Por: Redacción Pares
Foto tomada de: Hacemos Memoria
Las primeras negociaciones de paz entre el ELN y el Estado colombiano datan de 1975. Dos años atrás el Ejército de Liberación Nacional había sufrido el peor de los golpes. Entre el 7 y el 18 de agosto de 1973 las tropas dirigidas por el Coronel Hernán Hurtado Vallejo arrasaron con la columna de Manuel Vásquez que habían realizado operaciones de alto impacto entre los que se puede contar el secuestro de dos soldados en Antioquia. Bajo el nombre de Operación Anorí y con la información presentada por dos guerrilleros que habían desertado, el ELN sufrió una pérdida de alrededor de sesenta hombres, entre detenidos y muertos en combate. Los sobrevivientes fueron Manuel y Antonio Vásquez y el sacerdote español Manuel Pérez, que unos años más adelante sería el máximo comandante de esa guerrilla. El ELN les hizo un homenaje a los caídos en este combate poniéndole el nombre de Héroes de Anorí a uno de sus bloques más activos. Acorralados por este golpe el ELN le hace una propuesta al entonces presidentes López Michelsen. Pero nunca lograron consenso. Desde esa época, hace medio siglo, el Comando Central no sólo ha tenido que ponerse de acuerdo con los gobiernos sino que internamente han tenido que apaciguar las aguas.
Esta división dentro del ELN se vio de manera más directa a finales de los años noventa. La corriente de Renovación Socialista, muy a disgusto de Gabino, Manuel Pérez, y la línea dura del ELN, se sentó a hablar con César Gaviria y consiguió desmovilizar una parte importante de sus miembros. Estaban agotados de la lucha armada. Desde los años ochenta venían pensando en una salida que no fuera la guerra. Jalonada por los acuerdos de paz del M-19, el Quintín Lame, el EPL y por la Constitución del 91. Surgía un nuevo país.
En el plano militar el CRS pretendió, sin éxito, “adecuar sus estructuras y actuaciones buscando articularse a la entonces Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar” tal y como lo dice un artículo publicado por PARES en el año 2016, en lo político si consiguieron articularse en procesos de movilización social, en movimientos políticos electorales independientes y regionales, e incluso a la investigación académica. La CRS concentraba buena parte de la intelectualidad que, movida por las injusticias sociales, por un deseo de cambio, integró en algún momento de los setenta, de los ochenta, las filas del ELN.
Con decisión el CRS pretendió y logró llegar a acuerdos con el gobierno Gaviria hasta que 865 de sus hombres dejaron la lucha armada y firmaron la paz el 9 de abril de 1994. La desmovilización tuvo como garantes al gobierno de Holanda, y la desmovilización se hizo en un acto público en Flor del Monte, Sucre. La fe en la paz no la quebrantó nada, ni siquiera el asesinato de dos de sus dirigentes más destacados, Carlos Manuel Prada y Evelio Gonzalez en una extraña operación realizada por el ejército.
El ELN tildó de traidores a los miembros del CRS y continuaron en su lucha. Eso sí, algunos de sus miembros siguieron buscando la paz. Con el gobierno Samper se sentaron a negociar en Maguncia, Alemania, y todo iba por buen camino hasta que ocurrió lo peor: la masacre de Machuca. El atentado a un oleoducto en esa región de Antioquia provocó una explosión que mató a 89 personas. Los diálogos se rompieron.
Los gobiernos de Uribe y de Santos también se sentaron a negociar con el ELN sin llegar a acuerdos importantes, en parte por lo fragmentado que están. Petro, quien ha trazado como uno de los objetivos prioritarios de su gobierno llegar a la Paz Total, ya llegó al VI ciclo de negociación con esta guerrilla y ha llegado a acuerdos parciales de cese al fuego. Pero el intento del gobierno por hablar con bloques que no están tan unidos al Comando Central, como el Frente Comuneros Sur en Nariño, ha provocado el disgusto de los jefes negociadores quienes metieron en negociación los diálogos quienes no son conscientes de que hay que llevar las mesas de negociación a las regiones. En las últimas horas Pablo Beltrán hizo una de sus declaraciones más polémicas al afirmar que “Las negociaciones con Petro es peor que con Uribe, Santos y Duque”.
Uno de los analistas que mejor conoce la historia de las negociaciones entre el ELN y los gobiernos colombianos, León Valencia, hizo esta reflexión desde su cuenta de X: “El ELN está viviendo una situación interna parecida a la que vivió a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado: una gran tensión interna, un gran miedo a dividirse de nuevo por cuenta de las negociaciones de paz. En aquel tiempo una fracción: la Corriente de Renovación Socialista se vino a la paz jalonada por los acuerdos del M19 y por la Constitución del 91, ahora Petro, un presidente de izquierdas, está generando la ilusión en sectores de esta guerrilla de venirse a la vida civil. En aquella oportunidad, en noviembre de 1989, hicimos un congreso al que asistieron 102 delegados y setenta de ellos votaron por seguir en la confrontación y sólo 32 votaron por acompañar al M19 en las negociaciones. Ahora, al parecer, han citado otro congreso para definir un qué hacer. Mis votos son por que el ELN se mantenga unido, porque gane la posición que está por venirse la paz de la mano de Petro, porque cerremos por fin el ciclo del conflicto armado de carácter político en Colombia. El gobierno debe ayudar a que esto ocurra, la sociedad cívica debe ayudar a que esto ocurra, la comunidad internacional debe ayudar a que esto ocurra”.
La ilusión de sacar, al menos, al ELN de la guerra debe mantenerse viva. La sociedad civil debe estar alerta, la negociación con este grupo armado vuelve a entrar, una vez más, como viene pasando desde 1975, en cuidados intensivos.
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