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La larga, prolífica y truculenta historia del Clan Acosta Bendek

Por: Laura Bonilla


Fotos tomadas de: Revista Semana


¿Qué hace a un clan ser un clan? Hace un tiempo que en la fundación PARES venimos trabajando en un concepto muy usado en la opinión pública por su sonoridad, pero poco comprendido en su dimensión. La gente que pertenece a clanes no se siente parte de. De hecho, sus entornos normalizan comportamientos que a todas luces son antiéticos y frecuentemente delictivos. La política regional está llena de eso, pero también es cierto que la movilidad social en amplias regiones de país no ha sido un camino de virtudes. Por el contrario, en Colombia el camino de la formalidad y el respeto a la norma no tiene los mismos incentivos que el clientelismo y la trampa. En no pocas ocasiones la lealtad a una familia política es el único acceso a un mínimo de movilidad social. De ahí la fuerte lealtad que rodea a estos políticos y familias.


Cuando un clan logra tener varias generaciones ya nadie pregunta de dónde saca su dinero o su poder. Es como si toda la vida los Char hubieran sido los Char y todo el mundo cree la versión de que un patriarca más esforzado e inteligente que el resto de la sociedad logró salir de la nada y hacerse a pulso, una tienda a la vez. Los Acosta Bendeck no son una excepción. Su historia no ha estado en el ojo de la opinión pública de la misma forma que otros clanes como los García Romero, probablemente porque en la Costa Norte son una de esas familias que combinó exitosamente economía con política, o más bien que utilizó sus vínculos políticos para construir un emporio económico.


Hace tres días se dio el capítulo más reciente de esta historia que lo tiene todo: disputas familiares, clientelas, parapolítica, clanes, empresas y traiciones. La guerra entre las distintas líneas sucesorias de los Acosta Bendek han mostrado su peor cara a la opinión pública y muestra de eso es que representantes de ambas líneas han sido condenados en la disputa por la herencia, usando vínculos políticos, marrullas y sobornos. Ivonne Acosta, Carlos Jaller, Juan José Acosta Osio y Alonso Acosta Perez tienen orden de captura. Rafael Alfonso Acosta Osio fue condenado a 15 años por parapolítica. Luis Fernando Acosta Osio está vinculado al caso de corrupción de la Universidad Metropolitana de Barranquilla. En medio de todos los procesos judiciales, condenas y versiones, al menos dos de tres líneas de la saga familiar han estado metidas en varios escándalos de corrupción. Pero la relación entre política y economía tan utilizada para hacer crecer los negocios habla mucho de un clan que creció gracias a ella y que más de una vez ha usado la trampa en su carrera al éxito. Como todos los clanes políticos en Colombia, en las buenas ganan y en las malas no pierden. La responsabilidad penal la asumen los individuos, pero las ganancias las asume el clan. Aquí la historia en esta investigación especial de Laura Bonilla y al equipo de Democracia y Gobernabilidad de la Fundación Pares.

La historia política y la historia económica.


La historia de la familia Acosta Bendek es una historia similar a muchas. Empieza en 1920, en San Remo (Italia) donde la Sociedad de Naciones asignó al Reino Unido el mandato sobre Palestina. La mayoría de la población árabe, de origen musulmán, vio con muy malos ojos las políticas de la administración británica, pero especialmente la promoción de la inmigración judía y las promesas incumplidas a distintos linajes árabes. Un enredo del que todavía vivimos las dolorosas consecuencias. En los años 20 varias casas y familias decidieron migrar, buscando en el nuevo mundo las promesas que no ocurrirían en el viejo Medio Oriente. El Caribe colombiano fue un receptor de esa migración, que terminaría perfectamente integrada, con el tiempo, a la cultura Barranquillera.


