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La reconfiguración del Caquetá

Por: Conflicto, paz y postconflicto-Pares


La salida de las FARC en el departamento de Caquetá produjo una reconfiguración de actores armados ilegales y múltiples conflictividades sociales cuyas raíces se remontan a la configuración territorial del departamento.

En la construcción de la historia del Caquetá, además de ser protagonistas los colonos, las organizaciones y movimientos sociales, han tenido una significativa participación, por un lado, las FARC y por el otro, los grupos paramilitares. Las FARC han hecho presencia en esta región a través de los frentes 3, 14, 15 y 49. Además de la Columna Teófilo Forero que ha tenido un marcado protagonismo por acciones como el secuestro del político Jorge Eduardo Géchem y la toma del Edificio Miraflores en el centro de Neiva. Otros frentes que también han tenido un presencia esporádica han sido el 13, 32, 48, 60 y 61 provenientes de los departamentos del Huila, Putumayo y Nariño.

El proceso de paz permitió que cerca del 95% de los guerrilleros pertenecientes a estas estructuras que tenían presencia en el Caquetá se acogieran al proceso y decidieran deponer sus armas y caminar hacia la vida civil. Sin embargo, un pequeño reducto de este grupo decidió no sumarse a este proceso y hoy hacen parte de la llamada “disidencia”.

Según fuentes locales, en los municipios de Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán opera un grupo armado ilegal compuesto por excombatientes de las Farc pertenecientes al extinto frente 14 que estuvo al mando de Wilson Peña Maje, alias “Alexander Mojoso”. Sin embargo, luego de un enfrentamiento con la Fuerza Pública en San Vicente del Caguán, en el que cayó su compañera sentimental, se entregó al Ejército en marzo 2017, con algunos de sus hombres. Actualmente, quien se encuentra al mando de esta estructura es alias “Colacho”.

En los municipios de San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, La Montañita, El Paujil y El Doncello, operan excombatientes del extinto Frente 1 al mando de alias “Gentil Duarte” y “Rodrigo Cadete”. Según habitantes del territorio, esta estructura se fortaleció luego de la entrega de alias “Mojoso”, pues miembros del extinto frente 14 fueron acogidos por esta estructura. Según el comandante de la Fuerza Aérea, alias “Rodrigo Cadete” resultó herido tras un bombardero realizado a un campamento ubicado en Piñuña Blanco, departamento del Putumayo. Pese a esto no se conocen nuevos reportes que confirmen esto.

A principios del mes de mayo de este año circuló un video en donde se amenazaba al gerente de la Electrificadora de Caquetá y al alcalde de Florencia debido a cobros injustificados en las tarifas de energía a la población. El grupo se autodenominó Comando Conjunto Manuel Marulanda Vélez, perteneciente al extinto Frente 7 y al mando de alias “Edwin”. En varios enfrentamientos presentados en el caserío Miramar, zona rural del municipio de La Montañita, el pasado 27 de mayo de 2018, se estima que una de las personas abatidas fue alias “Edwin”.

También se tiene conocimiento de la presencia de excombatientes armados del extinto Frente 1, al mando de alias “Iván Mordisco”, especialmente en el municipio de San Vicente del Caguán. Según fuentes locales, este grupo desarrolla actividades de extorsión, reclutamiento forzado, amenazas, fabricación y tráfico de estupefacientes, entre otros. A pesar de que en el departamento existen varias estructuras pertenecientes a la “disidencia” de las FARC, actualmente, versiones en territorio plantean una unificación de las estructuras compuestas por excombatientes de las Farc, encabezada por Gentil Duarte e Iván Mordisco. Una de las fuentes en la Montañita dice que «han ido conformando una agrupación, y están tratando de hacer un proyecto unificado. Se han ido moviendo por Guaviare, Caquetá y Meta. Y como están tratando de crear lo que había antes, entonces a cualquiera que aparece y dice que va a trabajar, lo dejan encargado y se van por todos lados creando estructuras, y cada vez que van orbitando, esas estructuras están entre el degenero y el papel propiamente de guerrilla y mucha de esa gente es gente que sacaron de la guerrilla por descompuestos».

La discusión acerca del componente político que reivindican las disidencias, en oposición de grupos armados ilegales compuestos por desertores de las Farc, cuyo único interés parece ser predatorio y económico, se difumina en la medida en que se configuran nuevas realidades territoriales. Al igual que en los departamentos del Guaviare, Meta, Vichada, Vaupés y Putumayo, en Caquetá también se plantean reivindicaciones sociales, aunque a manera de discurso, tal y como fue planteado para el caso del “Comando Conjunto Manuel Marulanda Vélez”, en donde fueron amenazados funcionarios debido a “injusticias en los cobros” de las tarifas.

No obstante, todo parece indicar que, si bien los “comandantes” tradicionales como Gentil Duarte, Rodrigo Cadete e Iván Mordisco tienen una amplia trayectoria política y militar, este no es el caso de los mandos medios que se están configurando en el marco del reclutamiento y fortalecimiento de la estructura. Según un habitante del municipio de La Montañita este es el panorama que refleja las tensiones organizativas del grupo armado ilegal: «En el fondo está la disidencia ―que es guerrilla― luego están las personas en las que ellos se están apoyando, que son personas cercanas a ellos, que no están por principios y por convicción, sino que están por intereses. De ahí para allá aparecen las bandas de delincuentes, por un lado los que se dedican a estar pendientes de cómo se ganan cualquier platica traficando, la otra banda que no solamente hace eso sino que también quiere generar un control territorial mediante el robo, el asesinato, la amenaza y otros que son propiamente degradados».

Otra expresión de estas tensiones se encuentra en el caso de alias “Edwin”, supuesto comandante del Comando Conjunto Manuel Marulanda Vélez, quien, según fuentes locales, había desertado de las Farc hace más de 10 años y era el jefe de la banda delincuencial “chichelimpios” que operó en la región durante un tiempo.

En efecto, más allá de las tensiones propias de una reconfiguración de actores armados, el vacío que dejó la guerrilla de las Farc en el territorio ha tenido consecuencias concretas. No solamente en el aumento de homicidios y de acciones delincuenciales de todo tipo, sino también en asuntos de convivencia por la entrada de “nuevos pobladores”.

Desde el año 2013, cuando empieza el desescalamiento de las acciones bélicas entre las Farc y el Estado, se presenta una disminución constante en los homicidios del departamento hasta el año 2016, cuando las Farc se repliegan en las zonas veredales. Se pasa de 287 homicidios en 2013 a 142 en 2016, de acuerdo con los datos de la Policía Nacional.

Por otra parte, pobladores, líderes comunitarios y sociales afirman que actualmente tienen presencia en todos los municipios priorizados grupos “paramilitares”, como los denominan en territorio, pertenecientes a las Águilas Negras y a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Esta situación ha sido negada en reiteradas ocasiones por las autoridades debido a que, según éstas, las Águilas Negras fueron desarticuladas en el año 2009 y las AUC dejaron de existir en el 2006, por esta razón la naturaleza de estos grupos todavía no han sido esclarecidas.

Sin el control ejercido por las Farc en los territorios, la Anarquía Criminal se hizo presente en el territorio, y esto incrementó los homicidios, los robos, las extorsiones y la venta y consumo de sustancias psicoactivas que hacen evidente la inseguridad que impera en la zona y que genera temor en la población. Según un habitante de Cartagena de Chaira “hay grupos delincuenciales que están haciendo presión en la comunidad, y que no son Farc y no están como Farc y están en medio de nosotros, están en medio de ellos, y no sabemos quiénes son, pero ellos si saben quiénes somos”.

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