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¿Perú seguirá en el Grupo de Lima?

Por: Luis Eduardo Celis Analista de conflictos armados y de sus perspectivas de superación – Asesor de Pares  

Hace pocos días se posesionó Pedro Castillo como nuevo presidente del Perú. En su posesión estuvo como invitado oficial Jorge Arreaza, canciller de Venezuela, quien se entrevistó con el nuevo canciller peruano, Héctor Béjar. Y se ha abierto una pregunta sobre lo que será la continuidad de la política de cerco diplomático a Venezuela que, desde 2017, agencia el llamado “Grupo de Lima”. Se trata de una política que se ha venido debilitando de manera paulatina, y es posible que el nuevo Gobierno del Perú se aparte de esta nefasta medida que nada bueno ha traído. De hecho, el canciller Béjar ha dicho de manera clara que no comparten ninguna política que se base en bloqueos y sanciones unilaterales.

La política de bloquear a Venezuela ha hecho agua y no ha acarreado ningún resultado positivo para aquel país: solo ha agudizado las condiciones sociales de una economía duramente golpeada por la caída de los precios del petróleo y estructuralmente dependiente de este sector; y, además, ha recrudecido la fragilidad de la situación de seguridad alimentaria, temas que han llevado a una crisis social sin precedentes para una nación como Venezuela (que solía ser el “vecino pudiente”). De forma similar, en otro tiempo, los indicadores de pobreza y desigualdad fueron creciendo en Venezuela hasta llevar a un quiebre político que explica la existencia del chavismo en el Gobierno desde 1999.

Sin duda, hay una situación crítica en Venezuela y se requieren salidas políticas a ella, pero sobre el principio de soberanía y autodeterminación de las y los venezolanos; sin bloqueos, imposiciones o chantajes como los que se han visto en los últimos años y que han sido liderados desde la complicada administración del Presidente Trump. Bajo su Gobierno, se echaron para atrás todos los esfuerzos de diálogo y entendimiento que venía promoviendo la administración del presidente Obama (no sin dificultades, pero, sin duda, mucho más abierta y dialogante que la de quien lo sucedió).

Ahora, en Venezuela hay procesos de diálogo entre el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y sectores de la oposición. Y vamos a ver una nueva ronda de conversaciones entre ambos sectores: la décima que se da entre gobiernos chavistas y la oposición desde 1999 (años desde el que la actual corriente política gobierna en Venezuela). Se trata, en este caso, de diálogos que se realizarán en México (probablemente durante este mes de agosto) y que son promovidos por la diplomacia de paz de Noruega y, además, cuentan con el apoyo de la Unión Europea y con cierto beneplácito de la administración del presidente Joe Biden. Esperemos que de estas nuevas rondas de diálogos salga un rumbo de entendimiento en Venezuela, tarea nada fácil pero estrictamente necesaria.

Si en Venezuela hay diálogos y apertura a la diferencia, así sea poco a poco, se tomará el único rumbo viable y democrático: entendimiento entre personas venezolanas, sin injerencias ni presiones externas, y mucho menos bloqueos.

Desafortunadamente, el Gobierno del presidente Iván Duque va en contravía de una diplomacia que funcione, y persiste en el trillado y fracasado camino de promover sanciones e imposiciones al Gobierno venezolano. Hace pocos días se manifestó a favor de incluir a Venezuela, por parte de los Estados Unidos, en la lista de países promotores del terrorismo. Enorme exabrupto que en nada ayuda a buscar salidas a serios problemas de violencia que se tienen en los dos países y en su zona de frontera; problemas que en medio de una política de mutua hostilidad han aumentado en los últimos cinco años.

Colombia y Venezuela deben trabajar en sus temas comunes de manera diplomática, con mutuo respeto y sin injerencias. Ese será un reto para el nuevo Gobierno colombiano (que espero que sea de signo contrario a este); Gobierno que debe trabajar de manera seria y consistente en los retos compartidos con Venezuela, que no son pocos ni fáciles. ¿Seguirá Lima en el Grupo de Lima? Ya veremos.



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