Por: María Victoria Ramírez
“La historia de la literatura empieza de forma inesperada. El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer. Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia”. Enheduanna proveniente de Mesopotamia, se atrevió a participar en política y pagó con el exilio y la nostalgia.
Irene Vallejo, El infinito en un junco
En esta fecha en la que se conmemora el día de la no violencia contra las mujeres, opto por no presentar y analizar las estadísticas en esa materia, sino por hablar de la experiencia del Distrito de Bogotá denominada Manzanas del Cuidado, presentada por la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, en el marco del Seminario Internacional Lideresas por la inclusión democrática que tuvo lugar en la Universidad del Rosario en Bogotá el 2 y 3 de noviembre de 2022, convocado por la Fundación Pares, ForumCiv, Ford Foundation, ONU Mujeres, Universidad del Rosario y UR Plurales.
Considero pertinente hablar del Sistema de Cuidado en el Distrito, porque sin duda debe ser un referente para el Sistema Nacional de Cuidado incluido en el proyecto de ley que cursa en el Congreso de la República para la creación del Ministerio de Igualdad y Equidad.
Para introducir el tema, la alcaldesa realizó una reflexión sobre el precio que debemos pagar las mujeres que hoy somos protagonistas (todas las que hoy habitamos el planeta) del gran cambio que representa nuestra irrupción en todos los ámbitos: político, económico, científico, etc. Ese precio es una enorme resistencia e incluso la violencia. Y plantea que es la razón por la que quienes tienen roles de representación y liderazgo en cualquier escenario deben propender por garantizar sistemas de cuidado para las mujeres. Para cuidarse y para cuidar a otro hay que tener empatía, sentir con el otro, no es un problema racional. Cuidar requiere habilidades como la solidaridad, la humildad y la generosidad, vitales en este momento de la humanidad que necesita cuidar a las personas para que éstas puedan cuidar las democracias y para que, a su vez, las democracias puedan cuidar el planeta. Y ese orden no es caprichoso. Si tratamos de cuidar al planeta, generar empleos verdes, hacer transiciones energéticas rápidas a costa de cuidar a las personas, no se va a lograr.
Los tratados de derechos solo los cumplen las democracias, las dictaduras no se ocupan de eso. Sin democracia no va a haber quien cuide ni a las mujeres ni al planeta, y hay en la actualidad un asalto de populismos erosionando la democracia, un asalto del individualismo salvaje. Tres cosas nos hacen distintos de las demás especies: inteligencia, capacidad de imaginar un mundo que no existe, la comunicación para transmitir esos mundos imaginarios a otros, capacidad de acción colectiva para construir esos mundos imaginarios. Esos tres atributos, sumados a la capacidad de cuidado que tienen las mujeres es lo que va a evitar la extinción.
Claudia López sostiene que los sistemas de cuidado que se diseñen en nuestro tiempo deben tener en cuenta que entre más condiciones de resistencia, de discriminación se acumulen en una persona, a mayores riesgos de violencia va a estar enfrentada y, por tanto, más cuidado y protección necesita.
Cuando Claudia López llegó a laAalcaldía como primera mujer alcaldesa en la historia de la capital de Colombia, se enfrentaba al reto, según ella misma lo expresa, de hacer algo excepcional en favor de las mujeres, luego de cinco gobiernos progresistas que ya habían hecho mucho. Se siente orgullosa de haber agregado el Sistema Distrital de Cuidado y las Manzanas del Cuidado en Bogotá. La motivación es que todas las mujeres sin importar de qué estrato social provengan, el barrio al que pertenezcan, van a enfrentar riesgos. La pregunta es cómo lograr que del 52% de la población de Bogotá, que son mujeres, 1,2 millones de mujeres que son mujeres de bajos recursos, 700.000 en pobreza, están relegadas a labores de cuidado doméstico no remunerado puedan acceder a servicios que las liberen de esa situación. Ellas viven ciclos de dependencia económica y emocional, incluso de sus propios agresores, y se encuentran atrapadas en un círculo machista que ellas mismas reproducen, puesto que consideran genuinamente que ser buenas mujeres y buenas mamás es quedarse en la casa cuidando a otros, a expensas de su vida. El reto entonces es proveer un servicio que las mujeres no están pidiendo. Las mujeres no salen a la calle a reclamar condiciones para salir del círculo de cuidado, a diferencia de otras poblaciones de los reclamos son evidentes y se manifiestan para conseguirlos, como el caso de los jóvenes.
Desde el punto de vista feminista, las mujeres deben liberarse de las labores de cuidado, pero no es fácil convencer a alguien de utilizar un servicio que no está pidiendo, o por decirlo de otro modo, que no sabe que necesita, que no reconoce su necesidad.
