviar la Brigada de Asistencia de Fuerzas de Seguridad -SFAB- a Colombia tuvo tres precedentes inmediatos: la vinculación de Nicolás Maduro y quince altos funcionarios del gobierno del vecino país a un proceso judicial en Estados Unidos; la disposición de naves militares en el Caribe, cerca a las costas de Venezuela; y una incursión de mercenarios en la Guaira preparada desde Colombia con participación de agentes norteamericanos.
Pues bien, el argumento para estas acciones sobre Venezuela es el mismo que se utiliza para el envío de tropas a Colombia es la persecución al narcotráfico. Otra coincidencia: una parte de esas tropas estarán en Arauca y Catatumbo que son lugares estratégicos de la frontera con Venezuela. Y una coincidencia más es que este tipo de operaciones fueron en el pasado, en casos como Nicaragua, Granada y Panamá antesala de una intervención abierta en los destinos de esos países.
Estas medidas se toman, además, en un momento de grave crisis en Estados Unidos. El manejo irresponsable de la pandemia tiene a este país en el primer lugar de los contagiados y con el de mayor número de muertos en el mundo. A esto se suma la ola de protestas en los últimos de las comunidades negras por la brutal agresión y muerte de George Floyd a manos de un policía en Minnesota.
Este es el marco de la campaña electoral en la que Estados Unidos elegirá presidente del país. Ya Donald Trump acusa el golpe en las encuestas. El errático liderazgo en momentos de crisis le está pesando. Para paliar esta situación está escalando las tensiones con China, su gran rival comercial, y con otros países que despiertan alguna sensibilidad en el electorado gringo. Venezuela es uno de ellos.
Hay otra desgracia que condimenta la situación: el partido de gobierno en Colombia, el Centro Democrático, está empeñado en la construcción de un nuevo enemigo después de la desmovilización de las FARC y ha escogido al régimen de Nicolás Maduro como el ideal para cumplir esta función. El actual ministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo, no esconde su pretensión de ganar réditos al interior de la colectividad incentivando la confrontación con el país vecino.
Llamar la atención sobre la presencia de nuevas tropas de Estados Unidos en Colombia y sobre el riesgo de que nuestro país termine involucrado en un conflicto de carácter internacional,no tiene mucha acogida en los medios de comunicación en esta coyuntura donde toda la atención se la lleva el dolor causado por la pandemia. Pero debo decir que un conflicto de esta naturaleza trae más angustias que la propia crisis desatada por el Covid-19. Ahí radica mi aflicción por los últimos acontecimientos.
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