Por: Esteban Salazar, Coordinador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad @estebanalitic

Como lo advertí días previos a las elecciones de primera vuelta, Gustavo Petro es un efecto de la necesidad de cambio en el país, pero no su causa. Y, aunque antes de primera vuelta era quien mejor evocaba ese deseo en el electorado, los resultados demostraron que no era el único. Sorpresivamente, Rodolfo Hernández logró un paso a segunda vuelta, burlando las variables clásicas de análisis con las que se busca explicar estos fenómenos electorales.
Quienes más se lograron acercar a esta lectura fueron las encuestas, pero cabe preguntarse si también son las responsables de este hecho. En apenas un mes, Hernández pasó de tener en las encuestas de marzo de 2022 un 11%, a un 21% una semana antes de las elecciones. Las encuestas, los discursos y los medios crean también realidades, y quedará la incógnita de si se trató de una intención legítima del voto o fue un incremento artificial en las expectativas, sobre todo teniendo en cuenta las carencias de Federico Gutiérrez para convocar a los votantes de derecha y su desventaja en la que fuera una eventual segunda vuelta con Petro, en la que ya no alcanzaba a ganarle.
Dejando de lado las teorías conspirativas, que podrían haber modificado el comportamiento electoral, es importante hacer un mea culpa sobre la soberbia para entender las encuestas, la dinámica electoral y los resultados, más allá de Bogotá y la política tradicional. Bastaba con sentarse a ver tres videos de Hernández para diseccionar las claves de su campaña, que se sustentan en la repetición de 5 frases: “Mírenme a los ojos, que yo no miento”; “La corrupción es el cáncer en Colombia”; “Hay que quitarles la chequera a esos ladrones”; “Soy una persona que ha trabajado al sol y al agua durante 52 años como usted para tener algo de comodidad” y “Hay que acabar con esa vagabundería”.
Las claves
Primera clave. Hernández logró convocar el hastío de la ciudadanía con la política tradicional —incluso anti-uribista— con un discurso simple y no polarizante. Por esta razón, intentar atacar a Hernández con el discurso anti-uribista es errado. Sus votantes también están cansados de la política tradicional y el uribismo, pero siguen siendo conservadores y con talantes de derecha y centroderecha.
Segunda clave. Esto lleva a que atacarlo en su discurso sobre el machismo no será efectivo. Rodolfo propone una agenda que pareciera progresista, pero en lo que podría entenderse como dentro de las “justas proporciones” para su electorado. Esto es, una población a la que no le interesan ni el feminismo, el aborto, la eutanasia o el matrimonio igualitario. No necesariamente porque está en contra, sino porque sencillamente poco le importa o lo entiende.
Tercera clave. Hernández aplica un discurso tan simple como efectivo. Se trata de llegarle al ciudadano que no alcanza a llegar a fin de mes y que las grandilocuencias y verbigracia de la inflación, los ajustes a la política monetaria o fiscal poco le importa o las entiende. Solo necesita que la plata le alcance.
Se trata también del discurso en el que Hernández habla de asegurarle el “rancho”, “la casita” y “la papita” al campesino y al pobre; no el discurso de las grandes reformas rurales integrales, que son necesarias, pero que son problemas de expertos que poco y nada han conectado con los votantes. El plebiscito fue un ejemplo claro de esto.
Cuarta clave: las encuestas. Hernández conecta los discursos básicos con los problemas complejos: el empleo, la salud, la educación y la lucha contra la corrupción. Si bien Petro cuenta con una alta experiencia y sofisticación de su discurso, del cual seguramente algunos de sus votantes no entienden a la perfección, pero le creen; la realidad es que se ha quedado, por una parte, con la agenda del 2018 sobre la paz, que es importante, pero cada vez más para un reducto que no figura como prioridad en las encuestas. Tan solo viendo los debates se concluye que la paz se convirtió en un tema accesorio. Y, por otra parte, se quedó con la agenda del estallido social, que tampoco parece haberle calado a la mayoría del electorado.
