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Sanguino, Ministro de los trabajadores

  • Foto del escritor: Iván Gallo - Coordinador de Comunicaciones
    Iván Gallo - Coordinador de Comunicaciones
  • 1 may
  • 3 Min. de lectura

Por: Iván Gallo Coordinador de Comunicaciones




El afiche de la entrada en el salón del hotel Tequendama parecía pertenecer a la misma iconografía de la lucha obrera de los años setenta. Se exhortaba  a una transición energética justa con los trabajadores. Sobre las ocho de la mañana estaba lleno. Entre las caras conicidas estaban Luciano Sanín, jefe de despacho de minminas, el senador Ariel Ávila, la congresista María Fernanda Carrascal, Fabio Arias, hombre fuerte de la CUT y, por supuesto, el ministro de trabajo Antonio Sanguino. Con gorra puesta y chaqueta podría confundirse con cualquier trabajador. El bajo perfil ha sido una de sus virtudes desde sus primeros años de lucha en el colegio Loperena de Valledupar.

 

Pero cuando se levanta y agarra el micrófono la transformación es completa. Lo primero que hizo Sanguino en su intervención ante los trabajadores del carbón, que por primera vez se alineaban con un gobierno para elevar un pliego de peticiones a las empresas mineras, fue pedir un minuto de silencio por el asesinato de un sindicalista en Valledupar. Walberto Quintero Medino, se llamaba. Era miembro de la junta directiva de la CUT en el Cesar. Dos sicarios lo mataron el pasado 28 de abril. Tenía 40 años. En el recinto sólo se escuchaba la respiración entrecortada de los asistentes. Cuando terminó los gritos de ¡Viva Wilberto! Erizaron la piel. Sanguinó tómo aire y continuó.  Les traía buenas nuevas  sobre las luchas que ha emprendido desde que es ministro del trabajo,  siempre encaminadas en buscar las mejores condiciones para el trabajador, esta vez desde uno de los sectores más complejos, el carbón. Al gobierno Petro los grandes medios decidieron no transmitirle la revolución. Porque esto tiene que ser algo parecido a una revolución. Que un hombre, ajeno al establecimiento, lleve las riendas de uno de los ministerios que necesitan más resultados a la hora de intentar darle equidad a la sociedad colombiana. Cuando agarró el ministerio, hace dos meses, este era una papa caliente, con una Reforma Laboral estancada en el Congreso a pesar de tener un innegable apoyo popular. Lo entrevisté el mismo día que se posesionó y aunque no perdía su tranquilidad perenne se podía ver su nerviosismo. Hoy no estaba así.

 

Este 1 de mayo, con una manifestación en apoyo a las reformas del presidente a punto de arrancar, el tema fue el carbón. Desde comienzos de este año a la Guajira se le apareció otro fantasma: el de la inminente salida del Cerrejón. Su producción ha bajado hasta un 50% y está ocurriendo una masacre laboral. Nada más en abril fueron despedidos 120 trabajadores.

 

Con firmeza Sanguino se unió a los representantes sindicales que estaban presentes este 1 de mayo en el Tequendama y criticó las sillas vacías de las empresas mineras que fueron invitadas para hablar de las exigencias que tienen los sindicatos, una invitación que no tuvo éxito. Lo que se pide en el pliego son tres cosas fundamentales: reconvención laboral con derechos, fondo de diversificación económica, protección social y justicia social y territorial.

 

Minutos antes Igor Diaz, representante de Sintracarbón dijo, socarrón, que la respuesta de los dirigentes del Cerrejón, por ejemplo, fue "desearnos éxito" en la reunión pero que elloa declinavan la invitación. El ministro del trabajo invitó al auditorio a participar de la marcha en apoyo a la consulta popular que se realizó con éxito en las mas importantes ciudades del país y recordó la coyuntura en la que se da esta negociación que ocurre “en medio del debate de la reforma laboral, una reforma que incorpora el enfoque que tiene el pliego de peticiones del sector del carbón". Sobre el bloqueo que ha sufrido la reforma labora en el congreso Sanguino también fue contundente: “Esta reforma laboral ha sufrido un bloque y un ataque por parte del congreso y el establecimiento y por esa razón la respuesta del presidente fue acudir a la soberanía popular para imponerla".

 

Y después de este evento como un colombiano más que pretende el cambio Sanguino caminó por la séptima, sin escoltas y sin miedo, con la misma tranquilidad que lo hacía desde niño a orillas del Guatapurí. La gente lo reconocía, le tomaba una foto, le daba las gracias. Él aceptaba y también sonreía.

 

 

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