Entre esos migrantes estaban Juan Acosta Bendek y Miladis Bendek. Como muchos, se asentaron primero en el departamento del Magdalena y posteriormente migraron a la capital del Atlántico, cuna comercial y también política de la región más costera. Tuvieron un desempeño económico exitoso en la primera generación, pero realmente fue la segunda la que sentó las bases para ser un clan. La pareja tuvo doce hijos, pero cuatro se destacaron en la vida pública: Alfonso, Gabriel, Eduardo y Jacobo. Cuentan en la arenosa que, al igual que muchas familias colombianas, el mayor del linaje se dedicaba al trabajo para que los mejores pudieran estudiar y garantizar la estabilidad de las generaciones posteriores. Sin embargo, en el caso de los Acosta Bendek, el secreto del éxito rápido estuvo en las conexiones políticas, a través de las cuáles se fundaron empresas, con atajos a los que la gente que no está en estos círculos no tiene acceso.  


Una de las características para ser un clan es la flexibilidad política e ideológica, lo que fue evidente en esta historia familiar. Los primeros acercamientos políticos ocurren con Jacobo Acosta Bendek en la década de los sesenta, con el Partido Liberal, específicamente con el sector de Carlos Lleras Restrepo. Con el nombramiento en 1969 como director de la Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica inició la carrera político-económica que llevaría a la familia a ser uno de los grupos económicos más fuertes del país, y tal vez, junto con la familia Char, los más importantes de la costa norte colombiana. Belisario Betancur lo recompensaría con la Alcaldía de Barranquilla entre 1983 y 1985.


Para entonces, ya la familia había establecido dos negocios importantísimos: La Universidad Metropolitana de Barranquilla, fundada en 1973, con la participación directa de Eduardo, Gabriel, Jacobo, y de Alfonso a través de la Fundación Acosta Bendek. Esto catapultó al segundo miembro político de la familia, Gabriel Acosta Bendek quién inicia su carrera política, pero no en el Partido Liberal como su hermano Jacobo, sino en el conservatismo. En 1980 ya Gabriel se había hecho con una curul en la Asamblea Departamental, que conservaría hasta que en 1994 sería electo Representante a la Cámara por el Movimiento Nacional Conservador. Con la salida de Gabriel a la política, su hermano Eduardo Acosta Bendek ocuparía la rectoría durante 35 años consecutivos.


El segundo negocio importante de la familia Acosta Bendek sería el del Hospital Metropolitano de Barranquilla, hoy prácticamente en ruinas por malos manejos, corrupción y disputas internas del clan. Pero no solamente la familia acumuló estos negocios. Alfonso Acosta tuvo Arriendos del Norte, la Corporación Colegio Inmobiliarios de Barranquilla, participó en la Asociación Nacional de Lonjas y fue miembros de la junta directiva de la Cooperativa Industrial Lechera de la Costa, Coolechera.


Con un importante capital económico en los años noventa Gabriel Acosta salta al Senado inicialmente continuando en el Movimiento Nacional Conservador, y heredando su curul en la Asamblea Departamental a su sobrino Rafael Alonso Acosta Osio, hijo de Alfonso, quién debutó en el concejo apenas con la edad legal para hacerlo. Con él arrancaría la segunda generación de la política, mientras que la ley 100 de 1994 le permitió a la Fundación Hospital Universitario posicionar al clan en uno de los negocios más exitosos en Colombia, con el cual se han enriquecido muchas familias políticas: La salud.


Ya con Gabriel Acosta Bendek en el congreso de la república la familia pudo constituirse como un clan político, con más de una generación en el poder y empezar a ampliar sus redes departamentales y nacionales. Con la crisis de los partidos tradicionales en los noventa, Gabriel pasó del Movimiento Nacional Conservador al Movimiento Nacional, a secas. Para las elecciones del 2002 este Movimiento, fundado en 1978 por Belisario Betancur, tuvo un segundo aire presentando una lista de candidatos al senado, que después estarían involucrados en el proceso judicial de la parapolítica.


Senadores electos por el Movimiento Nacional Conservador en el año 2002. Fuente: Registraduría Nacional del Estado civil. Información de bases de datos de la Fundación PARES.  



