Celebramos la 3ra edición del libro Los retos del postconflicto. (Ávila, A. y Valencia, L. 2016) con la publicación del prólogo.
Por León Valencia Agudelo, Director de la Fundación Paz y Reconciliación -Pares
Este libro, según me dice el editor, verá la luz en marzo (2016). Es posible que aún no se haya firmado el acuerdo de paz con las FARC, pero seguramente estaremos muy cerca. En todo caso a lo largo del 2016 la guerrilla y el gobierno darán cinco pasos que nos llevarán a las puertas del postconflicto. Uno, firma del acuerdo de paz. Dos, concentración de las FARC en diversos lugares del país e inicio del cese bilateral definitivo de las hostilidades. Tres, refrendación de los acuerdos mediante votación ciudadana. Cuatro, conversión de los acuerdos en leyes y decretos por parte del presidente Santos y de la Comisión Especial legislativa. Cinco, dejación de las armas por parte de las FARC.
Estos pasos consumirán la atención de todos los colombianos. Pero en medio estarán siempre algunas preguntas: qué hacer después del desarme, dónde hacerlo, cómo hacerlo y cuáles son las responsabilidades del Estado y la sociedad. En los capítulos que componen Los retos del postconflicto intentamos dar una respuestas a estos interrogantes en temas que son fundamentales para el país.
Se trata de investigaciones y reflexiones que hemos realizado en el seno de la Fundación Paz y Reconciliación a lo largo de estos tres años. Desde cuando se hicieron públicas las negociaciones con las FARC tuvimos la convicción de que terminarían con éxito. Era, desde luego, una hipótesis arriesgada. Pero hicimos un seguimiento pormenorizado del conflicto colombiano a lo largo de 12 años, produciendo, año por año, informes y evaluaciones, y por eso conocíamos los cambios en las estrategias, en los discursos, y en las formas organizativas de las guerrillas.
Teníamos muchas señales de que las FARC habían comprendido la imposibilidad del triunfo militar y querían buscar el camino de la política y la democracia para hacer valer sus ideas y sus propuestas. Pero también teníamos señales de que el presidente Santos sabía, después del gran esfuerzo de la ofensiva que significó la política de la Seguridad Democrática, que la rendición de la guerrilla o su destrucción total sería una larga, atroz y descomunal tarea, que implicaría grandes costos para el país. La confluencia de estas dos percepciones daría por la fuerza de la realidad un resultado de negociación política y terminación del conflicto. Entonces nos aplicamos con entusiasmo a insistir en la preparación del postconflicto.
Nuestro argumento es el siguiente: en el país se han firmado diversos acuerdos de paz, pero no se ha podido doblar la página de la violencia política, porque no se ha hecho postconflicto en los territorios donde ha estado la guerra y porque no se ha hecho la paz con todos los actores, es decir, se ha negociado y se ha firmado con uno o varios protagonistas de la violencia y se han dejado por fuera a otros que muy pronto han tomado las banderas, las zonas y los negocios de quienes salieron de la confrontación.
No queremos que esto ocurra, no podemos permitir que esto ocurra. Ahora la guerrilla más grande, la más poderosa, la más ambiciosa, está claramente jugada por la paz. Es una oportunidad de oro para avanzar hacia el final del conflicto armado y hacia una reducción significativa de todas las violencias. Por eso nos hemos tomado el atrevimiento de hacer la lista de los municipios donde han estado las guerrillas en los últimos treinta años y donde, por consiguiente, es preciso intervenir a corto, mediano, largo plazo para construir Estado, mercados legales e instituciones que nos permitan conjurar la tentación de seguir en la confrontación. Hemos clasificado estos municipios con arreglo a sus necesidades, capacidades y posibilidades en la construcción de la paz. También estudiamos la situación actual de los herederos de los paramilitares y los retos que tiene el Estado para someterlos. Así mismo hacemos una radiografía del ELN y resaltamos la importancia de comprometer a esta organización en un proceso de paz.
El presidente Santos y los jefes de las FARC han estado, no sin razón, dedicados a buscar la firma del acuerdo de paz. Esa es la primera y principal tarea. Pero ahora les toca poner el ojo en otros actores armados y en lo que vendrá después de sellado el pacto de paz. También a la sociedad le corresponde mirar el mañana.
No será fácil. El poco conocimiento que tienen las guerrillas acerca del funcionamiento del Estado y, a la inversa, la escasa comprensión que tiene el gobierno de las guerrillas y sus relaciones con la población y con el territorio, será la primera gran dificultad del postconflicto. Quizás este libro contribuya a tender un puente entre los protagonistas de la paz. Está hecho con esa intención. Está hecho para mostrarles a las FARC las realidades de los municipios donde tendrán ocasión los territorios de paz. Está hecho con la idea de indicarle al gobierno algunos aspectos de la manera como la guerrilla tramitaba conflictos y regulaba las relaciones sociales y las economías ilegales en el territorio.
Los textos son, desde luego, controversiales. El tamaño del postconflicto tiene que ver con la visión que tengamos del conflicto. Nosotros no dudamos en calificarlo de conflicto político y social de larga duración que ha comprometido a la nación y a sus territorios y por eso abogamos por un proyecto de reconstrucción de país. La paz barata a la que aspiran muchos no es deseable ni posible. Lo acordado en La Habana es apenas el abrebocas de grandes transformaciones. Ese es el espíritu de este libro.
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