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Ni el Festival Vallenato salvó a la Ley de Transfuguismo. Una crónica de su hundimiento

  • Foto del escritor: Óscar A. Chala
    Óscar A. Chala
  • 9 may
  • 8 Min. de lectura

Por: Oscar A. Chala, investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad


El “pequeño” puente festivo que se dieron los senadores del país no fue suficiente para voltear los votos que tenían agonizando al proyecto de Acto Legislativo No. 017 de 2024, la llamada “Ley de Transfuguismo”. Ni el son de los acordeones, ni las parrandas vallenatas que permiten casi siempre el encuentro, la negociación y el diálogo al calor de la música, la bebida y la juerga, sirvieron para que la tendencia negativa del voto se revirtiera.


Tampoco funcionó la defensa que algunos influenciadores, analistas y líderes de opinión que hicieron del proyecto en sus redes sociales. Mucho menos los llamados a concebir el proyecto como una oportunidad democrática para que los miembros de corporaciones públicas se mantuvieran leales a sus electores, más que a sus partidos.


Luego de un debate que se extendió por 3 horas, en la que la mayoría del tiempo se consumió en el trámite de impedimentos y en las intervenciones de los senadores y voceros de partido sobre la inconveniencia del proyecto, finalmente la votación se ajustó a las proyecciones que se tenían y el bloque opositor ganó con 26 votos de diferencia, en una jornada en la que asistieron 99 de los 103 senadores.


Con este hundimiento, ya son 4 los proyectos que han intentado cambiar la configuración del sistema de partidos en el país que se han caído. Por un lado, las dos grandes reformas políticas propuestas por el gobierno Petro y por el otro, los dos intentos de movilizar una ley de transfuguismo, una a inicios de 2024 y otra a finales de ese mismo año.


La crónica de la jornada


Fuente: Canal del Congreso.
Fuente: Canal del Congreso.

Tras tramitar todos los impedimentos restantes de la sesión plenaria pasada frente al proyecto de Ley, finalmente sobre las 5:08 p.m. Fabio Amín, quien fungía en ese momento como presidente del Senado (mientras llegaba Efraín Cepeda a ejercer su rol) dio inicio a la discusión. Aunque la primera palabra la tenía el liberal Alejandro Carlos Chacón, quien era ponente de esta iniciativa, finalmente Paloma Valencia comenzó su intervención, tras haber presentado proposición de archivo al proyecto.


El argumento de Valencia (y posteriormente el argumento de Carlos Fernando Motoa, quien intervino a nombre de su partido, Cambio Radical) se concentró en una defensa férrea del sistema de partidos, al considerar que esta ley podía afectar la disciplina interna y la composición y estructura de éstos frente a los intereses particulares de quienes son elegidos por estos partidos.


No es para menos. El temor de Germán Vargas y de Álvaro Uribe es que, de haberse aprobado esta ley, sus bancadas se hubieran debilitado en el Congreso, pero, más aún, hubieran perdido fuerza a nivel territorial para las próximas elecciones de 2026. Según informó La Silla Vacía, algunos congresistas de Cambio Radical esperaban que la reforma pudiera avanzar, lo que llevó a que Vargas Lleras tuviera los ojos encima de su propia bancada con observadores en los pasillos del recinto del Senado. En el caso del uribismo, aunque la disciplina de partido funciona y es poco probable que hubiera una andanada de salidas, Uribe había dado la orden de no votar al proyecto. Así fue.


Junto con la declaración de Valencia y Motoa, intervino Angélica Lozano, quien aseveró que a pesar de que ella misma había impulsado la escisión dentro de su partido para poder armar un bloque político independiente del gobierno Petro, decidieron seguir las reglas establecidas por la ley y no votar a un proyecto que, según ella, solo favorecía al Pacto Histórico.


Y es que la idea que se instaló en el Congreso posterior a que el proyecto de ley fuera aprobado en su quinto debate en la Comisión Primera de Senado a inicios de abril, era que el proyecto buscaba, como finalidad, permitir una andanada de renuncias dentro de los partidos del Pacto Histórico por fuera de la Colombia Humana, en caso dado de que el proyecto de unificación (que ya se ha puesto en marcha con las renuncias a la personería jurídica en el Partido Comunista, el Polo Democrático y la Unión Patriótica) se cayera, para tener una posibilidad al permitir con estas renuncias que los senadores y representantes se pudieran inscribir en la Colombia Humana para conformar las próximas listas al Congreso.