En el 2006 Gabriel Acosta Bendek decidió presentarse junto con Eleonora Pineda y Luis Eduardo Vives, ambos condenados por parapolítica por el partido Convergencia Ciudadana, del político santandereano Luis Alberto Gil. Si bien Bendek no resultó involucrado directamente en un proceso judicial, la segunda generación política de su casa, representada en su sobrino Rafael Alonso Acosta Osio, tendría vínculos con los paramilitares. Por su parte, fue la relación con la familia Acosta Bendek la que le ayudó a Luis Alberto Gil y su EPS Solsalud a ampliar su influencia y negocios en la costa caribe colombiana, como es habitual entre grupos políticos.


La segunda generación siempre arruina todo.


Con la generación que consolidó el poder y la influencia vino el combo de hijos y primos que participaron activamente desde el partido Conservador en su mayoría, y como lo que se hereda no se hurta surgieron personajes como Alonso Acosta Osio, exrepresentante a la Cámara por Atlántico y que el 8 de febrero de 2024, fue condenando por haber financiado a los paramilitares del Bloque Norte. Hoy día después de haber saltado a Cambio Radical está prófugo en Honduras donde la Corte Suprema de Justicia de ese país negó su extradición.

Los hermanos Acosta Osio, Alonso y Juan José representan la segunda generación vinculada a escándalos judiciales y políticos. En primer lugar, Alonso Acosta hizo alianzas con Julio Polanía, quién era – según las declaraciones de David Char ante la JEP – y antes, en el 2017, ante la Corte Suprema de Justicia.  Las relaciones de Julio Polanía eran las de un lobista que le permitía a los paramilitares conectar con la clase política, a través de Carlos Mario García – alias el médico – encargado de los asuntos políticos del Bloque Norte de las AUC.


Julio Cesar Polanía era un importante empresario de la región, al igual que la familia Acosta, relacionado con la exportación de carne vacuna, servicios de carga y el call center de los supermercados olímpica. Alonso Acosta no era ajeno a este tipo de “empresariado local” y a través de el también se vinculó directamente con mandos medios y altos de la estructura paramilitar como Edgar Ignacio Fierro – alias Don Antonio – y José Gelves Albarracín – alias El Canoso.  La Corte Suprema de Justicia lo condenó en primera instancia a 15 años y nueve meses de cárcel.


En la segunda década de los dos miles los patriarcas del clan empezaron a morir. Gabriel en el 2014; Jacobo en el 2016; Eduardo y Alfonso en el 2017. Tanto en la política como en la economía familiar la segunda generación tendría resultados muy diferentes, pero muy interconectados.


En los clanes, las segundas generaciones tienden a combinar con más ahínco el uso de las relaciones políticas con el enriquecimiento personal. Las herencias económicas y políticas difícilmente salen bien, especialmente cuando han estado mediadas por fuertes disputas de poder. De los hijos de Alfonso Acosta Bendek, mientras Alonso Acosta se vinculaba a la parapolítica en el afán de no perder lo ganado, su hermano Juan José Acosta Osio intentó quedarse atornillado a la rectoría de la Universidad Metropolitana por medio de la cual también favorecía y apoyaba candidatos políticos en la región, pero también quedarse con la Fundación Acosta Bendek y la Fundación Hospital Universitario.


Las conexiones de los Acosta Osio con políticos como Eduardo Pulgar, del Partido de la U, fueron muy estrechas, tanto que este senador, hoy preso en la Picota, sobornó a un juez para favorecer las intenciones de los hermanos Acosta Osio. Como nota al margen se puede asegurar que ahora la cuñada de Eduardo Pulgar continúa con la política regional, pero como parte del recién renovado Partido Liberal.


También a Juan José Acosta Osio hermano de Alonso lo terminaron condenando, esta vez por intentar quedarse atornillado a la rectoría de la Universidad a través de recursos judiciales, la misma práctica presuntamente realizada por su otro hermano Luis Fernando Acosta Osío, quien ha presidido la Junta Directiva de la institución, y quien ha ocupado cargos públicos como el de cónsul honorario de Colombia en Polonia. Juan José Acosta Osio logró quedarse con la rectoría de la Universidad y Alberto Acosta Pérez con la dirección del hospital. Ambos hoy en una profunda quiebra y decadencia. El 22 de marzo del 2024, hace cuatro días, el Tribunal Superior de Bogotá ordenó la detención de Juan José Acosta Osio y Alberto Acosta Pérez.


