Por: Redacción Pares
El 4 de septiembre del 2020 nueve muchachos murieron quemados en un CAI en Soacha. Las condiciones de hacinamiento que presentaba el lugar llevaron a que los detenidos empezaran a protestar exigiendo un cambio inmediato. Una de esas acciones fue quemar un colchón. Los veinte agentes que estaban en el lugar avivaron el fuego, permitiera que se extendiera y se transformara en incendio. Los familiares de los muchachos, mientras tanto, se agolpaban a los gritos afuera del CAI. A pesar de las súplicas ningún agente movió un dedo.
Un detenido murió en el acto y otros ocho jóvenes fueron muriendo con el correr de los días producto de sus heridas. Esa misma semana fue torturado hasta la muerte el joven estudiante de derecho Javier Ordoñez en un CAI en Bogotá.
Según Indepaz el Estallido social dejó 80 víctimas. Esto hizo que una de las promesas de campaña del actual presidente Gustavo Petro fuera una reestructuración de la policía. Se hablaba, por ejemplo, que se terminaría el ESMAD, que se darían soluciones para acabar con el tema doctrinal. Ingresar a la policía es exponerse a lo que prácticamente se considera un lavado cerebral donde los jóvenes prácticamente asumen un chip de violencia. Otra de las ideas que se tenía era cambiar de ministerio a la policía, que dejara de estar en el de defensa para que tuviera un ADN menos de confrontación. Pero nada de eso se ha dado.
Pero todo ha pasado a ser nada más que un espejismo. Según la Fundación Paz y Reconciliación la reforma a la policía apenas ha consistido en ser un maquillaje superficial en donde se han incluido cambios de nombre como el que sufrió el ESMAD. En julio del 2023 se anunciaba con la pompa habitual que el escuadrón antidisturbios cambiaría de nombre: se llamaría Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden, UMDO. Sus trajes amenazantes, que evocaban a la figura de Robocop, pasarían a ser azules y, en apariencia, menos agresivos. Pero todo esto se quedó sólo en un cambio de nombre. El 25 de julio del 2024 un policía abrió fuego contra manifestantes en las inmediaciones de la Universidad Nacional.
Entre esos cambios al ESMAD estuvo la de la tanqueta que se adecuó para que adentro de ella hubiera un espacio de diálogo. Pero, lo grave, es que los cambios estructurales, los que se pedían después de los abusos cometidos durante el estallido social, no han llegado. Petro no ha podido pasar una reforma policial en el Congreso, ahogado por la incapacidad que ha tenido para hacer avanzar otras reformas como la de salud, la laboral y la pensional.
Desde PARES hemos constatado que han venido adelantando mesas de trabajo y algunas modificaciones normativas, pero la amenaza sigue latente y lo más grave es que desde la misma policía se sigue estigmatizando a la protesta social. Los cambios, al menos el policial, no se llegará con la premura que se necesita.
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