Por: Redacción Pares

Foto tomada de: El Espectador
El Amazonas no es sólo la selva más frondosa, salvaje y exhuberante del mundo. Su riqueza no está en lo verde sino también en su río. Si pudieras montarte en una balsa y andar durante esta inmensa serpiente de agua habrían semanas en donde nos verías una sola alma. Sin embargo su cuenca es vital para que cuarenta millones de personas vivan. Las ciudades amazónicas se trasladan, comercian y viven a través de los largos brazos del río. El Amazonas nace en la cordillera de los Andes, y, según un artículo de El Espectador titulado La riqueza que esconde el río Amazonas, recoge el agua de nueve naciones antes de llegar al océano Atlántico. Son 1.000 kilómetros de longitud. Es el hábitat de 2.700 especies de peces, el 8% de la totalidad de peces que hay en el mundo.
Pero la exhuberancia está amenazada no sólo por las sequías sin precedentes que está azotando esta parte del mundo. La construcción de represas, la expansión de la agricultura, la contaminación y sobrepesca está causando estragos en el Amazonas. Ya se tienen pruebas que las aguas laberínticas que alguna vez enloquecieron a Lope de Aguirre, contienen gran cantidad de petróleo, pesticida, microplástico, occidente y sus industrias están acá y dejaron su huella. Las sequías y las inundaciones se suceden con una ciclotimia compulsiva y peligrosa.
Esta semana el Servicio Geológico de Brasil lanzó una alarma: los níveles de agua está en mínimos históricos. En la ciudad de Porto Velho bajó hasta los 48 centímetros. Para que se hagan una idea de la gravedad del problema, a estas alturas del año este rio tiene más de tres metros. Lo preocupantes es que aún quedan dos meses más de sequía. El problema ya se ve en una de las ciudades más queridas -y olvidadas de Colombia- Leticia.
Leticia prácticamente es una isla. Con tres vuelos al día, depende directamente de las bondades del rio Amazonas para comunicarse, para provisionarse, para establecer sus actividades de comercio. Sus autopistas son de agua, y el agua está faltando. Elquín Uní, alcalde de la ciudad, ha dicho una frase que conmueve y que resume una situación a la que con el correr de los días se le puede agregar un adjetivo devastador: apocalíptico “Hoy el Amazonas llora, se está secando”. Al principio vimos los planos desde arriba a través de redes sociales, se veía un barrizal con agua, nada que ver con su faustoso caudal. Pero las fotos son reales. El IDEAM tiene datos de que el rio Amazonas ha bajado su nivel al menos en diez metros desde junio para acá. El bajo caudal ha hecho imposible que miles de niños puedan ir a sus escuelas, y cada vez los cargueros deben descargar sus pertrechos, con los que se nutre la ciudad, en ubicaciones más lejanas de los centros de acopio.
Leticia es una ciudad de 60 mil personas que necesita de los ríos para comunicarse con los dos países con los que sostiene un continuo intercambio, Perú y Brasil. Con este último no necesita de rio ya que Tabatinga está a su lado, como si fuera una misma ciudad, con escasa demarcación y se puede pasar sin mostrar algún tipo de documento. Este nivel del rio es el más bajo en los últimos cincuenta añosy ya se decretó una alerta amarilla. Si bien septiembre suele ser el mes más seco en el Amazonas, esta sequía ya cumple dos años. La situación en Leticia se nota cada vez más desesperante. Y al parecer, en Bogotá, no se han dado cuenta de nada.
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