Dado que la pandemia hizo que los esfuerzos de su gobierno se centraran en atender la emergencia sanitaria en los primeros dos años, lo que se preveía en términos de Sistema de Cuidado en el Distrito tuvo que hacerse en los dos años restantes, que ya están por concluir. La estrategia fue aprovechar la infraestructura social que ya tiene el distrito (colegios, parques, centros de cultura, centros felicidad, centros de desarrollo comunitario, entre otros) que ya está construida y pensada para otras poblaciones (niños, niñas y jóvenes), fuese utilizada para atender a las mujeres cuidadoras en los horarios en los que no se utilizan. Estas mujeres están en pobreza de tiempo, de oportunidades y económica, y no tienen un minuto libre para sí mismas puesto que para la mayoría la rutina es de lunes a viernes madrugar para hacer el almuerzo, llevar al niño al colegio, luego a cuidar abuelos y abuelas, cuidar a los enfermos y llevarlos al médico, que el sábado lo emplean en lavar a mano la ropa de toda la familia partiéndose la espalda y el domingo en plancharla, y vuelve el lunes vuelve y arranca. Es la situación de por lo menos 1 millón de mujeres en Bogotá.
Las Manzanas del Cuidado lo que han hecho es usar la infraestructura y contratar personal adicional para ofrecer servicios pensando en esas mujeres cuidadoras. Servicios que reconozcan y reduzcan su pobreza de tiempo, que reduzcan el trabajo no remunerado que llevan sobre sus hombros y en el tiempo que se les libera, se les den oportunidades concretas para terminar su ciclo educativo, para generar ingresos y garantizar autonomía económica y generar una vida libre de violencias.
Por ejemplo, en un centro de desarrollo comunitario que ya tenía piscina, salones de arte, espacios culturales fundamentalmente para niños y jóvenes, lo que hacían las mujeres era sentarse a esperar a sus hijos hasta que terminaran sus actividades. Por tanto, hoy se usan para brindarles espacios a las mujeres. Pero para que las mujeres cuidadoras se sientan seducidas por estos espacios, se les debe garantizar que a quienes ellas cuidan están seguros, cuidados. De lo contrario no habrá poder humano que las haga liberar tiempo para ellas mismas.
La lección que ha aprendido el distrito en el proceso es que en la misma infraestructura debía ofrecerse simultáneamente varios tipos de servicio: El primer servicio consiste en garantizar cuidado de personal especializado para las personas que las mujeres cuidan (abuelos, niños, niñas, personas con discapacidad); el segundo son los servicios deportivos, educativos, formación en emprendimiento) a los que pueden acceder las mujeres.
La alcaldía mayor de Bogotá reconoce la carga de trabajo no remunerado, redistribuye esa carga pasándola a sus servicios institucionales de cuidado para que cuiden a los que ellas cuidan, liberándoles tiempo para ellas, pero para sea sostenible, dado que el primer anillo obvio de resdistribución del trabajo de cuidado es la familia, el Distrito diseñó el tercer servicio denominado A cuidar se aprende, dirigido a niños, jóvenes y hombres en el cual se les forma en labores de cuidado como lavar, cocinar, leer con los hijos, coser, llevar al adulto mayor al médico. Seis de las 12 Manzanas de Cuidado que ya existente cuentan hoy con lavandería comunitaria (con lavadoras y secadoras donadas por el sector privado). El servicio es gratuito. Lo que libera tiempo de la mujer, pero también anima a los hombres y a los jóvenes a realizar las tareas domésticas.
Una Manzana del Cuidado está conformada por una infraestructura ancla que puede ser un colegio, un centro de salud, etc., ´y que agrupa otras infraestructuras en un sector de aproximadamente un kilómetro a la redonda. Hasta el momento han prestado 200.000 atenciones, han reducido la pobreza de tiempo de más de 35.000 mujeres. Se partió de cero en 2020 y a la fecha hay 12 Manzanas del Cuidado y finalizará el mandato de la alcaldesa con 20 y se planea llegar a 1 millón de atenciones. Para implementarlas no se ha invertido un en infraestructura, lo que ha requerido es convicción y liderazgo. Convencer a los encargados de las instituciones de que permitieran usar las infraestructuras en horarios distintos a los acostumbrados y para prestar servicios de cuidado para las mujeres, fue un reto. Crear el sistema implicó volver el tema del cuidado un lineamiento de ordenamiento, una norma que hoy hace parte del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad. En los próximos 15 años, Bogotá deberá construir más infraestructura social para alcanzar 45 manzanas del cuidado para lograr que a esa fecha, cualquier mujer en la ciudad pueda encontrar a 30 minutos de su casa una Manzana del Cuidado, sin importar su nivel económico, porque en todos los niveles socioeconómicos las mujeres experimentan violencias, el distrito deberá ir adecuando los servicios de acuerdo a las necesidades y especificidades de las mujeres.
En una fecha como hoy vale la pena reflexionar cómo, si el comienzo desde Enheduanna fue tan promisorio, fuimos relegadas durante siglos a los roles de cuidado. Pero también es una fecha para imaginarnos los mundos posibles y las iniciativas que nos liberemos del secuestro del cuidado no valorado y de todas las demás formas de violencia.
Recall when in school, we used to keep an extravagant looking book and wrote our considerations in that beginning with the words, "Dear Journal" as though we are conversing with a companion who might express nothing back to us. However, we generally had a little component What is Journaling? of mindfulness since we realize that somebody would understand this. We got aware of projecting the right sentiments, keeping our spellings all
together.