Lozano desarrolló esta idea la señalar que el proceso de fusión del que hablaba María José Pizarro en una intervención anterior a la suya era imposible bajo el artículo 14 de la ley 1475 de 2011, en la que se impide que los partidos puedan fusionarse o escindirse si están siendo objetos de alguna investigación por parte de entes de control.


En este caso, Lozano indicó que los partidos del Pacto Histórico estaban siendo investigados por las denuncias de irregularidades en la financiación de la campaña Petro Presidente 2022 por parte del Consejo Nacional Electoral, por lo que no sólo la salida del bloque de Progresistas del MAIS se vería impedida, sino en realidad toda la fusión en el Pacto Histórico como partido único.


La respuesta de Pizarro, vehemente en su intervención, es que el Consejo Nacional Electoral no puede obviar la jurisprudencia que como órgano ya ha generado al permitir que Dignidad y Compromiso, junto con Fuerza de la Paz, se escindieran respectivamente del Polo Democrático y del partido ADA, cuando estos últimos partidos también estaban siendo investigados por el ente de control. Además de justificar que el Pacto Histórico no buscaba favorecerse de este proyecto de ley en tanto ya habían elegido el camino de la fusión.


En esa misma vía intervino Alejandro Carlos Chacón, ponente del proyecto de Acto Legislativo, quien señaló que era una falacia indicar que el proyecto solo respondía a los intereses del bloque de gobierno, cuando el proyecto de ley había sido firmado por diferentes representantes de los partidos políticos.


No obstante, lo más importante de la intervención de Chacón estuvo en su defensa de la independencia de los congresistas y miembros de corporaciones públicas frente a los partidos, al señalar que los partidos políticos no tienen razón de ser sin ellos. Esto es importante porque abrió la veta fundamental del debate frente a la potencial crisis de representación que viene viviendo el Congreso y que, en palabras del senador Chacón y del Pacto Histórico, es una de las causas de la fragmentación de los partidos políticos.


Pasada las 8:00 p.m., la votación se dio, ganando el archivo del proyecto con 55 votos sobre 29 que pedían que el proyecto fuera discutido. Al cierre de la plenaria, el Pacto Histórico se quedó sin la última opción que le quedaba en caso dado de que el CNE decida impedir su fusión. Por ahora, la disputa legislativa se traslada de aquí a la discusión de la Consulta Popular, a la que le haremos cubrimiento desde la Línea de Democracia y Gobernabilidad.


¿Las curules son de los partidos o de los congresistas? El debate de fondo de la Ley de Transfuguismo


Fuente: El Nuevo Siglo.
Fuente: El Nuevo Siglo.

Siendo así, el debate reflejó la existencia de dos tendencias dentro del Congreso de la República:


1. Un bloque (en el que está el Pacto Histórico, Comunes, algunos verdes y liberales, y algunos senadores y representantes del Partido de la U, Conservadores y de Cambio Radical) que consideran que los votos que ha obtenido un candidato son suyos propios y que estos se deben más al voto de quienes representan que al interés propio del partido que los avala. Esta fue la idea central que todos defendieron en sus intervenciones, pero con algunas salvedades.


Por el lado del Pacto Histórico, hubo mayor hincapié en controvertir el rol de los partidos políticos como máquinas cooptadoras de amplios bloques de la burocracia estatal (en palabras de Wilson Arias), mientras que, por el lado de Juan Felipe Lemos, del Partido de la U, comparten el diagnóstico de Chacón, en el sentido de que los partidos en muchos casos se convierten en limitantes de la libertad de los congresistas por reflejar los intereses de sus votantes.


Igual, en ambos casos, pesaba un sentido más instrumental. Esto queda claro en la intervención de Carlos Benavides, del Polo (Pacto Histórico) quien aceptó en su intervención que justificaban la libertad para cambiar de partidos, incluso si esta afectaba positivamente al bloque de gobierno con la integración de nuevos congresistas al partido único. Por el lado de Arias, esta justificación estuvo centrada en la reconfiguración de la coyuntura partidista a lo largo de los períodos legislativos, que hacía que en muchos casos los congresistas terminaran disintiendo con sus propios partidos.


