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Jóvenes en política: la tautología de la representatividad democrática

Por: Miguel Ángel Rubio Ospina

Línea Jóvenes en Riesgo y participación juvenil.

Coordinación escuelas de liderazgo


“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”.

Jaime Garzón


Asistí a un encuentro del senador, candidato y cabeza de lista al senado por el Pacto Histórico, Gustavo Bolívar, el día martes 15 de febrero en el parque Olaya Herrera de mi ciudad Pereira. Punto neurálgico y simbólico del estallido social de 2021 en esta ciudad.


A este encuentro asistieron líderes de un sector del Pacto Histórico de Risaralda, digo un sector, porque la división de esta colectividad política en el departamento cafetero es muy fuerte, evidente y me atrevería a decir irreconciliable. Estas divisiones tienen su origen en las elecciones de 2018 y 2019, en las que el equipo central que sustentó la campaña a la presidencia de Gustavo Petro, no pudo ponerse de acuerdo el año siguiente en las elecciones regionales para concertar mecanismos de elección de candidatos y conformación de listas a concejos y asamblea departamental, esto con un costo político grande, en el que la Colombia Humana no logró curules y las fuerzas políticas se dispersaron entre campañas de otros sectores alternativos y las demás fueron cooptadas por estructuras de poder tradicionales.


La división se hizo manifiesta desde mediados de 2021, cuando en las primeras reuniones de organización política los sectores en disputa terminaron por darse la estocada final, partiendo en tres el proceso.


A esta reunión o encuentro informal y en la calle con Bolívar, asistió un sector de líderes del paro nacional del año pasado y de las primeras líneas juveniles, que se enfrentaron al ESMAD, con un alto costo de pérdidas humanas entre las que se cuenta Lucas Villa y Héctor Fabio Morales a nivel local y muchos más en lo nacional. Entre los asistentes se encontraba la hermana de Lucas Villa, ex candidata a la cámara de representantes del PH y líder de un sector del movimiento.


Bolívar en su intervención, se dirigió específicamente a los jóvenes presentes, agradeciéndoles por haber despertado la conciencia política del país, revertir la reforma tributaria, sacar un ministro, y doblegar al Estado, esto por supuesto lamentando los costos en vidas y reconociendo en un ejercicio de memoria el sacrificio de quienes dieron su vida por esta causa.


Punto seguido, se les dio a los jóvenes la oportunidad de interactuar, espacio para formular preguntas, hacer comentarios o simplemente expresar sus ideas ante el candidato.

El líder del grupo juvenil que asistió a la reunión, expresó ideas en torno a la división del movimiento, dado que algunos grupos y líderes se acercaron a las instituciones a negociar garantías y acuerdos, logrando, según ellos, vender la causa y traicionar los logros del paro.


En el desarrollo de su disertación, se repitió hasta la saciedad a modo de mantra la frase: “a nosotros nadie nos representa, nosotros nos representamos a nosotros mismos”, esto para referirse a que ninguna interlocución con el Gobierno o el poder es válida, siempre y cuando, según ellos, no sea concertada con el colectivo.


Esta infantil paradoja, esta tautología argumentativa, este malabarismo lingüístico, no es más que una mordaza política que los mismos jóvenes se ponen para no entrar en la acción política, negar rotundamente cualquier gestión que se dé a los jóvenes desde la institucionalidad y deslegitimar a quien se atreva a hacerlo.


Esta mala costumbre política de no interlocutar con diferentes, de fustigar a quien se postula o atreve a buscar un escaño de representatividad, a quien lidera y va a la cabeza, hace que estos grupos urbanos marginales de jóvenes se queden en la queja constante, en que sean torpes al momento de buscar caminos para resolver sus problemas y a equivocarse en asuntos tan sutiles como el lenguaje y la argumentación.


Una prueba de ello, es el alto índice de abstencionismo electoral en las pasadas elecciones juveniles, que se realizaron el pasado 5 de diciembre en todo el país. Pues esta ronda el 80%, cifra preocupante que puede aumentar para las legislativas, las consultas y las presidenciales, dada la ausencia de propuestas audaces para los jóvenes, los liderazgos viejos y reciclados, y la poca credibilidad que generan quienes aspiran a estos cargos. En Risaralda el índice de participación fue apenas del 5% y los colectivos que alcanzaron representación no recogen del todo las banderas del estallido social.

Sin embargo, no participar es a la vez un harakiri, la sola voluntad del voto por un escaño representativo en una instancia consultiva como los Consejos de Juventudes, que puede incidir en crear políticas que apunten a mejorar sus condiciones de vida y construir su propio camino democrático, deben tomarse como un gran avance para toda la juventud no importa su espectro ideológico.


Es necesario entonces que los jóvenes en Colombia comprendan la importancia de la participación en política, en un momento donde el único candidato joven de los presidenciales se medirá en la consulta de izquierda, Romero, sin muchas posibilidades de ganar y sin una agenda programática que ofrecer a los jóvenes de Colombia.


La apuesta de todos los sectores de la sociedad civil, el Estado y las diversas organizaciones, es aunar esfuerzos en la formación política constante a los muchachos, y que no sea un asunto coyuntural que responda a las exigencias de los tiempos electorales.


El único modo de llevar las demandas sociales emanadas del estallido social a los estrados de poder es aspirando, construyendo política y haciendo ejercicios electorales, pues ya lo dice un prestigioso analista político “El poder solo respeta al poder”.

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