Así, los tres hermanos Acosta Osio terminan siendo condenados en distintos líos judiciales, pero bajo la misma égida: mantener el poder del clan. Hasta el difunto David Name Teherán terminó involucrado en unos audios revelados por Daniel Coronell[1] donde se intentaba presionar al juez para fallar a favor de los Acosta Osio.


Del lado de Gabriel Acosta hubo dos herederos: Ivonne Acosta Acero, hija de su primera esposa Sofía Acero y Alberto Acosta Pérez, nacido de otra relación. Posteriormente Gabriel Acosta se casó con Soraya Corzo. Tras su muerte en el 2014 se desató la primera disputa familiar, entre su viuda y sus hijos mayores. Ivonne Acosta Acero y su esposo Carlos Jaller intentaron hacerse al control no sólo de la Fundación sino también de la Universidad y por esa razón hoy tienen orden de captura por abuso de confianza agravado, daño informático y destrucción, supresión u ocultamiento de elemento material probatorio y falsedad en documento privado y fraude procesal. Acosta Acero y Jaller están acusados de un daño patrimonial de 8502 millones de pesos propiedad valiéndose de contratos irregulares que le permitió apropiarse de esos recursos. En la actualidad Jaller y Acosta están en los Estados Unidos y se libró orden de captura internacional para su sometimiento judicial.


Por parte de los herederos de Jacobo Acosta Bendek, los Acosta Polo, o Acosta Bendek Polo, se destaca Alejandro Acosta Bendek Polo de quién al igual que a los jóvenes Nule antes del escándalo de la contratación se le describe como un joven empresario que a sus 45 años de edad y debido sólo a su esfuerzo e innovación tiene cuatro empresas y muchas ideas de emprendimientos. Hoy es líder de Fintra, una empresa financiera no bancaria (www.fintra.co), una empresa de proyectos de ingeniería eléctrica que empata con la experiencia de su padre en el sector público eléctrico (Sector Comercial - Selectrik), Geotech (Geotech – Rastreo y Monitoreo Satelital GPS) y Prointegral de la cual no se conoce mucha información.


El futuro del Clan


Si algo caracteriza a los clanes políticos en Colombia es que nunca están completamente derrotados. Su alta capacidad de adaptación les permite permanecer como parte de las élites que gobiernan las regiones al mismo tiempo que aplican esos mismos contactos para favorecer sus intereses personales y negocios. Para muchos, lo normal en una empresa colombiana donde pareciera que el activo más importante es el capital social y las redes de favores. 

A nivel político las redes con casas como los Char y los Name, tejidas alrededor de amistades y alianzas, pero también de compartir la tajada de la contratación pública y el control del empleo regional harán que aún después de las disputas los negocios se impongan. Finalmente, tener una Universidad y un Hospital, además de una Fundación con altísima capacidad de contratación e importantes vínculos con el sector privado local es lo que hace que toda posibilidad de movilidad social, de consecución de empleo e incluso de otros servicios básicos quede suscrita a la pertenencia a uno de estos grupos.


Barranquilla, una ciudad que hoy por hoy tiene una de las peores crisis de extorsión del país y donde el empleo público y privado muchas veces depende del voto por un político u otro, donde lo más importante de la obra pública es la fachada bonita, que continúa con una crisis eléctrica monumental, tarifas imposibles de energía y escasa atención en salud no logrará un nivel mínimo de desarrollo bajo el gobierno de los clanes, aunque la opinión pública local piense lo contrario. Será imposible en un lugar donde la movilidad social oscila entre la ilegalidad, la violencia, el clientelismo y los favores políticos. Ojalá las generaciones venideras del clan Acosta Bendek les de por ser más empresarios y menos políticos.

 


 



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