2. Un bloque en el que se conformaron los partidos de oposición (Centro Democrático, Cambio Radical) y dos de los tres independientes tradicionales (Partido Liberal, Partido Conservador, Partido de la U) quienes señalaron que el proyecto de ley era una amenaza a la democracia, en tanto horadaba el sistema de partidos, alimentaba la fragmentación política y beneficiaba solo al bloque de gobierno.


Aquí hay que señalar que la postura de los partidos cedió finalmente, en parte, porque caló la narrativa de que esta reforma era el salvavidas para que el bloque del Pacto Histórico conservara la posibilidad de que muchos de sus congresistas pudieran reelegirse o cambiar de cámara, aun cuando en realidad el proyecto de ley estaba hecho a la medida de la mayoría de los congresistas, con condiciones que motivaron, en parte, que en los 5 debates anteriores pasara sin ninguna dificultad.


No obstante, y a pesar de que la mayoría decidió votar en contra, queda en el ambiente la urgencia por una nueva reforma política. La mayoría de las intervenciones de la bancada conservadora (Nicolás Echeverry, Marcos Daniel Pineda), de la bancada Verde (Fabián Díaz) y de la bancada de la U (Juan Felipe Lemos) resaltaron anteriores puntos de discusión de las dos anteriores reformas presentadas por el gobierno Petro, especialmente frente a la democracia interna de los partidos, la conformación de las listas e incluso cambiar el sistema de asignación de curules bajo el modelo D’Hondt.


También caló el golpe de opinión que desde las organizaciones de la sociedad civil y la opinión pública movieron sobre la inconveniencia del transfuguismo. En parte, el trabajo de análisis de la Misión de Observación Electoral fue el sustento argumentativo con el que muchos de los congresistas construyeron su discurso alrededor del peligro hacia la democracia con esta propuesta, así como conceptos desde la academia y el lobby de los gremios empresariales que, según La Silla Vacía, fueron importantes para la decisión.


¿Existe una crisis de representación en el seno del Congreso?


Fuente: El Colombiano
Fuente: El Colombiano

Lo que queda en la atmósfera con esta discusión es qué tan profunda es la disonancia entre los intereses de los partidos y de los congresistas frente a los programas políticos que representan y sus propios electores, puesto que se infiere de este escenario un desanclaje entre la representación individual y la representación partidista, lo que termina erosionando el sistema de partidos como mediador legítimo entre ciudadanía e instituciones.


Es decir, en cierto modo este proyecto de Ley de Transfuguismo, como el proyecto anterior, caen en el problema de personalizar en exceso la política, haciéndola más frágil. En esto, el concepto de la MOE es correcto, y el argumento de los partidos opositores e independientes termina siendo coherente.


Además, tanto el bloque del gobierno como algunos sectores de partidos tradicionales están dispuestos a flexibilizar los límites institucionales (como el transfuguismo) si esto beneficia coyunturalmente su posición legislativa. Lo que esto nos indica es que existe una idea de representación más centrada en cálculos individuales o faccionales, que en principios programáticos o en una conexión sólida con sus electores.


Esto agrava el escenario complejo del clientelismo, pues termina por encauzar el personalismo electoral y al congresista como la figura legítima por encima de su partido, lo que termina por consolidar lógicas clientelares y caudillistas a nivel regional. En parte, es esta fragilidad del sistema de partidos el que ha permitido que los clanes políticos en Colombia hayan construido redes multipartidistas para consolidar su poder y negocien sus apoyos como fichas de cambio para sostener estos partidos a nivel territorial.


En cierto modo, el transfuguismo solo hubiera consolidado el sistema que denunciaba el senador Wilson Arias en su intervención, frente a la posibilidad de que los partidos sigan siendo fachadas de redes de poder informales mucho más estructuradas y que giran alrededor de clanes y grupos políticos territoriales para cooptación y control burocrático del Estado.

Además, el riesgo de que los partidos se dividan internamente y que muchos congresistas se alineen según intereses coyunturales y no de bloque o ideológicos, lleva a una fragmentación del Congreso, que termina por dificultar la gobernabilidad y la coherencia legislativa, además de impedir la construcción de mayorías estables, degrada los debates programáticos de fondo y mantiene en un constante y cíclico estado de ajustes al juego de reglas electorales.

 

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