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“Tendremos que llegar a una mesa de negociación con el ELN”

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado. Colaborador Pares.

«Si en estos seis años que les quedan, la Farc no tiene la capacidad para constituirse realmente en un partido, vamos a asistir a una nueva frustración y creo yo que eso si podría ser un golpe mortal para el acuerdo.»

Ya se encuentra disponible la segunda edición del libro «Las guerrillas en Colombia: una historia desde los orígenes hasta los confines», obra capital de Darío Villamizar, politólogo y especialista en Acción sin Daño y Construcción de Paz, autor de títulos de referencia para comprender el conflicto armado como Aquel 19 será: Una historia del M-19, de sus hombres y sus gestas (1995) y Jaime Bateman: biografía de un revolucionario (2002). Fredy Chaverra conversó con él sobre su visión del proceso de paz con las Farc; los procesos de paz de los años 90 y el ELN.


Pares habló con su autor, Darío Villamizar, analista político y escritor. Con estudios en Ciencia Política y Resolución de Conflictos de la Universidad del Valle, posgrado en Acción sin Daño y Construcción de Paz en la Universidad Nacional de Colombia.

Pares:¿Cómo valora la implementación del acuerdo de Paz?


Darío Villamizar: Hay un déficit en el cumplimiento por parte del Estado. A grandes rasgos, podría afirmar que hay un cumplimiento importante por parte de las Farc. El grupo se desmovilizó, se desarmó con un papel muy importante de las Naciones Unidas, uno podría pensar, comparando con otros procesos, no solamente en Colombia, sino en el mundo, que hubo un desarme efectivo.


Aparte de eso, hay una participación en la vida política, es decir, el grupo dejó las armas y asumió la vía político-legal, en los términos pactados. Yo creo que hasta ahí uno podría decir que las Farc han cumplido, el incumplimiento viene dado por el Estado en los puntos sobre tierras y garantías de seguridad.


Pares: Frente a los acuerdos suscritos con otras guerrillas en los 90, ¿Qué piensa del alcanzado con las Farc?


D.V: Alguna vez hice un librito que se llamó “Acuerdos de paz” que simplemente son los textos de los acuerdos que se firmaron en los años 90; fueron siete grupos, unos grandes como el M-19, el EPL, la Corriente de Renovación Socialista y otros muy pequeñitos como los Comandos Ernesto Rojas o el Frente Francisco Garnica, ese libro, los siete acuerdos, tiene solo 70 páginas.

En esos procesos se desmovilizaron más o menos 6.000 guerrilleros, casi el 50% de los que desmovilizaron las Farc, pero esto para decir que los textos eran muy concretos y muy concisos. El acuerdo logrado con las Farc es bastante grande y voluminoso, a diferencia de los acuerdos de los años 90 que eran mucho más sintéticos y que no afectaron de manera positiva la institucionalidad. Es un poco complejo hacer un proceso comparativo, las organizaciones tenían unos énfasis; por ejemplo, el énfasis del acuerdo con el M 19 estuvo en las necesarias reformas institucionales.


Pares: Y en ese contexto ¿cómo fue el proceso de reincorporación política?


D.V: De manera diferente, no tan generosa, como ocurrió con las Farc, pero yo creo que generosa merecidamente, la democracia colombiana necesitaba y necesita de las Farc en los espacios políticos contemplados en el acuerdo.


En el caso del M-19, en 1989 se intentó una reforma constitucional por la vía del Congreso para darle paso a lo que en ese momento se llamó Pacto Político por la Paz y la Democracia que contemplaba una circunscripción electoral especial para guerrilleros que hubieran dejado las armas; sin embargo, en diciembre de 1989 ese pacto se hundió en el Congreso debido a las maniobras de algunos congresistas, quisieron incluir el tema de la extradición y se prefirió que ese Pacto se hundiera.


Eso retrasó el proceso con el M-19 y ese beneficio político quedó anulado. Pero al final el M-19 pudo participar en las elecciones de 1990 dos días después de la dejación de las armas en igualdad de condiciones, logrando unas votaciones interesantes. Para el M-19 no hubo un beneficio particular para su reincorporación.


Pares: ¿Cómo ve las tensiones y rupturas dentro del partido Farc?


D.V: Le decía hace algún tiempo a uno de sus dirigentes que este tiempo de dos legislaturas con diez congresistas es para construir organización, poder permanecer, porque lo grave sería que dentro de seis años no exista Farc en el Congreso.


Y que no exista Farc en el Congreso va a ser producto de su propia inacción política. Frente a las tensiones, en casi todos los procesos del mundo, posterior al desarme y la desmovilización, se presentan dificultades orgánicas; hay desavenencias, hay gente que regresa a las armas, es decir, son situaciones propias de los procesos, pero aquí en el caso de las Farc, el tema de las discrepancias internas se les convirtió en un mal endémico y eso va a dificultar la construcción política.


Pares: ¿Y ve buen puerto con los ‘elenos’?


D.V: Yo la veo muy difícil. Ya se ha gastado el 50% del tiempo que podía ser utilizado en los acercamientos o bien lo quisiéramos, negociaciones. Pero hay dificultades que son propias del gobierno y dificultades que son propias de la guerrilla, esto lo hemos analizado en distintos escenarios y se lo hemos dicho en diversos mensajes y comunicados al ELN, también al gobierno Nacional.


Hay que despojarse de ciertas pretensiones maximalistas que no ayudan a un acercamiento, hay que realmente entender el momento de Colombia; Colombia tiene ya un acumulado de violencias que no son justas para lo que merece el pueblo colombiano, necesariamente, si no es hoy con este gobierno, en algún momento tendremos que llegar a una mesa de negociación con el ELN.


Pares: Finalmente, como integrante de la plataforma Defendamos la Paz ¿qué mensaje le envía a los colombianos?


D.V: Todos estos procesos tienen que estar acompañados de expresiones de los colombianos, estas expresiones han sido fluctuantes, hubo momentos donde la participación de la sociedad civil ha sido muy alta, hoy no están así las condiciones, hay procesos mucho más lentos, se están desarrollando procesos regionales, hoy el tema de la defensa de la vida, líderes y lideresas es una bandera que debemos asumir como un elemento propio, como si se tratara de un miembro de nuestras familias, de esa manera estaríamos defendiendo nuestra propia vida y la vida de nuestros círculos más inmediatos.


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