Por Katerin Erazo
Foto tomada de: Infobae
En el complejo escenario político colombiano, la tensión entre el Gobierno Nacional y las disidencias guerrilleras ha alcanzado un punto crítico, desencadenando una serie de acusaciones y confrontaciones públicas que han sacudido el país.
El presidente Gustavo Petro, en un mensaje contundente, caracterizó a alias Iván Mordisco, comandante del autodenominado Estado Mayor Central, como "un traqueto vestido de revolucionario". Estas palabras resonaron fuertemente en un contexto marcado por el reciente rompimiento del cese al fuego entre el Gobierno y las disidencias en varias regiones, como Nariño, Cauca y Valle del Cauca, debido a los persistentes incumplimientos de acuerdos por parte de las disidencias.
La respuesta de las disidencias no se hizo esperar. Desde una cuenta de redes sociales supuestamente vinculada a Iván Mordisco, se lanzó una dura acusación contra el presidente Petro. Se le reprochó por traicionar tanto a las disidencias como al pueblo que alguna vez lo respaldó por su discurso de paz y progresismo. Más aún, se le señaló de impulsar la guerra y el capitalismo, lo que representa un giro radical respecto a sus promesas anteriores.
Este intercambio de acusaciones ha exacerbado una situación ya de por sí volátil en Colombia. El conflicto ha escalado con la revelación de que las disidencias están preparando ataques con drones, según informes de inteligencia del Ejército. Ante esta amenaza, el Gobierno ha respondido con un despliegue masivo de soldados en las áreas afectadas, intensificando las operaciones militares y policiales para contener cualquier posible embate.
Sin embargo, el conflicto no se limita a la confrontación armada. Se ha convertido en una batalla de narrativas y reclamos políticos. En medio de este escenario, las comunidades indígenas han emergido como las principales víctimas de la violencia. Los recientes ataques perpetrados por las disidencias en lugares como Toribío, Cauca, han cobrado vidas inocentes, como la de la dirigente indígena Carmelina Yule Paví.
El dolor y la angustia de estas comunidades se agravan aún más por el hostigamiento constante al que se ven sometidas, incluso en momentos de luto y duelo. Esta situación ha suscitado un clamor urgente por parte de las comunidades indígenas y de la sociedad civil en general, exigiendo un cese inmediato de la violencia y una solución pacífica al conflicto. Ver: (Continúa la violencia contra la comunidad Nasa: ataque armado contra Caravana indígena en Toribío)
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