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La salud mental, otro desafío para el sistema de salud

Por: Redacción Pares.


Casi mil millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental. Cada 40 segundos, alguien muere por suicidio, y ahora se reconoce que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre niños y adolescentes.


“Todo esto era cierto, incluso antes de COVID-19. Ahora estamos viendo las consecuencias de la pandemia en el bienestar mental de las personas y esto es solo el comienzo. Muchos grupos, incluidos los adultos mayores, las mujeres, los niños y las personas con problemas de salud mental existentes, corren el riesgo de sufrir graves problemas de salud a medio y largo plazo si no se toman medidas”, advirtió el Secretario General en un mensaje para el Día Mundial de la Salud Mental que se celebró el pasado sábado.


António Guterres recordó que abordar la salud mental es fundamental para lograr la cobertura sanitaria universal.


“Merece nuestro compromiso. Muy pocas personas tienen acceso a servicios de salud mental de calidad. En los países de ingresos bajos y medianos, más del 75% de las personas con problemas de salud mental no reciben ningún tratamiento. Y, en general, los gobiernos gastan en promedio menos del 2 por ciento de sus presupuestos de salud en esta cobertura. Esto no puede continuar”, afirmó.

Guterres reiteró que no se puede ignorar la necesidad de un aumento masivo de la inversión en salud mental.


“Debemos actuar juntos, ahora, para hacer que la atención de salud mental de calidad esté disponible para todos los que la necesiten para permitirnos recuperarnos más rápido de la crisis de COVID-19”, concluyó.

Las consecuencias de la pandemia


La Organización Mundial de la Salud recuerda que los últimos meses han traído muchos desafíos: para los trabajadores de la salud, brindar atención en circunstancias difíciles, ir a trabajar con miedo de contagiarse o de llevar el virus a la casa; para los estudiantes, adaptándose a tomar clases desde casa, con poco contacto con profesores y amigos, y ansiosos por su futuro; para los trabajadores cuyos medios de vida están amenazados; para la gran cantidad de personas atrapadas en la pobreza o en entornos humanitarios frágiles con una protección extremadamente limitada contra COVID-19; y para las personas con problemas de salud mental, que muchas experimentan un aislamiento social aún mayor que antes.


“Y esto sin mencionar el manejo del dolor de perder a un ser querido, a veces sin poder despedirse”, asegura la OMS.

Además, las consecuencias económicas de la pandemia ya se están sintiendo, ya que las empresas dejan ir al personal en un esfuerzo por salvar sus negocios, o incluso cierran por completo.


Dada la experiencia pasada de emergencias, se espera que la necesidad de apoyo psicosocial y de salud mental aumente sustancialmente en los próximos meses y años. La inversión en programas de salud mental a nivel nacional e internacional, que ya han sufrido años de falta de financiación crónica, es ahora más importante que nunca, alerta la OMS.


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