Por: Redacción Pares
Foto tomada de: Razón Pública
Hacía unos días el ambiente no podía ser mejor. Terminaba el VI ciclo de negociaciones entre el gobierno y el ELN y se llegaban a acuerdos fundamentales para avanzar en los diálogos de paz, la prórroga al cese al fuego por seis meses más, o las tentativas para llegar al fin del secuestro invitaban al optimismo.
Este grupo guerrillero, fundado en 1964 por campesinos de Santander y sacerdotes, se ha caracterizado por su radicalidad a la hora de la negociación. Son incontables las veces que se ha intentado llegar a acuerdos con gobiernos pasados, pero todos estos intentos han naufragado. Después de terminar el VI ciclo se dieron algunos hechos que terminaron siendo los primeros nubarrones de la tormenta que se sobrevendría. El anuncio de un paro armado en Chocó crispó los nervios del actual comisionado de paz Otty Patiño quien calificó de “traición” las acciones armadas del ELN.
Los cuestionamientos a un Fondo Multidonante, un supuesto informe de seguridad de las Fuerzas Armadas en donde se denuncia que el ELN ha usado el proceso para fortalecerse, además del acercamiento al frente Comuneros del Sur que opera en Nariño en un intento del gobierno por acercarse aún más a los territorios afectados por el conflicto, fueron minando la confianza del COCE. En la noche del 20 de febrero lanzaron un comunicado cargado de frases tajantes: “Habiendo pactado un proceso nacional de participación de la sociedad, ahora monta un diálogo regional en Nariño por fuera y desconociendo la delegación del ELN y la mesa donde participa la comunidad internacional oficiando como garantes, así como la ONU y también la Conferencia Episcopal Colombiana". O esta otra donde prácticamente congelan las negociaciones con el gobierno: “Al hacerse público tal montaje, disfrazado de diálogos regionales, el proceso entra en abierta crisis y nos vemos en la obligación de llamar a consultas a nuestra delegación. Sin ser responsabilidad lo acontecido, los diálogos entre el ELN y el Gobierno Nacional entrarían en una fase de congelamiento mientras el Gobierno se disponga a cumplir lo acordado".
Se estaba en un punto crucial en la mesa y justo en este momento aparece el tema de la participación en la sociedad civil que estaba engavetado en la mesa, ya existe un comité nacional de participación, se habían adelantado proceso de territorialidad de comité que se esperaba se articulara a la mesa. Pero el problema que apareció fueron los tiempos: el gobierno tiene unos, el ELN y los territorios otros. Los combates del ELN con otros grupos armados en estos lugares provocan la desesperación de los civiles en el conflicto que no le ven la luz al final del túnel.
Para el coordinador de la línea Paz Territorial y Derechos Humanos, de la Fundación Paz y Reconciliación, Francisco Daza “En la mesa de negociación los ciclos se han realizado fuera del país y estos tiempos convocan a que se empiecen a territorializar en Colombia. Lo de Nariño es un llamado de atención a la sociedad civil a la mesa para pisar un poco el acelerador”. Es apenas lógico que la sociedad civil en el territorio que vive el conflicto quiera que se acelere el fin del conflicto.
El ELN debería avalar y aplaudir este tipo de iniciativas territoriales de paz donde buscan que haya un diálogo más cercano con la gente y no saltar y decir que los están excluyendo. Sobre si hay una división dentro del ELN Francisco Daza dice: “Antonio García dice que el ELN está cohesionado bajo la batuta del COCE, por ese lado no es la cosa y sí me parece bien la lectura que hace el gobierno frente al comunicado del ELN que es señalar que se sigue adelante con el proceso, queremos cumplir y endilgarle la responsabilidad al ELN”.
Analistas afirman que se le acaban los tiempos al ELN, que se comprometan en enfocar los diálogos en territorio, la próxima semana en Bogotá se desarrollarán actividades del comité nacional de participación y será vital este encuentro para aterrizar a la mesa de negociación las necesidades del territorio que debe ser lo más importante.
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