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¿Quiénes le temen a la paridad?

Por: María Victoria Ramírez. Columnista Pares.


¡Más que la infamia y más que la miseria!

Que este canto resuene

en las lejanas tierras de Indochina,

en las arenas cálidas del África,

en Alaska o América Latina.

Que hombre y mujer se adueñen

de la noche y el día,

que se junten los sueños y los goces

y se aniquile el tiempo del hambre y la sequía.

Que se rompan los dogmas y el amor brote nuevo.

Hombre y mujer, sembrando la semilla,

mujer y hombre tomados de la mano,

dos seres únicos, distintos, pero iguales.

Fragmento del poema Vengo desde el ayer de Jenny Londoño.*


El 16 de diciembre de 2020, se llevó a cabo la sesión plenaria mixta en el Senado de la República de Colombia, en la que se discutió y votó la propuesta del senador Roy Leonardo Barreras Montealegre sobre cuota de género. Dicha propuesta contiene lo siguiente:


De conformidad con lo previsto en el artículo 263 de la Constitución, en lo concerniente a las curules en las corporaciones públicas de elección popular, se garantizará la paridad de género con independencia del mecanismo de elección. Cuando las curules asignadas a una organización política correspondan a un número impar, la asignación de curules equivalente al número entero superior siguiente a la mitad, será para las mujeres y las demás para los hombres con mayor votación en la correspondiente lista. Si se trata de lista cerrada, habrá alternancia de género en la ubicación de los candidatos, y si se trata de voto preferente, las curules se asignarán entre quienes hayan obtenido la mayor votación en orden descendente, tanto de mujeres como de hombres, de modo que la asignación de curules garantice la paridad de género.



En su defensa del artículo propuesto, dentro de una Ley Estatutaria que votaba el congreso, el senador Barreras argumenta que éste es el artículo que tiene relación más directa con la concreción de los derechos políticos de las mujeres, que es verdaderamente revolucionario puesto que permitiría que la mitad de las curules que están en el recinto del congreso sean verdaderamente ocupadas por mujeres y así, en cada corporación pública.


Que se distribuyan de manera que las listas que obtengan la votación necesaria para ser elegidas, se repartan de forma que se garantice una paridad real y no formal. Además, hace una precisión, que este artículo no es inconstitucional porque no requiere de una reforma constitucional, por ser una ley estatutaria que tiene control previo y no podría ser demandada ante la Corte. El artículo 262 de la Constitución ampara la paridad en los siguientes términos:


“La selección de los candidatos de los partidos y movimientos políticos con personería jurídica se hará mediante mecanismos de democracia interna, de conformidad con la ley y los estatutos. En la conformación de las listas se observarán en forma progresiva, entre otros, los principios de paridad, alternancia y universalidad, según lo determine la ley.”

Resulta paradójico que no sea una mujer quien presente esta propuesta, que sea un hombre que no viene de la izquierda, y más paradójico aún que muchas mujeres en el congreso se opongan.


Dentro de las voces disidentes que intervinieron en la plenaria, estuvieron la de Paola Holguín del Centro Democrático, Armando Benedetti del Partido de la U, Eduardo Enrique Maya del Partido Conservador y Angélica Lozano del Partido Alianza Verde. La senadora Holguín sostuvo que las mujeres no necesitamos curules regaladas, se mostró en contra de exacerbar a las minorías y llamó populista a la propuesta de Roy Barreras. Benedetti manifestó su preocupación por la posible inconstitucionalidad del artículo y Maya se mostró sorprendido porque en 26 años en su curul, nunca había visto una propuesta más extraña. Según él se estaba acabando con el sistema electoral. Finalmente, Angélica Lozano hizo un llamado a firmar un acto legislativo, porque según ella, aprobar ese artículo dejaría a las mujeres sin el pan y sin el queso.


Entre las posturas a favor, se encontraron las de la bancada del Partido Fuerza Alternativa del Común, con intervención de la senadora Victoria Sandino quien abogó porque se materializara la participación efectiva de las mujeres mediante esta ley, con dos argumentos: las mujeres somos más del 51% de la población, somos iguales ante la ley, hemos vivido el conflicto armado de forma desproporcionada y merecemos estar representadas en igual proporción. Por su parte, Aída Yolanda Avella Esquivel manifestó que las mujeres hace mucho tiempo que estamos pidiendo la paridad. Como ejemplo de la inequidad política a la que están sometidas las mujeres, menciona que en la Asamblea Nacional Constituyente eran solo cuatro mujeres de 70. El Partido Conservador no llevó mujeres a esta instancia y las mujeres no debemos seguir siendo el relleno en las listas a cargos de elección popular.


El senador Guillermo García Realpe del Partido Liberal, se manifestó a favor de la paridad porque lo que existe hasta el momento es una regulación teórica sin ningún efecto práctico, abogó porque haya no solo igualdad ante la ley sino también ante la vida. Por su parte, Temístocles Ortega Narváez de Cambio Radical hizo un llamado a hacer reformas y no retoques epidérmicos. A quienes tachan la propuesta de Roy Barreras de extraña, les da la razón. Es extraña porque nuestro sistema es excluyente y machista, es escaso de democracia, y para romper con lo establecido hay que hacer propuestas extrañas, nuevas, que se pongan a tono con los derechos. Finalizó diciendo: “díganlo como quieran, pero si no se aprueba este artículo, los partidos políticos le están negando los derechos a las mujeres”.


Luego de escuchar varias horas el debate y sopesar los diferentes argumentos, me quedan varios sinsabores: el primero, que mujeres de distintos partidos políticos, incluidos los de avanzada como el Partido Alianza Verde, se opongan a una ley que establece la paridad y va en la vía correcta del reconocimiento de nuestros derechos políticos.


Debo confesar que Roy Barreras no había sido de mis afectos, hasta que lo vi jugársela a fondo por el proceso de paz, por eso, creo que su propuesta audaz, extraña, atrevida, si se quiere, debió ser votada positivamente. Cuando de cerrar la brecha de género que nos condena a la exclusión, no debería importar de cuál partido viene la propuesta. Comparto con algunos de los senadores que de lo que se trataba, más allá de si luego debía pasar a control, era de desnudar quienes en verdad se la juegan por hacer de la nuestra una democracia más robusta, y la verdad, quedaron en evidencia.


“Le pido a los hombres de este Senado que antes de llegar a su casa a saludar a su señora y a sus hijas, voten esto en favor de las mujeres para que entren orgullosos por esa puerta y la democracia se renueve”. Fueron las últimas palabras de Barreras en la sesión.


Lo que finalmente votaron en el Senado fue tan solo un remedo de paridad, un contentillo, una sombra lánguida, el suspiro de un moribundo. La paridad real es aquella que garantiza que efectivamente la mitad de los escaños, no solo del congreso sino de todos los órganos de elección estén ocupados por mujeres. La paridad formal, que fue lo que se aprobó, es que en las listas haya la mitad de mujeres, pero no necesariamente ese 50 % de candidatas llegará a ocupar los escaños. A la paridad le temen quienes se aferran al pasado y a sus curules, y los miedosos son de todos los partidos y de todos los géneros.


Para rematar el desastre, hay que destacar la falta de cubrimiento por parte de los medios de comunicación de un debate medular para la democracia como el que acaba de ocurrir. Siguen en deuda con nosotras. Pero es bueno saber desde ya por quienes no votar en la próximas elecciones.

 

*JENNY LONDOÑO. Poeta, ensayista y cuentista ecuatoriana, es una feminista y una historiadora de las mujeres ampliamente reconocida en su país.

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