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Sistematicidad en los asesinatos de las y los líderes sociales

Por: Walter Aldana. Especial para Pares.


Rodrigo y Nathalia ambientalistas asesinados en Santa Marta el pasado 25 de Diciembre y la bella, inteligente y sensible Lucy Villareal igualmente asesinada en Tumaco, tenían en común, no creer en este gobierno, en su modelo económico, en aspirar a otra Colombia posible. Ellos como Reinaldo Carrillo en Pitalito, se la jugaron por ayudar a cimentar la nación al nivel de sus sueños.


Trescientas sesenta y dos personas asesinadas desde la elección de Duque, hasta el fatídico 25 de Diciembre de este 2019. El departamento del Cauca con noventa y seis víctimas ocupa el deshonroso primer lugar, sólo en el mes del natalicio del hombre justo y rebelde, son 23 las personas cuya vida han segado y aún no termina el mes.


Ciento treinta y ocho excombatientes de las Farc-Ep han sido asesinados, hombres y mujeres que le cumplían a la democracia fortaleciéndola, ejerciendo actividades del agro, reconstruyendo en la legalidad sus familias, sus esperanzas de país; a ellos también les matan quienes disparan los tiros desde las armas, pero son igualmente responsables quienes han decidido hacer trizas los acuerdos para la “finalización del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” negociado en Cuba y firmado en el teatro Colón de Bogotá.


No son líos de faldas, no son robos por parte de la delincuencia común, son planeados, operados con características de ser especialistas en la guerra; así como los falsos positivos, son la decisión de los poderosos de sembrar el terror para que no paremos, para que “trabajemos”, quizás como aquellos que por unas vacaciones o unas jugosas bonificaciones, reclutaron jóvenes, los tuvieron en guarniciones y meses después los asesinaron para “mostrar” los resultados exigidos por la mal llamada Seguridad Democrática.

walteraldana2@gmail.com / Columnista

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