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Reivindicación de lenguas étnicas que sobrevivieron a siglos de exterminio

Gritos de Libertad Ge palegue jarría majaná a bae ri noche Andy loyo. Jundí kusumbé chimbumbé guitiá a guaitiá makaniá makaniá Andy enpalizá. Ambrio a ta ri noche Jarocho ngrita Kumbe Kumbe ambuya kutú kutú majaná buyerengue mambo Mapalé. Miní ku chambelona y Changaina miní ku tu mamoná Andy pozá ku tu kisíma Andy loyo, miní a jarriiá. Miní a kume kumina ku sol kalende enconchombao jarocho jarocho a ta to magende Miní ku suto kolendo pa bo miná Mambi ke i a ta nsulu junché Kumbé Kumbé kumbanba juedsa juedsa Kutú kutú. Gritos de libertad (traducido en español) Ge palenque; vengan acá. Gente, está todo oscuro debemos cruzar por el arroyo. Trabaja hasta llegar a la empalizada; canto fúnebre, a trabajá a trabajá para hallar la empalizada. Llegó la noche, está brillante. Alegre estoy. Fiesta, fiesta; hagan bulla toda la gente que venga a bailar mambo y mapalé. Ven con tu machete y tu mujer para armar la choza, ven con tus niñitos vamos a hacer una casimba en el arroyo, vamos a llevar agua. Ven a comer comida con el sol caliente, ven conmigo y ven a mirar el cerro. Baile, baile, escándalo, fuerza, fuerza y libertad. Poema de Leonor Díaz Cañate en lengua palenquera

Por: María Victoria Ramírez Coordinadora de Perspectiva de Género – Pares


En su libro “Historia de Colombia y sus oligarquías”, dice Antonio Caballero: “Nuestros antepasados de hace cinco siglos en sus dos ramas —los muy diversos castellanos de la España del Renacimiento y los muy diversos aborígenes americanos con quienes se tropezaron violentamente cuando desembarcaron en el Nuevo Mundo— dieron comienzo a una larga y tragicómica historia de malentendidos resueltos con sangre”.

Aprovecho la fecha del 12 de octubre para destacar la iniciativa del senador de la República, integrante del Partido Comunes, Israel Zúñiga, quien el pasado 16 de septiembre radicó el proyecto de ley “Por el cual se expide la creación del boletín de lenguas y dialectos étnicos del Congreso de la República”. El artículo 10 de nuestra Constitución Política es el marco legal en el que se ampara la iniciativa: este ordena que “El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. La enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas propias será bilingüe”. Con la propuesta del senador Zúñiga se busca que los boletines del Congreso se escriban también en lenguas y dialéctos étnicos. Una medida como esta haría posible, además de un ejercicio de reivindicación de las lenguas de poblaciones históricamente marginadas, que las decisiones o discusiones que se tienen en el Congreso puedan ser accesibles a comunidades que no manejan el español como primera lengua. Lo que yo llamaría una colisión, en lugar del encuentro de dos mundos, provocó un cuasi exterminio de poblaciones aborígenes y, con ello, el de muchas de sus lenguas. Hoy los textos oficiales así lo corroboran. En el portal Colombia Aprende, en la materia Lengua para grado noveno, en los contenidos dirigidos a la valoración de la riqueza lingüística de Colombia, se reconoce este hecho: “Cuando los conquistadores españoles llegaron a América, los habitantes de este continente hablaban numerosas y diferentes lenguas desconocidas para los europeos, pero a través de los procesos históricos de la Conquista y de la Colonia, muchas lenguas desaparecieron por diversas causas”.

En ese mismo sentido, se advierte que, como resultado de este escenario que se configuró en el continente, “Murieron pueblos enteros y con ellos murieron sus sistemas lingüísticos; otras lenguas dejaron de hablarse por prohibición explícita de la Corona Española y, muchas otras, se extinguieron por asimilación cultural. Sin embargo, no desaparecieron todas y hoy, después de más de 500 años de mestizaje, sobreviven en este «Nuevo Mundo» numerosas lenguas autóctonas (González de Pérez, s.f.)”.

