Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Venezuela está pasando por un momento favorable tanto en su economía como en el sistema político. Luego del encuentro amistoso en México entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro, de haber permitido que la oposición se organizara en las primarias –en las que fue elegida, de manera abrumadora, María Corina Machado– y prometer llamar a elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024, el gobierno norteamericano ha decidido flexibilizar las sanciones a este país.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha autorizado que la más grande empresa estatal venezolana -PDVSA- pueda realizar transacciones de “producción, extracción, venta y exportación de petróleo o gas de Venezuela, y el suministro de bienes y servicios conexos”. Esta nueva situación está convirtiendo a Venezuela en un atractivo país para hacer negocios. Varias empresas internacionales le están poniendo la mira para realizar allí inversiones, entre ellas, la colombiana Ecopetrol, quien viene teniendo acercamientos para acordar un plan de inversiones e intercambios energéticos.
Para Ecopetrol, al igual que las demás multinacionales, realizar inversiones en Venezuela resulta muy atractivo. Este país cuenta con la primera reserva de petróleo del mundo y la quinta en gas. Además, dada la cercanía territorial y la tradición comercial con Colombia en la compra y venta de combustibles –actualmente Ecopetrol tiene un acuerdo vigente firmado por 20 años desde 2007–, el terreno está listo para que esta sea una de las relaciones más fructíferas.
Para Ecopetrol hacer inversiones en otros países no es indiferente. Actualmente, la empresa colombiana tiene dineros invertidos en exploración en el golfo de México, en Brasil y en la lejana Angola. De allí que el negocio que se le está abriendo con la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos le permite a esta empresa seguir ampliando su negocio por fuera de Colombia, pero ahora de una manera más segura y rentable.
El objetivo de Ecopetrol es realizar alianzas con PDVSA para aprovechar las inmensas reservas de petróleo y gas. Las sanciones que por varios años que le impuso el país del norte generaron que los pozos se cerraran y las instalaciones se paralizaran. Ahora, el gran esfuerzo que Ecopetrol tiene que hacer como inversionista está en poner nuevamente a funcionar las máquinas y adecuar las redes existentes con reparaciones y actualización tecnológica.
En este sentido, no se trata de hacer inversiones en exploración –pues Ecopetrol no desea por ahora hacerlo ni dentro ni fuera del país, ya que además de costosas las inversiones son riesgosas–, sino en explotación de los yacimientos existentes. Aquellos que se encuentran paralizados por las sanciones, siendo un primer frente de trabajo el transporte por oleoductos y gasoductos.
Entre los muchos beneficios que obtendrá Colombia con este negocio está la reducción del precio del gas que se consume en el país. Desde hace varios años, el precio del gas viene subiendo en Colombia, lo que ha provocado varios males, entre ellos, el aumento del costo de vida para los usuarios del servicio y el aumento del precio de la electricidad, al ser este un insumo para la generación de energía térmica.
Para Colombia esta noticia resulta muy positiva, en el sentido que el precio del gas hoy está por las nubes, ha subido más de un 40% en el último año en algunas regiones, presionando el costo de los servicios públicos y la inflación. Ahora el acuerdo podría reducir los costos del transporte de gas, dada la cercanía con el vecino país es uno de los incentivos que tiene Ecopetrol para realizar inversiones.
Además, se intentará aprovechar la capacidad instalada entre ambos países. Durante el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia y de Hugo Chávez en Venezuela se construyó el gasoducto Antonio Ricaurte en la frontera con La Guajira, el cual tiene una extensión de 225 kilómetros, de los cuales 80 kilómetros están en Colombia. Gasoducto que se utilizó hasta 2015, pero que fue abandonado. La idea es que para diciembre de 2024 comience a operar, Ecopetrol buscará acompañar a PDVSA en la revisión y adecuación de este.
Finalmente, en la actualidad Colombia importa gas –200 millones pies cúbicos al día– y está en riesgo de abastecimiento hasta el 2027, cuando espera aumentar la producción en La Guajira. El objetivo con el convenio sería aumentar la seguridad energética del país. Aprovechar los campos de petróleo liviano que tiene Venezuela en el golfo de Maracaibo y la gran cantidad de insumos que hoy compramos de manera costosa a Europa y el Medio Oriente.
En breve, asociarse con PDVSA es un negocio rentable y atractivo para Colombia. Se ha encontrado un socio que ayudará con el suministro de gas, un aliado para avanzar en la transición energética y la producción de energías limpias a través del gas, pues este es el energético clave para hacer la transición energética en el mundo.
Para Venezuela también resulta muy provechoso este negocio. Entre los beneficios están la reactivación de la economía y tener un socio estratégico cercano que le permita transportar gas y petróleo para ser exportado a Asia desde el puerto de Buenaventura o para que sea consumido de forma más cercana por Ecuador, Perú o Bolivia.
Igualmente se busca que Colombia le suministre a Venezuela energía eléctrica. Nuestro país tiene energía limpia, producida en sus hidroeléctricas y que, dada la cercanía, podría exportar hacia Venezuela, ayudando con ello a avanzar en la sustitución de energía fósil por energía renovable y construyendo una relación de economías que trabajen en la descarbonización.
En conclusión se trata de un negocio gana-gana. Un intercambio comercial que le permitirá a ambos países dinamizar sus economías en tiempos de crisis y un futuro incierto. Un acuerdo comercial con el que Ecopetrol logrará aumentar el valor de la empresa. Una alianza estratégica que ayudará a mejorar la seguridad energética de gas y petróleo. Por último, una unión de dos países hermanos que quieren apostarle a la transición energética y afrontar con éxito el cambio climático.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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