En cambio, a Hernández todo el mundo le entiende y le votó. De hecho, es tal su alejamiento del discurso tecnocrático —que incluso ha sido despreciado por el propio petrismo— que Hernández ha logrado con sagacidad zafarse de este ofreciendo en vivo y en directo, en las entrevistas, cargos a los expertos que le preguntan o lo increpan, pues para ser presidente “uno no tiene que saber de todo, sino contratar a los mejores para eso”. Virtud y pecado.
En contraparte, Petro ha logrado rodearse de un gran equipo, que no ha sabido comunicar efectivamente sus propuestas, ni reducir el impacto de muchas de estas como las relacionadas con las pensiones y la transición minero-energética.
Este último punto ha sido también uno de los que, con mucha soberbia, han alejado territorialmente a Petro de Boyacá, Santander, Norte de Santander, Casanare, Huila, Meta y Tolima. Tan solo en Boyacá, luego del anuncio de Petro del carbón, el petróleo y la coca como el “veneno” de Colombia, 15 mil familias del departamento que dependen del carbón entraron en pánico por el miedo de perder su sustento. Este es uno de los recursos de mayor exportación del departamento.
Para el caso de la exploración petrolera, los llanos orientales y los santanderes recogen gran parte de las familias que dependen de este recurso, en las que también han generado pánico las propuestas de Petro. A lo que podría sumarse los anuncios de trenes en Costa Caribe y Pacífico, en donde el gremio camionero constituye gran parte del sector transporte. Un pánico generalizado que solamente deja al electorado a boca de Hernández, quien plantea propuestas básicas y simplistas, y que parecieran menos riesgosas para este electorado.
Otra clave importante de Hernández, que está más relacionada con despojar de soberbia el análisis y dejar de subestimar su capacidad, está en la posición ideológica de su electorado. Si se intenta ubicar parte de este entre la izquierda, la derecha y el centro, para el caso del último espectro, Hernández logró comunicar lo que, al parecer, quería Fajardo, pero mejor. Sindicar de corrupto y ladrón sin ninguna prueba a cualquiera pareciera un hecho que cala en la ciudadanía cansada de la corrupción del país.
Pero es aún más preciso su discurso no polarizante con su talante e historia personal. Hernández es su propio jefe, no tiene cabida en ninguna ideología ni religión, porque su única religión es la plata y su único compromiso ha sido con su riqueza y los “hombrecitos hipotecados”. Ahora plantea que su único compromiso es con la ciudadanía, que le puso casi 6 millones de votos. ¿Casitas a cambio de qué?
¿Y los departamentos?
Poco se ha hablado de la distribución departamental. Aunque Petro ganó en 18 de los 32 departamentos del país y Hernández solo en 13, la clave está municipio a municipio, pues Hernández logró la victoria en 549 municipios, mientras que Petro solo lo logró en 412. Esto sin contar los 160 municipios donde ganó Gutiérrez, mayoritariamente en Antioquia, en donde podría crecer Hernández o disputarse el espacio con Petro.
Gráfico No. 1

Candidato ganador por municipio. Creado por: Línea de Democracia y Gobernabilidad. Fundación Paz & Recnociliación (Pares).
Finalmente, aunque se han planteado estas claves sobre las fortalezas y cómo entender la campaña y electorado de Hernández, también hay falencias importantes, que superan los ataques por misógino o machista. Se trata de las contradicciones dentro de su propio discurso y sus propuestas, e incluso en el espectro hacia donde puede crecer.
En sus últimas declaraciones, Hernández, quien mantiene una postura férrea en su discurso, se ha tornado errático en sus propuestas y plan de gobierno, rechazando al uribismo, a pesar de que reciba sus votos, y lo que es más importante, poniendo al uribismo a votar por la legalización de la marihuana, la prohibición del glifosato, la negociación con el ELN, reestablecer las relaciones con Venezuela, y parte de una agenda progresista con el matrimonio igualitario, la eutanasia y el aborto. Tal vez ahí es donde está parte de la estrategia en la cual Hernández tendría dificultades.
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