Por: Juan Manuel Torres Erazo, Coordinador
Oficina Pares Pacífico
La Paz Total de Buenaventura se encuentra en una tensa calma. En diferentes barrios de las comunas 7, 10 y 12 han ocurrido balaceras en las últimas semanas. Durante el fin de semana pasado, fueron asesinadas siete personas en la ciudad. Durante todo junio ya se cuentan diez asesinatos. A pesar de que Shottas y Espartanos mantienen formalmente un cese al fuego, la comunidad teme que la cuerda se tense tanto que se rompa. En medio de esta situación, que ha producido tanto en la zona rural como urbana de graves situaciones humanitarias, en donde surge la figura destacada de Monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura desde 2017.
Su trayectoria en el ámbito social y su dedicación a la construcción de la paz le han otorgado un papel fundamental en el proceso que podría terminar la guerra urbana y transformar esta ciudad de Colombia. En medio de la crisis que atraviesa Buenaventura, monseñor se ha convertido en una voz confiable y facilitadora, una pieza fundamental en los acercamientos de paz entre Shottas y Espartanos, grupos armados que hace pocos días reafirmaron la tregua.
Nacido en Pereira y criado en Dosquebradas, Risaralda, su viaje hacia el sacerdocio comenzó temprano. Después de completar sus estudios de bachillerato, ingresó al Seminario Mayor de Pereira en 1986, donde se sumergió en el estudio de la filosofía y la teología. Durante su tiempo como párroco en Villa Santana, la comuna más violenta de Pereira, Monseñor Jaramillo interactuó con la dura realidad de las pandillas juveniles y bandas delincuenciales. Su enfoque con la resolución pacífica de conflictos le permitió establecer puentes de diálogo y trabajar en el desmantelamiento de estas organizaciones desde una perspectiva social.
Con una sólida formación académica y espiritual, Monseñor Jaramillo Montoya entiende a la iglesia no como un actor externo, sino como una parte integral de la comunidad, pero no es tan claro el papel de la sociedad civil en el proceso actual. Su estrategia principal es la generación de confianza, buscando que la Iglesia sea percibida como un actor neutral, facilitador y dispuesta a ayudar sin ningún interés oculto. Por ello, reconoce la labor previa de personajes de la Iglesia tan importantes como monseñor Héctor Epalza Quintero y Gerardo Valencia Cano.
En cuanto a los desafíos que enfrenta Buenaventura, Monseñor Jaramillo Montoya destaca que no hay una visión conjunta ni una dirección clara. Recalca la necesidad de establecer una gobernanza efectiva en la ciudad. Para él, la falta de liderazgo y la presencia de la corrupción han debilitado los esfuerzos por alcanzar la paz. Es imprescindible, afirma, recuperar la gobernanza y alinear los intereses de todos los actores hacia un objetivo común.
A pesar de estos desafíos, Buenaventura ha logrado avances significativos en su camino hacia la paz. Durante los últimos ocho meses, la ciudad ha experimentado momentos de relativa tranquilidad, un logro destacable en medio de la violencia padecida. Además, se rompieron las fronteras invisibles que limitaban la movilidad de las personas. Sin embargo, en las últimas semanas, el proceso de paz urbana estuvo en crisis, pero Monseñor nuevamente fue el garante de una nueva tregua para detener la ola de asesinatos. Mientras algunos vemos las fragilidades de esta paz, monseñor afirma que los hilos que la sostienen son fuertes como los que tejen las arañas.
En esta entrevista exclusiva para Pares, exploramos su papel en el proceso de Paz Total, los desafíos que enfrenta Buenaventura en términos de violencia y las críticas que hace del liderazgo de las instituciones locales para recuperar la gobernanza territorial.
Juan Manuel Torres (Pares): ¿se considera a sí mismo un promotor de la paz, un defensor de la paz, un pastor de la paz o un estudioso de la paz?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: creo que lo que tenemos es un trabajo de la Iglesia Colombiana en favor de la paz y nosotros mismos nos vemos como unos facilitadores y acompañantes de las comunidades y sus procesos sociales. El Papa nos ha pedido que acompañemos los procesos porque la Iglesia ayuda en la construcción de paz y nos ha pedido que seamos artesanos de paz y en ese marco es que nos movemos nosotros.
