Por: Redacción Pares
Foto tomada de: El Heraldo
Alguien que conoce muy bien a Urabá se tomó un café conmigo. Le pregunté por H.H. El hombre puso los ojos en blanco “era el más sanguinario de todos, le gustaba matar con sus propias manos” después me describió la escena en la que degollaba a una persona en un taxi, dando una vuelta por Apartadó. Ever Veloza ha sido de los paramilitares que más han querido hablar, acaso resarcirse, acallar los demonios que lo atormentan. Desde la cárcel de Itagüí acostumbra a lanzar declaraciones que se convierten en llamas que encienden el bosque mediático. A propósito de la sentencia en Estados Unidos contra Chiquita Brands por su apoyo a grupos paramilitares Veloza se explayó.
Es que la bananera se escudó en que habían sido obligadas a colaborar con las AUC, algo en lo que Veloza los contradice: “En ningún momento fueron obligados, fuimos llevados como bien lo he dicho en Justicia y Paz. Cuando yo llegué a la zona bananera, la orden que me dieron fue ir y liberar todos los cultivos de banano, impedir que los sindicatos hicieran paros e impedir que la guerrilla hiciera presencia, así que en ningún momento fueron obligados con un fusil en la cabeza”.
José Ever Veloza en este momento tiene 56 años. Es tolimense pero trabajó como raspachín en el Guaviare. Fue de esos paras que primero militaron en las FARC. Ejerció varios oficios entre los que se cuentan el de taxista. En 1994 aterriza en Turbo. Entra a las AUC por cuenta de Vicente Castaño. Sufre atentados por parte de las FARC. Muestra la rudeza que pedían los paramilitares. En 1996 lo ascienden y es comandante del Bloque Bananeros. Su labor fue la de “limpiar” el Urabá de comunistas, de guerrilleros, siempre con la ayuda de la fuerza pública como él mismo ha confesado en las audiencias que ha dado en Justicia y Paz. El resultado son las más de 1.200 muertes que provocó, muchos asesinados directamente de su mano. Ese nivel de frialdad, de determinación a la hora de matar hizo que Vicente Castaño, después de ver lo que podía ser capaz de hacer en Urabá, le encomendó la misión de apropiarse, con el Bloque Calima, del Puerto de Buenaventura. Lo que generó cuando llegó, en el año 2000, es la misma guerra que aun se ve y se traduce en la disputa territorial de bandas como los Shottas y los Espartanos. Allí hizo una fortuna cobrando cincuenta dólares por kilo.
Con el Bloque Calima H.H dejó estelas de horror como la que produjo la masacre del Naya en donde, entre el 10 y el 12 de abril del 2001, asesinaron a 27 personas. Algunas de las víctimas fueron niños. Veloza se desmovilizó con 452 de sus hombres. En las audiencias de Justicia y Paz ha sido uno de los comandantes paramilitares que ha estado más dispuesto a contar la verdad. Su testimonio será fundamental para conocer hasta el fondo la verdad de lo que sucedió con Chiquita Brands y su apoyo a grupos paramilitares en Colombia, un caso del que muchos quieren que no se sepa nada.
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