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Foto del escritorYesica Cortés

“Héroes” y “villanos” en el conflicto entre Israel-Palestina, o el pseudoperiodismo de Vicky Dávila

Por: Yesica Cortés

Docente universitaria, filósofa y activista feminista



Escribo esta columna a propósito de una nueva portada de la Revista Semana, dirigida por Vicky Dávila, que llama de nuevo a la desinformación: El Títere, Gustavo Petro no condenó el ataque terrorista de Hamás contra Israel. Por el contrario, puso a Colombia al lado del eje del mal con Rusia e Irán, y lanzó en redes una peligrosa campaña antisemita. Comparó a los israelíes con los nazis. Estados. La portada, que parece sacada de un meme de redes sociales, muestra al mandatario de Colombia bajo los hilos de los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Ebrahim Raisi de Irán.


Para hacer un análisis de este problemático titular será necesario problematizar esta nota de pseudoperiodismo que, en su búsqueda moralizadora de la política, reduce el conflicto y la invasión histórica de Israel a Palestina al ataque del grupo Hamás a Israel y, descontextualizada e irresponsablemente, se promueve la idea de que quien no esté del lado del accionar bélico y reactivo del Gobierno Israelí es antisemita.


Hemos aprendido a leer los conflictos locales, nacionales e internacionales como se nos ha mostrado en las películas de la industria hollywoodense; tenemos una historia lineal con un héroe que derrota a un villano. Por lo general, este héroe genera identificación porque supone el ideal de sujeto al que debemos aspirar (para no decir que es un hombre blanco, estadounidense o europeo, y de clase alta), y más siendo espectadorxs desde los sures globales. El villano entonces se nos muestra como el Otro, como el opuesto a este ideal; es todo lo que no cabe dentro de esa categoría normativa de héroe (el resto del mundo que no sea Europa o EE.UU.). La historia que se cuenta comienza con el rapto de un bebé al rey o con el hechizo de la bruja a la princesa, de ahí para adelante nos encontramos con la lucha incesante y heroica por recuperar al infante o por encontrar el remedio para la brujería, pasando por encima de pueblos, acabando con especies, todo en pro de esa humanidad normada. Se trata de una historia progresiva que nos induce a pensar que la manera de concluir la historia es con la victoria del héroe, quien primero fue víctima. Por más novedosas películas de la misma industria que quieran “romper” o mostrar otras narrativas, el daño ya está hecho. Somos hijxs de esa narrativa única y a partir de ahí leemos el mundo, aunque la historia no sea una línea progresiva de hechos contados desde un solo lugar, el de los vencedores.


El problema de leer un conflicto como el de Israel y Palestina, o incluso como el de Colombia, bajo el rótulo del héroe y el villano es que, primero, tenemos un registro moral del conflicto que nos indica que hay unos “buenos” y unos “malos”; segundo, que somos incapaces de ver la panorámica histórica del conflicto y con anteojeras juzgamos lo que acontece; tercero, que tomar posición en el marco de un conflicto o disputa leído universalmente como una guerra “del bien contra el mal” resulta siendo peligroso en caso de no estar “del lado correcto de la historia”, como nos anunció Vicky Dávila:


El presidente Petro y su Gobierno, que se autodenomina como una “potencia mundial de la vida” que busca la “paz total”, ya se ubicó inexplicablemente en el lado incorrecto de la historia que se está escribiendo con la sangre de inocentes tras el ataque de Hamás a Israel. Una vergüenza para Colombia. Esa actitud permisiva del presidente con el terrorismo lo margina del escenario internacional y lo ubica en un eje del mal que tendrá repercusiones negativas para los colombianos.


Lo que se promueve en este particular artículo nos permite registrar a “los buenos” como el gobierno de Israel y a “los malos” como los que no rechazan enfáticamente el ataque de Hamás a Israel. De allí que ubique al Gobierno de Colombia en el “eje del mal” promulgado en su momento por Bush para designar supuestamente a países que “apoyaran” el terrorismo, entre los que mencionaba a Cuba e Irán, por dar un ejemplo. Más allá de lo problemático del enunciado y de la necesidad de una exégesis del concepto “terrorismo” (que se ha usado para designar a todo lo que esté en contra de los intereses gringos[1]), esta categorización es un zoom sobre un hecho en relación con un panorama más complejo que no se suele abordar en un medio masivo de comunicación como Revista Semana.