Pares: la participación ciudadana es fundamental para la construcción de una sociedad en paz. ¿Qué estrategias ha utilizado la Iglesia en Buenaventura para fomentar la participación y generar confianza en la comunidad? ¿Se suman a las estrategias de otros actores o tienen enfoques propios?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: nuestra estrategia principal es generar confianza. Para lograrlo, nos hemos dedicado a ganar la confianza de la comunidad, el pueblo y los actores armados. Queremos que vean que somos una institución que está dispuesta a ayudar sin ningún interés oculto. Esa es nuestra ventaja y lo que nos diferencia de otras organizaciones y chalecos que desfilan. Aunque hay muchas fundaciones y entidades presentes en la zona, a menudo se percibe que tienen intereses políticos, económicos o de proyecto, ya que están respaldadas por financiamientos específicos. Nosotros no operamos de esa manera. No tenemos ningún interés político, económico ni de proyectos. Como parte de la Iglesia, esta es nuestra forma de actuar, una tradición que hemos mantenido a lo largo de la historia de Colombia. La Iglesia siempre ha acompañado a los promotores de paz en el país y ha demostrado ser una entidad confiable para ambas partes en conflicto. Nos llaman porque representamos una voz comunitaria, pero a la vez somos facilitadores imparciales. Nos interesa el bienestar de todos por igual. A diferencia de otras entidades que a menudo se asocian con un lado del conflicto, nosotros actuamos como un tercer actor, trabajando en favor del bien común por encima de cualquier interés particular.
Juan Manuel Torres (Pares): ¿cuál cree usted que es el papel de la fe y la espiritualidad en la construcción de paz aquí en Buenaventura?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: creemos que la fe y la espiritualidad que proclamamos deben reflejarse en la vida diaria de las personas. No puede ser una fe o espiritualidad vacía, sino que debe respaldarse con acciones. La vida personal, comunitaria y social debe estar en consonancia con nuestras creencias. No basta con ser creyentes o religiosos, también debemos buscar la justicia social, el bienestar de todos y luchar contra la degradación moral y las injusticias.
La iglesia no es un actor externo, sino que somos parte de la comunidad. Nos identificamos con el sufrimiento y la alegría de la gente. La iglesia está formada por todas las personas, no solo por los líderes religiosos. Nosotros recogemos los deseos, la voluntad y las iniciativas de la comunidad, así como sus dolores y sueños. Nuestro objetivo es brindar esperanza y apoyo para que no pierdan la esperanza.
En mi trayectoria personal, he presenciado la violencia en mi barrio de origen, donde algunos de mis compañeros de infancia se involucraron en el narcotráfico y se convirtieron en líderes de grupos violentos. Esto me entristeció profundamente, y decidí no seguir ese camino. Quise ayudar a salvar a nuestra sociedad, por eso me dediqué al trabajo social.
Pares: ¿cuáles cree que son los desafíos que enfrenta Buenaventura en términos de la violencia?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: uno de los desafíos más importantes es establecer la gobernanza en la ciudad. Hasta ahora, ha habido pocos líderes gubernamentales trascendentales y falta de liderazgo en Buenaventura. Los líderes políticos se han visto afectados por la corrupción y la falta de compromiso. Es necesario recuperar la gobernanza y orientar los intereses de todos hacia un objetivo común. Sin un liderazgo fuerte y una institucionalidad adecuada, los esfuerzos por la paz se enfrentan a obstáculos.
Juan Manuel Torres (Pares): ¿cuáles son los logros más significativos en la lucha por la paz en Buenaventura?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: hemos tenido alrededor de ocho meses de tranquilidad y paz, lo cual es un logro importante. También hemos logrado romper las fronteras invisibles que limitaban la movilidad de las personas. Generar confianza es fundamental, ya que actualmente Buenaventura no goza de una buena reputación a nivel nacional. Es necesario transformar la percepción de la ciudad y demostrar que es un lugar seguro y lleno de vida.
Pares: ¿cómo cree que Buenaventura podría transformarse en una ciudad diferente en términos de la cotidianidad de las personas?
Monseñor Rubén Darío Jaramillo: para lograr un cambio es necesario tener una visión conjunta como ciudad. Actualmente no sabemos hacia dónde nos dirigimos ni tenemos un liderazgo que oriente ese rumbo. Es fundamental desarrollar una gobernanza efectiva y establecer un liderazgo ideológico que dirija a la ciudad hacia un desarrollo integral. Debemos garantizar condiciones básicas para una vida digna, como seguridad, educación de calidad, infraestructuras adecuadas y servicios públicos eficientes. Además, es importante que el Estado cumpla.
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