Por: Daniela Quintero. Redacción Pares
El nuevo ministro de Defensa de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, quien hasta el lunes ocupó el cargo como canciller, llegó a dirigir una cartera en la que tiene poca experiencia y la cual está en el ojo del huracán debido al aumento de la violencia a nivel nacional.
Holmes Trujillo ha sido ministro del Interior, representante de Colombia ante la Organización de Estados Americanos, alcalde de la ciudad y en su último trabajo se desempeñó como el ministro de Relaciones Exteriores, en el cual recibió fuertes críticas por el mal manejo en las relaciones diplomáticas.
De todas maneras, pese a la falta de experticia de Holmes Trujillo en los asuntos de los que ahora en adelante estará a cargo, hay un alivio generalizado tras la salida de Botero, quien le heredó la compleja tarea de reducir la violencia en las regiones, el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales, la problemática del narcotráfico, las disidencias, los Grupos Armados Organizados, entre otros.
Se debe cambiar la cúpula militar
De acuerdo con el subdirector de la Fundación Paz & Reconciliación-Pares, Ariel Ávila, ninguna otra persona que ocupe el cargo lo va a hacer peor que Botero, y en ese sentido, Holmes Trujillo llega en un momento en el que la institución de defensa tiene una reputación tan baja, que su inexperiencia en estos asuntos no sería notoria.
Pero a pesar de que no tiene una experiencia importante en seguridad y defensa, el analista aseguró que lo más probable es que Holmes Trujillo esté ahí por todo su bagaje en el tema jurídico e internacional, que son necesarios, tras el escándalo por el bombardeo contra menores de edad en Caquetá, y para proteger a las Fuerzas Militares.
En segundo lugar, “en términos esenciales hay una crisis del tema jurídico. Los militares tienen mucho miedo a hacer operativos militares, no hay mando y control, entonces no va a haber cambios estructurales en uno o dos días, por ahí en tres o cuatro meses”, aseguró el analista.
Mientras tanto, es clave que empiece a articularse con la Alta Consejería de seguridad ciudadana, con los nuevos alcaldes y gobernadores electos este 2019, y explique cómo será su gestión.
“Lo último es que hay que cambiar la cúpula militar, ¿cuándo? no lo sé, pero de que la cambian la cambian. Y en definitiva cualquier persona es mejor que Botero”, apuntó Ávila.
En ese sentido, el nuevo ministro tiene el desafío de garantizar la seguridad ciudadana, encargarse de los problemas de las disidencias y el ELN, del narcotráfico y la minería ilegal, hay que dedicar mucho esfuerzo a lo que llaman Grupos Armados Organizados-GAO y por último proteger todas la fronteras.
El plan de Holmes Trujillo
En su discurso de posesión, expresó que la fuerza pública seguirá contando con todo el apoyo y la confianza, “Los colombianos debemos gratitud a los miembros de las Fuerzas Militares y de Policía por su sacrificio para conseguir la seguridad de todos”, agregó.
También dijo que está convencido de que en la seguridad de los ciudadanos está la base de estabilidad y de progreso para el país. Por eso, va a trabajar en el bienestar de mujeres y hombres que integran a la fuerza pública, y pondrá en marcha la ley del veterano, que deberá ser implementada en la mayor brevedad.
Otro de los puntos centrales que tendrá en su agenda, es la presentación de la Política Marco de Seguridad y Convivencia Ciudadana para la Legalidad que servirá como referente para los planes de desarrollo de los nuevos alcaldes y gobernadores.
En definitiva, aseguró que la legitimidad de la fuerza pública está en su transparencia y pulcritud. Y en continuidad con las instrucciones de Duque “el uso de la fuerza debe sujetarse a la normas internacionales de Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Que quede claro que en Colombia no se toleran las violaciones a los Derechos Humanos ni al D.I.H.”, apuntó Ávila.
Así las cosas, el discurso de Holmes es el mismo que ha tenido el gobierno Duque desde el inicio del mandato. Más pie de fuerza para garantizar seguridad. Sin embargo, queda en duda la legitimidad de la fuerza pública que tanto proclaman, pues ya es necesaria una reforma a la cúpula que se ha visto involucrada como la responsable directa de los últimos episodios violentos en las regiones contra las poblaciones más vulnerables.
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