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Suramérica debe avanzar en integración

Por: Luis Eduardo Celis


Con el liderazgo del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, se han reunido todos los presidentes de Suramérica para volver a pensar los temas comunes como región. Es un viejo anhelo que vuelve a cobrar fuerza en un mundo lleno de retos y desafíos que hacen necesario avanzar en esa dirección: una región suramericana capaz de tramitar lo común de manera organizada y tener una voz y una acción unificada en los temas globales.

Suramérica son doce naciones con una historia compartida y parte de un solo territorio donde vivimos cerca de cuatrocientos millones de personas en dieciséis millones de kilómetros cuadrados. Con este peso y dimensión son muchos los asuntos a trabajar de manera coordinada y con un enorme potencial de transformación si se actúa de manera conjunta.

Una economía de cuatrocientos millones de personas puede y debe avanzar en una acción coordinada, son muchos los campos en los que somos complementarios y donde se pueden hacer sinergias virtuosas para las partes y para el conjunto de Suramérica, pero ello requiere trabajo conjunto, construcción de políticas y de una institucionalidad que le dé soporte a la integración.

Desde el año 2006 se habló de dotarse de una institucionalidad para la integración y ella se concretó en la Unión de Naciones de Suramérica (UNASUR), que cobró vida plena en 2011, cuando nueve países ratificaron mediante sus parlamentos la adhesión a este referente de integración, que inició su proceso de conformación y se dotó de una serie de espacios decisorios con el liderazgo de presidentes, cancilleres y una secretaría general con sede en Quito. Todo parecía promisorio para UNASUR, hasta que la falta de madurez política para convivir en la diferencia política desintegró la organización, lo que llevó a la mayoría de los países integrantes a retirarse de ella.

Suramérica puede avanzar en integración económica sin duda alguna, haciendo comercio justo y complementario, potenciado un trabajo coordinado para que cada economía crezca y apoye el desarrollo regional. Para ello hay que avanzar en los mecanismos y las políticas concretas que permitan crecimiento y distribución de los recursos para avanzar en los desafíos de mayor cohesión social y garantía de derechos universales, saliendo de la segregación y la exclusión en la que viven partes importantes de nuestras sociedades.

En una agenda de prioridades para Suramérica está la protección y restauración ambiental, donde sobresale la Amazonía compartida por: Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Guyana, Surinam y la Guyana Francesa, es decir ocho de los doce países suramericanos tienen territorio en este importante ecosistema y territorio de interés mundial como lo es la Amazonía. Ligado a la protección y restauración de la Amazonía tenemos el vital tema de la crisis climática y la transición energética, en el que se pueden construir políticas compartidas.

También hay que salir de la fracasada guerra contra las drogas y formular una nueva política para el relacionamiento del mundo con este cada vez más diverso mundo de “drogas”, esa es una discusión y una reformulación global, allí se puede construir una voz como Suramérica y promover las necesarias y pertinentes reformulaciones.

Hay que volver a UNASUR, como lo ha anunciado el presidente Petro en la reciente cumbre de presidentes en el Brasil, avanzar en un relacionamiento sobre los intereses comunes y saber convivir entre todo el espectro político, aprendiendo de las experiencias pasadas, frente a las que esta diversidad no supo llevar adelante esta necesaria integración.

 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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