Los riesgos que corrió Manu Chao para hacer que el tren se volviera a detener en Aracataca
- Redacción Pares
- 1 may
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Por: Redacción Pares

En 1993 Manu Chao era un mito, no un cantante. En esa época los aviones cargados con los artistas del momento no se detenían en Colombia. Llamó la atención que un tipo que era el líder de Mano Negra, uno de los mejores grupos de Francia, estuviera obsesionado con Colombia. Entonces empezaron a circular noticias que no eran más que chismes infundados. El primero era que Manu Chao vivía en la Candelaria, que fumaba bazuco y que su jíbaro era, ni más ni menos, que el niño que baila al final del video de El señor matanza. Y no fue así aunque Manu Chao tuvo una idea genial hace 32 años, inventarse un expreso de hielo, revivir por un momento la ilusión de los viajes en tren en una Colombia que estaba parcialmente fragmentada por la guerrilla, la mafia y los grupos paramilitares. No vivió en Bogotá, se quedó en la casa de un artista colombiano en la Candelaria mientras se terminaban los preparativos para el viaje.
Es paradójico, pero en Francia justamente fue, entre los países de primer mundo, donde Cien años de soledad pegó menos. Y sin embargo, en 1992, llegó desde Nantes un barco que se llamaba Melquiades. Allí estaba un grupo de teatro callejero llamado Royal Deluxe. Allí arribaron los grandes innovadores del rock francés, Mano Negra. El 18 de abril de 1992 Manu Chao y su grupo presentó, durante el Festival Iberoamericano de Teatro, una obra llamada La verdadera historia de Francia. Se presentaron en la plaza de Bolívar de Bogotá. Mientras tanto Manu Chao venía contactando gente en Colombia preguntándole por la obra cumbre de García Márquez. Ahí el colectivo se enteró que, aunque había vía férrea entre Santa Marta y Bogotá, los trenes ya no pasaban por ahí. ¿Y si hacían un homenaje a Colombia y al propio Gabo? Al poner a andar un tren entre estas dos ciudades podrían emular lo que alguna vez hicieron Melquiades y sus gitanos, volver a llegar a Macondo.
No es que Manu Chao se haya quedado un año a vivir a Colombia, él fue a Francia y allá consiguió financiamiento. Su papá era Ramon Chao, uno de los escritores y diplomáticos españoles más importantes de finales del siglo XX. Incluso había escrito un libro que terminó inspirándolo, se llamaba Un tren de hielo y fuego y que incluso leía en el momento en el que llegó con su grupo a Colombia. En 1993 Manu Chao regresó esta vez con financiación. Se la había conseguido a través de la Asociación Francesa de Acción Artística, la AFFA. Según lo relató en una crónica maravillosa escrita en la desaparecida revista VICE en el 2015, también consiguieron el aval de Ferrovías y de Colcultura para restaurar una locomotora, vagones y todo el aparataje que se necesita para poner en marcha un tren.
Les ayudó un arquitecto llamado Hector Calderón, un arquitecto que además es un artista y les sirvió para restaurar los 21 vagones en los que los artistas franceses, junto con cirqueros colombianos y niños de la calle como Honder -al que todos recordamos por ser el pelado que baila al final del video del Señor Matanza- se subieron a la expedición. Durante meses los franceses se quedaron en la casa del arquitecto en La Candelaria y, como se relata en esta crónica de Vice, El expreso del hielo: la leyenda del tren con el que Manu Chao recorrió Colombia, iban todos los días a comer un corrientazo en San Victorino que se llamaba el Paraíso. Fueron semanas de intenso trabajo en donde, en una lluvia de ideas, iban concretando el viaje en tren, las paradas que harían, que serían en lugares donde la violencia rugía, Barrancabermeja, Gamarra. Mientras iban buscando permiso incluso con un gobierno francés que se oponía por los riesgos que correrían sus artistas, estos seguían trabajando en un taller llamado El Corzo y que quedaba dentro de las instalaciones de la Universidad Nacional.
Pero arrancaron en noviembre de 1993. Les tardó 45 días ir entre Facatativa y Santa Marta y luego devolverse y el tren -que tuvo el apoyo además el apoyo del gobierno francés- se detuvo en Aracataca y se presentaron con sus cirqueros, sus bota fuegos, como si fuera una recreación de la llegada de los gitanos a Macondo. Pero el viaje fue un desastre. A medida que el tren andaba se iban bajando en diferentes partes los artistas, incluso en algunos lugares quemaron sus vagones. Viajar por Colombia en esa época era un acto de fe. El tren se descarriló seis veces, las condiciones higiénicas eran imposibles, y lo peor es que esta hazaña que lideró Manu Chao pasó casi desapercibida en un país que se consumía con noticias como la muerte de Pablo Escobar.
Manu Chao se convirtió en el gran artista francés de finale del siglo XXI, se separó de Mano Negra con un último disco grandioso llamado Casa Babylon, en donde se escucha todo el tiempo su paso por Colombia. El tren no se volvió a detener en Aracataca pero ese es nuestro sueño desde la Fundación Pares junto con la fundación Gabo. Por eso empezaremos a hacer un festival que conmemorará los 100 años de García Márquez de acá al 2027 y que arrancará con un festival Macondo que arrancará este 2 de agosto. Para revivir a Aracataca todos los sueños se quedan cortos.
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