Por: María Victoria Ramírez. Columnista Pares.
En Slauson, me siento a horcajadas en el tango de chica negra
entre alturas del norte
y salones de belleza del sur
Hogar.
Aquí soy diamante
tesoro solitario
en occidente soy cristiana no declarada
garabateando homilías en el lomo
de abanicos arrugados de la iglesia
aquí soy veterana
agarrando la cicatriz de cemento
Estoy pegada a la acera
En Centinela yo vibro más alto
Soy diario de calles
himnario de personas sin hogar, confinadas en casa
empobrecidas e importantes
escribiendo una memoria de ciudad
las aceras de los vasos sanguíneos bombeando mis pulmones
hasta que me moldee:
existente
incluida
inolvidable*
Poema Daughter’s metro map to city identity de Amanda Gorman.
En Washington D.C., al medio día del 20 de enero de 2021, y pese al manto de duda que sembró Donald Trump sobre los resultados de las elecciones, tomó posesión como presidente de los Estados Unidos el demócrata Joseph Biden. Recibe un país con más de 400.000 muertos por la pandemia del coronoravirus, en recesión económica, polarizado y con el extremismo racial y la intolerancia política exacerbados.
Sin embargo, como él mismo lo expresa en su discurso, las cosas que dividen a esa sociedad no son nuevas. Frente a este panorama lo que aplica es apelar a la ciencia, a las instituciones, a la verdad búsqueda de la verdad de los hechos y al llamado a la unidad para enfrentar la crisis.
Al ver la posesión de Biden, sentí alivio y regocijo. Alivio porque Donald Trump dejó de ser presidente de esa nación. Muchas de las decisiones que tomó en sus cuatro años de gobierno, tuvieron un impacto adverso a lo largo y ancho del planeta, como apartarse de los acuerdos globales sobre cambio climático, despreciar los entes multilaterales y a los inmigrantes, intentar construir un muro infame en la frontera con México, iniciar una guerra comercial con China, dar marcha atrás a los acercamientos con Cuba para ir desmontando el bloqueo económico, revertir lo avanzado con Irán y Corea del Norte sobre armas nucleares, desplegar todo una campaña sistemática de desinformación y de mentiras sobre diversos temas, incluidos el coronavirus y los resultados de las elecciones, hasta incitar a la violencia que derivó en los hechos violentos del 6 de enero de este año en el Capitolio con cinco muertos.
Por otra parte, sentí regocijo porque la Era Biden, como le han llamado los medios de comunicación, está cargada de decisiones políticas y símbolos que dan esperanza a las mujeres, las minorías raciales y los inmigrantes.
En los acontecimientos políticos de las últimas semanas en ese país, las mujeres han sido protagonistas. Para empezar, la presidente de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi lideró la propuesta de juicio político al ahora expresidente Donald Trump, luego de los eventos de toma del capitolio por los extremistas trumpistas. Lo hizo con firmeza, lo hizo con decoro, pero también lo hizo apegada a la ley y enviando un mensaje claro: ni el presidente de los Estados Unidos puede estar por encima de la Constitución.
La senadora Any Klobuchar, también demócrata, ofició como presentadora de la ceremonia de posesión en la que una mujer hija de inmigrantes, Kamala Harris, afroamericana y con sangre india, es por primera vez vicepresidenta de los estadounidenses.
La juez Sonia Sotomayor de origen puertorriqueño, quien fuera la primera latina en llegar a la Corte Suprema de Justicia, fue la encargada de tomarle el juramento a la vicepresidenta. Han pasado décadas desde cuando las mujeres estadounidenses pudieron votar hasta que una de ellas llega a la Casa Blanca, así sea en el segundo puesto de importancia. Cuando las niñas de un país observan que eso es posible, van a seguir intentándolo hasta que ya no sea novedad.
En el acto musical intervinieron dos mujeres: Lady Gaga que entonó el himno nacional y Jennifer López que interpretó This land is your land (Esta tierra es tu tierra) y pronunció una frase en español “Una Nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos” en una clara alusión a que los latinos son una fuerza en ese país y a que debe reconocerse la diversidad cultural.
Por último, una poeta negra de 22 años, Amanda Gorman, nacida en Los Ángeles, cuya obra nos habla de opresión, feminismo, raza y marginación, así como en la diáspora africana, cerró el acto leyendo un poema que en realidad es manifiesto político. El tono sereno y respetuoso de Biden, su llamado a la unidad, los símbolos multiculturales, multi religiosos y de apertura política, así como la inclusión en su gabinete de mujeres muy capaces y con trayectoria, son una señal esperanzadora.
En el último año se ha hecho mucho más evidente la fragilidad de la especie humana, la pandemia nos lo ha hecho sentir con rigor. Hoy, al ver a todos los expresidentes George W. Bush, a Barak Obama, a Bill Clinton y al mismo presidente electo Biden con el tapabocas sentí cómo nos hermana esa fragilidad y con la fragilidad humana, fui más consciente de la fragilidad de las conquistas como especie. Conceptos como libertad, democracia, verdad y respeto son igualmente frágiles y no se pueden dar por sentados, ni siquiera en la democracia más antigua del mundo.
*Traducción libre realizada por la columnista.
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