De acuerdo con el boletín expedido por la oficina de prensa del senador Zúñiga, en materia lingüística, Colombia cuenta con: “La gran familia lingüística Chibcha, de probable procedencia centroamericana; las grandes familias suramericanas Arhuaca, Caribe, Quechua y Tupí; siete familias solamente presentes en el ámbito regional (Chocó, Guahibo, Sáliba, Macú, Huitoto, Bora, Tucano). Las diez lenguas aisladas son: Andoque, Awá- Cuaiquer, Cofán, Guambiano, Kamentsá, Páez, Ticuna, Tinigua, Yagua, Yaruro. Sesenta y cinco lenguas indígenas americanas de muy diverso origen, habladas por unas 400.000 personas en 22 de los 32 departamentos de Colombia.

Lenguas de las cuales se tiene algún tipo de evidencia documental y que desaparecieron: Cueva, Coiba, Katío Viejo, Caramanta, Nutabe, Yamesi, Anserma, Duit, Chitarero, Lache, Situfa, airico, Atabaca, Bonda, Malibú, Mocana, Quillacinga, Pasto, Sindagua, Telembí, Andágueda, Quimbaya, Idabáez, Yurimangui, Guanebucán, Cosina, Guayupe, Cabere, Amarizana, Otomac, Pamigua, Tama, Icaguate, Coeretú, Uantya, Urubu-tapuyo, Patsoca, Miraña-Carapana, Coeruna, Pantágora, Colima, Muzo, Panche, Guane.

Dos lenguas criollas habladas por poblaciones de origen africano: el criollo del palenque de San Basilio cerca de Cartagena (unas 3.000 personas), el criollo de las islas de San Andrés y Providencia (unas 30.000 personas). Estas dos lenguas son de creación reciente. Las crean los esclavos negros en la época de la colonia para comunicarse entre sí. El criollo de San Basilio o Palenquero nace en ambiente de lengua española y el mayor número de sus palabras y raíces es de origen castellano. El criollo de San Andrés y Providencia nace en ambiente de lengua inglesa, el mayor número de sus palabras es de origen inglés. La gramática de estas lenguas es original y no permite considerarlas como simple variaciones del castellano o del inglés”.

El lenguaje humano, según algunos estudios, podría tener 50.000 años; y la escritura, unos 7.000. La humanidad toda comparte un origen común en África. Y se dice que, entre más cercanía geográfica al continente africano, más rica y compleja es una lengua. Por ejemplo, “algunos idiomas africanos emplean más de 100 fonemas mientras el hawaiano, hablado en unas islas que se encuentran entre los últimos lugares colonizados por la humanidad, tiene 13”. El español, por su parte, tiene alrededor de 24 fonemas.

Tiene un gran significado para mí (y quizá debería tenerlo para el resto de los colombianos y colombianas) que un firmante de los acuerdos de paz de La Habana, un afrodescendiente, haya radicado un proyecto de ley que busca el rescate de las lenguas que expresan lo que somos como nación; que reconoce la humanidad de cada habitante de este territorio, porque es el lenguaje lo que nos diferencia de las demás especies, lo que nos hace humanos. Con el lenguaje surgió la civilización. El reconocimiento de la diversidad étnica y lingüística es un paso necesario para la reconciliación del país, y tiene que estar acompañado no solo de declaraciones, sino de decisiones y acciones que materialicen lo que ya tuvo lugar hace 30 años con la firma de la Constitución de 1991: sabernos y reconocernos como una mezcla de sangres, de saberes, de historias y de lenguas. Lo que cada ser puede entender y contar de sí mismo y de su mundo está determinado por su lenguaje. Esto fue expresado agudamente por Wittgenstein, en su “Tractatus logico-philosophicus”, así: “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”.


 

* Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona a la que corresponde su autoría y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) al respecto.




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