Palestina no se coloca en el radar mediático mundial sino a condición del ataque que hace el grupo Hamás a Israel -Hamás es una organización armada nacionalista y fundamentalista islámica que, de hecho, en sus inicios fue apoyada en su creación por Israel-. No obstante, el pueblo palestino ha sido asesinado, invadido, atacado, torturado y asediado desde hace más de 70 años por Israel, como efecto incluso de la declaración de Naciones Unidas en la cual se les otorga a los judíos el derecho a existir ocupando la Palestina histórica y esto a su vez en consecuencia de la persecución nazi a los judíos.


Se trata de la población refugiada más antigua de la historia moderna y uno de los principales focos de debate del conflicto, ya que la Resolución 194 de la ONU, de 1948, reconoce el derecho de retorno e indemnización de las personas refugiadas palestinas de aquel conflicto. Y también se lo reconoce a sus descendientes. Setenta y tres años después, la resolución sigue sin cumplirse”[2].

De ese modo, y bajo la Resolución 181, se divide la región en dos Estados, uno árabe y otro judío. En este contexto, y a partir de las guerras del 48 y del 67, Israel se ha encargado de desplazar al pueblo de Palestina y de ocupar el territorio ya antes divido entre los dos Estados, y ha colonizado por todos los medios el territorio palestino con el apoyo, por supuesto, de EE.UU. y con la complicidad del resto del mundo, que ha mirado a otro lado mientras se comete un genocidio.


Si bien es muy difícil resumir este conflicto, es importante señalar que el zoom que se hace sobre el ataque de Hamás es injusto e hipócrita en relación con este panorama, porque lo que de fondo se lee es que hay unas vidas que importan más que otras. Por supuesto que todo hecho violento que implique a población civil y desarmada es deplorable, pero se necesita una lectura más compleja de los conflictos que no se vea reducida por el rótulo moral y de asignación de buenos y malos desconociendo el contexto histórico que se encuentra detrás o incluso antes en términos temporales.


Ahora, y siguiendo a la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, cuando los conflictos se entienden como un enfrentamiento entre el bien y el mal, el enemigo u oponente deja de ser un adversario político y se comprende como un enemigo que debe ser aniquilado, distinguiéndolo o sacándolo de la esfera humana y de la bondad como algo esencial de unos y no de otros. A propósito de esto, pronuncia el primer ministro de Israel: “This is struggle between the children of light and the children of darknessm between humanity and the law of the jungle” (“Esto es una lucha entre los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad, entre la humanidad y la ley de la selva”, traducción propia). Esto no es lejano a cómo los colonos españoles se referían a los indígenas o incluso a cómo los nazis se referían a los judíos. Si bien el primer ministro puede estar hablando del grupo Hamás, el contexto de genocidio y ocupación de Israel a Palestina deja entrever de fondo un discurso de aniquilación de ese Otro, del villano o del que en la simpleza de Vicky Dávila “no está del lado correcto de la historia”, puesto que, en lo pragmático, los ataques de Israel están llegando a hospitales, “rutas seguras” y zonas en donde se encuentra población civil. En ese sentido, apoyar a Palestina no necesariamente es coincidir con los ataques de Hamás a la población de Israel, ni apoyar el accionar de Israel significa estar del lado de los “buenos” de la historia.


Si bien las noticias sobre los conflictos se cuentan desde lugares atravesados por intereses e interpretaciones diversas, necesitamos revisar nuestras lecturas sobre la información que nos llega de manera simple y sesgada, atender a lo histórico, salirnos del paradigma moral de la política y, con ello, complejizar el lugar de “los buenos” y “los malos” de la historia, para dar cuenta de esos contextos intencionados de enunciación, para sopesar los panoramas de guerra que acontecen en nuestra cotidianidad y tomar posiciones éticas desde la profundidad y complejidad de los hechos. No necesitamos más héroes que escondan bajo su victoria más genocidios.


*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.




 

[1] “En la actualidad, la posibilidad de mantener modelos sociopolíticos diferentes de los occidentales se ha reducido drásticamente, ya que todas las organizaciones internacionales están controladas más o menos directamente por los poderes occidentales liderados por los Estados Unidos” (Mouffe, Chantal (2007). En torno a lo político, p.88. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica). [2] Amnistía Internacional (2022). Ocho claves para entender el conflicto palestino-israelí. [En línea]. Tomado de: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/ocho-claves-para-entender-el-conflicto-palestino-israeli/

1 comentário


kingspder905
20 de out. de 2023

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