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¡No pasarán! Darío Acevedo y su cruzada por el olvido

Por: Diego Alejandro Restrepo, Coordinador de la Línea de Investigación en Conflicto, Paz y Postconflicto, Pares.


El 03 de febrero de 2020 fue publicada una carta dirigida al actual director del Centro Nacional de Memoria Histórica-CNMH de Colombia, Darío Acevedo, en donde se le notificaba la no renovación de la membresía del CNMH en la Coalición Internacional de Sitios de Consciencia que recoge en siete redes “más de 275 miembros en 65 países alrededor del mundo”, entre ellas la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños-RESLAC.


La expulsión del CNMH de la Coalición Internacional se dio debido a la ausencia de respuesta de Darío Acevedo frente a la solicitud, cuatro meses atrás, de adherirse a los principios de esta red, es decir, que reconociera la existencia del conflicto armado interno en Colombia, la centralidad de las víctimas frente a los actores armados y garantizara su participación en los procesos de memoria, que apoyara las iniciativas generadas desde la sociedad civil en procesos de memoria y que procurara una cultura de paz para la no repetición del pasado violento.


El mismo día, la Red Colombiana de Lugares de la Memoria se acogió a este pronunciamiento aludiendo a la falta de apoyo del CNMH en cabeza de Acevedo a las iniciativas de memoria de la red, su falta de reconocimiento a la Red como interlocutor válido en la construcción del Museo Nacional de la Memoria y también a sus constantes pronunciamientos públicos haciendo evidente la priorización de la memoria de las Fuerzas Armadas y poniendo en cuestión la existencia del conflicto armado en Colombia.

Imagen tomada de El Espectador. Darío Acevedo, Director del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Este hecho constituye sólo una expresión de las transformaciones que vienen sucediendo en el CNMH desde el ascenso de Darío Acevedo como su director.


Desde el momento mismo de su designación por parte del presidente Iván Duque Márquez, del partido Centro Democrático, se suscitó una fuerte polémica entre sectores de víctimas, políticos, intelectuales y organizaciones sociales debido a su cercanía con el uribismo, especialmente, con el senador José Obdulio Gaviria, su falta de méritos académicos para dirigir esta institución y sus posiciones públicas negando el conflicto armado colombiano, exaltando la labor de las Fuerzas Militares en medio de fuertes cuestionamientos por violaciones a derechos humanos y restándole legitimidad al proceso de paz entre el Estado y las Farc-ep.


Tal fue el impacto en las organizaciones de víctimas que habían tejido una relación de confianza con el Centro de Memoria durante la dirección de Gonzalo Sánchez, que, ante el anuncio presidencial, decidieron retirar sus archivos por la desconfianza que les causaba la nueva dirección y el nuevo rumbo que tendría esta institución.


Unión Patriótica-UP, Asociación Minga, el Movimiento Nacional de Víctimas del Estado-MOVICE, la Organización de Madres de Falsos Positivos-MAFAPO y la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, fueron algunas de las organizaciones que retiraron sus archivos del CNMH.


A pesar del escenario de zozobra y rechazo en el cual Acevedo asumió el control de la institución, de manera temprana dio inicio a una serie de transformaciones sustanciales en el enfoque y la perspectiva del Centro.


Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta transformación ha sido la propuesta de reelaborar el guión del Museo de la Memoria con el propósito de incluir la narrativa de las Fuerzas Militares, según algunas versiones con una visión apologética de la institución castrense, pues según su perspectiva esto había sido desestimado por la administración anterior.


Recientemente, Cristina Lleras, una de las personas que hizo parte del equipo de museología y coordinó la exposición Voces para transformar a Colombia, una exposición piloto del museo, publicó un artículo titulado “Sería fácil llamarlo censura.


Detrás de los cambios del guión del Museo de Memoria de Colombia” en donde plantea la discusión sobre las pretensiones de Acevedo en la transformación narrativa del Museo y sus implicaciones en el ámbito de la museología contemporánea. Más allá del ámbito disciplinar, no menos importante, cabe destacar algunos elementos señalados por Lleras:


I) Desconocimiento intencionado del trabajo participativo y académico desarrollado durante cuatro años para la elaboración del guion del Museo.

II) Desestimación del documento Museo Nacional de la Memoria: un lugar para el encuentro. Lineamientos conceptuales y guion museológico.

III) Objetivación de las víctimas del conflicto, consideradas como ‘fuentes’, como ‘testimonios’ y no como “sujetos con historia y agentes de la transformación”.

IV) Disminución del apoyo a las iniciativas de memoria de víctimas y conmemoraciones.

V) Preponderancia de iniciativas de memoria de la Fuerza Pública y, seguidamente, de víctimas de las guerrillas.


Sobre el último punto señalado, la relación desproporcionada entre la iniciativas de memoria de Fuerza Pública frente a las de víctimas y otros sectores es evidente:


En el listado de Iniciativas de 2019 aparecen 20 con información y en curso cuyos resultados, a la fecha, aún no han sido publicados. Casi la mitad son iniciativas con la Fuerza Pública y, las otras, son en su mayoría de víctimas de las guerrillas. (Lleras, 2020)


Es de particular interés que, a pesar de que las Fuerzas Militares tienen sus propias investigaciones sobre memoria histórica y desarrollan exposiciones en sus propios museos, financiadas con recursos públicos, el CNMH bajo la dirección de Acevedo concentre la mayoría de sus esfuerzos en apoyar esta labor en detrimento de la articulación con otras voces sin recursos oficiales e invisibilizadas por la acción de la guerra.


Se hace evidente aquí la operación simbólica de los sectores gubernamentales para disputar las interpretaciones del papel de las Fuerzas Militares en la guerra y así subordinar las memorias a sus intereses, reelaborando el pasado para justificar el presente y proyectar un futuro acorde con su visión política. Sin embargo, ¡no toda dominación es total!

Tomada de National Geographic. Fotografía de Mikhail Kolstov (1937). Cartel de la Resistencia de Madrid ante la dictadura de Franco.

El pasado es un sentido activo, construido y reconstruído constantemente por agentes sociales que se sitúan en escenarios de disputa frente a otras interpretaciones y sentidos, contra olvidos y silencios. La memoria es central en la agenda de movimientos sociales y colectivos que disputan estos significados a través de la activación de los recuerdos incómodos, dolorosos, descodificando las visiones dominantes que buscan consolidarse como hegemónicas, recodificando las interpretaciones a través de la resistencia. Es necesario tomar partido ante la cruzada por la memoria emprendida por el uribismo, ¡No pasarán!

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