Los secuestros con los que Pablo Escobar le puso una pistola en la cabeza a César Gaviria
- Redacción Pares
- 19 jun
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Por: Redacción Pares

El atentado que tiene entre la vida y la muerte a Miguel Uribe Turbay, y la escalada de violencia de los grupos armados en territorio, han hecho a muchos comparar estos tiempos con los que vivió el país en los años ochenta. Sin embargo, hay un océano de tiempo entre ambos mundos. Colombia vivió una oleada de terror entre 1989 y 1991 que incluyó el asesinato de tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, además de la explosión de un avión de Avianca y la destrucción del edificio del DAS, que dejó más de 80 muertos.
Esta era la guerra que el Cartel de Medellín le declaró al Estado colombiano buscando liberarse de la extradición y también evitar que la justicia cayera sobre ellos con todo el rigor. A este horror le sumaron el del secuestro. El primero de esos secuestros se dio en agosto de 1990. Diana Turbay, madre de Miguel Uribe —quien en ese momento tenía cinco años—, era una reconocida periodista, además de ser hija del expresidente Julio César Turbay. En el momento de su secuestro, era directora del noticiero Cripton. Le llegó una comunicación en donde el ELN le planteaba la posibilidad de entrevistar al siempre esquivo cura Pérez, máximo comandante de esa organización en ese tiempo. Así que Turbay preparó a su equipo de periodistas, con Azucena Liévano y Hero Buss a la cabeza. Siguieron las coordenadas establecidas, los recogieron por el Magdalena Medio, los llevaron, les dieron vueltas y a los días se dieron cuenta que todo era una trampa, no los tenía el ELN sino el Cartel de Medellín. Turbay se dio cuenta de que ella era la joya de la corona. Al ser hija de expresidente y tener el renombre que poseía, iba a ser negociada por Escobar para hacer que el gobierno Gaviria se arrodillara.
Al poco tiempo, secuestraron en plenas calles de Bogotá y después de asesinar a su escolta a Pacho Santos, hijo de Hernando Santos, dueño de El Tiempo, personaje con una alta influencia social y política. Allí no pararían los secuestros: Marina Montoya, hermana del exconsejero del expresidente Virgilio Barco, Germán Montoya, fue secuestrada mientras salía de un restaurante al norte de Bogotá. Asesinada a los pocos meses de su secuestro en respuesta de Escobar al asesinato de muchachos en las comunas de Medellín por parte de la policía. En realidad, el asesinato de la señora Montoya —quien fue encontrada seis días después de su ejecución cuando ya había sido enterrada en una fosa común — fue una venganza personal de Escobar contra el ex consejero presidencial.
Como colofón a esto, fue secuestra Maruja Pachón, cuñada de Luis Carlos Galán Sarmiento y esposa de Alberto Villamizar, primer zar antisecuestro del país, junto con Beatriz Villamizar, su cuñada. Las condiciones de cautiverio fueron de extremo sufrimiento. Con este póker de personalidades, Escobar intentaba no solo hacer tumbar la extradición sino doblegar al gobierno de César Gaviria para que pudiera legalizar sus fortunas y aclarar su situación política, pagar pocos años de condena en cárceles-resort y después salir libres como personas decentes. A la ejecución de Montoya se sumó el asesinato de Diana Turbay en cautiverio, después del torpe rescate ordenado por el presidente Gaviria.
Todos los días Hernando Santos creía que le iban a matar a Pacho. A través del abogado de Escobar, Guido Parra, se llevaban comunicados al gobierno para poder presionarlos. La última de las secuestradas liberadas fue Maruja Pachón. A Gaviria le tocó bajar la guardia y decidir poner una ley de sometimiento y, por intermedio del padre Rafael Garcia-Herreros quien fue el mediador, lograr que Escobar se “entregara” a la justicia y pasara unos meses en lo que se conoció como La Catedral, una cárcel hecha a las medidas de sus necesidades.
Fue una época brutal que el país espera no volver a experimentar jamás.
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