Por: Redacción Pares
Foto tomada de: El Tiempo
A comienzos de septiembre habíamos alertado sobre los problemas de comunicación que tenía Leticia, corazón del Amazonas colombiano, debido a la sequía. Los niveles del Rio Amazonas habían bajado a números históricos. La sequía, producto del cambio climático, pegaba con fuerza en el pulmón del mundo. No existe nada más majestuoso que este rio que baña a Perú, Brasil y Colombia. Contiene más agua que tres de los ríos más caudalosos del mundo si llegaran a juntarse, el Misisipi, el Yangtsé y el Nilo. Son 7.4 millones de kilómetros cuadrados en cuenta hidrográfica. En la etapa más baja el Amazonas tiene de ancho entre 1.6 y 10 kilómetros. En la temporada más húmeda esto llega hasta los 48 kilómetros. Por eso, los primeros blancos que llegaron a estas tierras, como Lope de Aguirre, enloquecieron al ver este mar amarillo. No podían entender su dimensión.
Hay ciudades en Perú, como Iquitos, Leticia en Colombia y dos en Brasil, Manos y Belém, que no podrían vivir si el río se seca o simplemente su caudal disminuye dramáticamente como ha venido pasando. El nombre de Amazonas se lo puso un conquistador español, Francisco de Orellana, quien combatió contra una tribu en donde las mujeres tenían más puntería que los mismos hombres. Por eso creyó que estaba en las mismísimas tierras de las Amazonas.
Desde niños hemos escuchado que el Amazonas es “el pulmón del mundo” pero esto se quedó sólo en una frase hueca a la que los colegios no han podido hacer conciencia a nuestras nuevas generaciones que no se pueden apoyar políticas de gobierno que vean con buenos ojos la extracción minera, la tala de arboles ene ste santuario natural. Si en Bogotá vivimos racionamientos cada vez más duros de agua es porque el pulmón del mundo se está ahogando. La selva amazónica constituye la décima parte de todos los bosques del planeta, los árboles que están allá son los que dan el oxígeno para que este planeta se mueva.
Por eso es tan preocupante saber que, antes de las lluvias de octubre, que están resultando salvadoras, ya que en septiembre los niveles fueron tan bajos que estaba afectando la navegación y la pesca. Poblados enteros y las grandes ciudades antes mencionadas vivían ya en un aislamiento francamente preocupante. El presidente Gustavo Petro a través de algunos de sus influencers ya habían visitado la zona y mostrado las imágenes tortuosas de cómo en varias partes del río ya no había barro sino lodazales.
Afortunadamente el Instituto Amazónico de Actividades Científicas informó que desde el pasado 4 de octubre se vienen presentando lluvias torrenciales que están haciendo subir el nivel del río, Puerto Nariño, otro de los lugares que dependen directamente del río, había presentado una disminución del nivel del agua de once metros. Afortunadamente el río es tan agradecido que en las primeras lluvias ya se ha mejorado el nivel y con ellos también la navegabilidad y la pesca. Las advertencias igual están servidas y las alertas encendidas. La UNGRD anunció un dato preocupante: el 80% de su lámina de agua en algunos de sus puntos se ha perdido. La UNGRD ya desplegó un operativo que consiste en ayudar a la gente con motobombas, mangueras y tanques para ayudar a revertir el mal momento.
Se necesitan hacerle fuertes invocaciones a las diosas de la lluvia y esperar que este momento pase pero, también, condenar y perseguir a los inescrupulosos que están socavando al pulmón del mundo.
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