Por: Daniela Quintero. Redacción Pares
En el año 1980 cuando las guerrillas empezaron a expandirse en el territorio colombiano, nació Sandra Milena Sandoval en la comunidad indígena Nasa, en el norte del departamento del Cauca, una zona donde hizo fuerte presencia la exguerrilla de las Fuerzas Armadas de Colombia -FARC, que en el 2016 depuso las armas y firmó un Acuerdo de Paz con el anterior gobierno.
Sandra Milena Sandoval tiene 39 años, cuatro hijos, un esposo y un pasado en las filas de las FARC. Hoy, es una soñadora del cambio a pesar de las dificultades que atraviesa Colombia en materia de gobernabilidad.
Por eso, la Fundación Paz & Reconciliación-Pares dialogó con Sandoval sobre su historia en la exguerrilla y lo que piensa del actual momento en el que la implementación del pacto va a paso lento.
Pares: ¿A qué edad ingresó a las FARC?
Sandra Milena Sandoval: Mi primer ingreso lo pedí a los 11 años y no se me dio; a los 15 años también, esa vez sí me aceptaban, pero yo no estaba en el territorio cuando llegaron a recogerme, y luego ya a los 17 años entré. Es decir en 1997.
Fue un proceso de formación personal por la forma en que uno vive, por la incidencia de las guerrillas, la incidencia del Estado ante la comunidad, entonces uno se va proyectando y va consolidando una ideología. En mi caso fue una decisión política.
Pares: ¿A que frente ingresó?
S.M.S: A la Columna móvil Jacobo Arenas de las FARC
Pares: Entiendo que usted se unió a las filas de las FARC por voluntad propia, ¿Cuáles fueron sus motivaciones?
S.M.S: Fue una suma de consecuencias. Yo nací en el norte del Cauca en una comunidad indígena. Y mi territorio con incidencia de las Farc desde muy pequeña, a mi papá no lo conocí pero lo que conozco es que también fue guerrillero. Y obviamente viví en unas condiciones de exclusión y de pobreza desde mi niñez. También se sumó un contexto de un resguardo indígena en el que siempre estuve en procesos de resistencia.
Entonces uno se empieza a cuestionar todas esas situaciones que vive. Por ejemplo, participábamos con todos los indígenas donde había represión de la fuerza pública. También viví que la fuerza publica entraban a mi resguardo y en su mayoría era abusador de las comunidades.
Entonces no hubo solo una razón porque la que yo ingresé a las Farc, sino que es la suma de cosas que fueron generando una ideología, y me fueron proyectando.
Pares: ¿Qué aprendizaje tuvo en el paso por esa estructura armada?
S.M.S: Yo me crié en una familia muy conservadora. Una niña muy tímida, muy callada. Yo viví una niñez muy dura en la que viví violencia sexual desde que no me acuerdo, y pude parar esa situación a los 12 años. Yo misma empecé a parar esa situación cuando ya entendía lo que me estaba sucediendo.
Entonces cuando yo ingresé a las FARC me empecé a empoderar, a participar en los conversatorios políticos de las charlas, entonces uno empieza a empoderarse como sujeto, como mujer.
Yo llegué a ser comandante medio de la organización y sin embargo, se sentía el machismo, porque cuando había comandantes del rango mío, se presentaba eso. Pero lo que yo aprendí allá fue a empoderarme.
Pares: ¿Y cómo fue su desmovilización?
S.M.S: “Yo soy desmovilizada individual. Resulta que me enfermé en 2002 de Bronquitis y me enviaron a un pueblo, entonces fui capturada por la fuerza pública. Estuve 30 horas detenida a mis 22 años, no me pudieron comprobar nada entonces me soltaron, sin embargo, cuando regresé la confianza se había roto por el hecho de haber sido capturada.
Esa ruptura me dolió porque yo pensé que iba a morir en las FARC, mi postura era estar en un planteamiento político. Yo para esa época tenía mi hijo mayor, pero a ella la dejé con las abuelas, pero yo estaba convencida de lo que estaba haciendo.
Mi excompañero y papá de mi hija se había desmovilizado meses atrás de forma voluntaria, y como sabían lo que estaba sucediendo conmigo me enviaron una carta para que me presentara. A mí me buscaban los paramilitares, el ejército, la guerrilla. Tenía una situación compleja, entonces por esa situación yo decidí entregarme por mi hija.
En ese momento inicié mi proceso, pero hubo un tiempo en el que me desvinculé del programa por el tema de los tiempos que me exigían porque entonces ¿cómo hacía para trabajar? Pero cuando se dio todo el trabajo del proceso colectivo con las FARC volví a vincularme.
Pares: ¿Cuál fue su impresión cuando se firmó el Acuerdo de Paz?
S.M.S: Con los antiguos comandantes no creí que fuera posible. Yo creo que Manuel Marulanda no tenía la confianza del Estado colombiano, entonces él no veía las posibilidades de que se fuera a dar de una manera honesta, de que nos fuéramos a sentar de tú a tú y que se fueran a cumplir esas promesas.
Pero en el momento que llegó el actual comandante pensé que sí. Este nuevo comandante sí estaba muy dispuesto a sentarse con el gobierno. Cuando se dio la firma yo estuve en el evento de la Plaza de Bolívar y fui una de las personas que lo esperaba con mucha ansiedad. Acordarse de tantos compañeros perdidos en la guerra.
Entonces pensé dos cosas. Primero, el creer que el gobierno de verdad cumpliera con los acuerdos pactados, que aún sigue siendo una incógnita; y lo otro que pensé es en el contexto de los territorios sin guerrillas y sin Estado.
Pares: ¿Por qué no volver a la guerra?
S.M.S: En el momento de salir del conflicto fue difícil porque era algo a lo que ya pertenecía, que tenía pleno conocimiento de que si lo lográbamos iba a ver una transformación.
Entonces ese primer momento en el que ya no estaba en la lucha armada fue fuerte para mí, pero ya después llegó un momento en el que pensé que la transformación social se puede dar por otros lados, por la palabra, las acciones, y no es necesaria la violencia, ni la violencia de las armas. Hoy en día creo en eso, hoy en día creo que sí, se puede y hay que transformar este país sin las armas.
Pares: ¿Qué podría decirle a la sociedad y al Estado colombiano?
S.M.S: El llamado sería a que es difícil encontrar por dónde buscar una solución pero sí nos compete a todos como sociedad, excombatientes, víctimas, iglesias, partidos políticos, a todos nos compete buscar las formas.
Todos estos años de conflicto, y los círculos de violencia que se han generado nos han mostrado cómo se ha vivido y por qué hemos llegado a esto; entonces es buscar la manera de transformar la sociedad y no repetir eso.
Pero el llamado es a no más por la vía de las armas, el llamado es a definitivamente hacer las cosas desde otro lugar, sin violencia, es complejo pero de alguna manera lo lograremos entre todos.
Y el llamado final al gobierno es que estamos llenos de corruptos politiqueros y esa ha sido la pandemia más grande y eso sigue generando desigualdad y exclusión. En últimas, ser conscientes de a quién estamos eligiendo.
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