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Fue Por Lana…

Por: Joker


Y salió encanado! Es la frase correcta para iniciar esta columna tomando en cuenta el orden de los hechos judiciales con efecto bumerang, que hoy mantienen al alevoso y disminuido expresidente Álvaro Uribe en detención domiciliaria; pero a pesar de ser un hecho poco común en un país donde la justicia también se desnuda y duerme con la corrupción, lo cierto es que de acuerdo al concepto de respetados juristas, las pruebas poseen el suficiente peso incriminatorio, para que el líder del partido de gobierno esté privado de la libertad en institución carcelaria.


Subsisten varios aspectos que son innegables y se deben decir, por ejemplo, que la cárcel actual de Uribe es más grande y lujosa que todas las cárceles del país juntas, como lo dijera el Senador Gustavo Petro en la red social twitter, pero además, también se puede decir que ni el extinto Narcotraficante Pablo Escobar pudo soñar con tal lujo, ya que esta propiedad conocida como el Ubérrimo se conforma de no menos de 1.500 hectáreas, permitiendo el desarrollo comercial de la cría de ganado y de caballos finos. Incluso se denuncia la construcción de un puente y de un distrito de riego con dineros del estado en el periodo presidencial del líder paisa, obras que beneficiaron y valorizaron aún más estas tierras.


Sus pobladores le dicen a esta portentosa plenillanura “la mesa de billar del Sinú”, por su perpetua dimensión tan plana como verdosa, que se extingue en la lejanía.


Se vale agregar en este informe, que con Uribe hay cerca de 2.500 colombianos que son dueños de más de 40 millones de hectáreas, consagrándose como terratenientes verificados por los organismos internacionales, los cuales ahondan las brechas de la desigualdad social en Colombia; claro, en honor a la verdad no es el único político o funcionario público, pues ya se puso en evidencia que familiares del exministro Iragorri y otros del mismo corte, figuran en investigaciones por apropiaciones de terrenos baldíos en el Vichada y en el Meta.


Sin embargo, la verdadera cárcel de este senador confinado está en su ego, su narcisismo y excentricidad lo llevó a creer que podía consolidar en Colombia una monarquía, se consideró insustituible e intocable y la verdad es que cada día se revelan hechos que lo dejan ver como un ordinario rufián, magnificado por la codicia y la corrupción de un puñado de empresarios, periodistas, banqueros y mafiosos arribistas, que tienen como excusa el áspero y trillado discurso, que todo aquel que no es uribista es guerrillero.


Pero roto el escudo, vulnerado el mito, y la muralla uribista quedó con fisuras que no le permitirán contener otras investigaciones más graves y serias, que avanzan a paso largo y le darán aforo al concepto de la justicia internacional, sobre hechos que redundan en las órbitas de los crímenes de lesa humanidad.


Todo se empieza a derrumbar y aunque la cárcel sea de oro es cárcel, y así el orgullo demencial de sus alfiles Paloma Valencia y Paola Holguín quiera corroer los barrotes de la decisión judicial y promuevan marchas insolentes de camionetas blindadas y vidrios oscuros en medio de la pobreza nacional y se amenace con constituyentes, con tutelas, no dejarán de ser más que ridículas pataletas, pues ya no tienen capital político y menos credibilidad dentro de la sociedad nacional.


Sin miedo y sin titubeos se puede gritar, que el uribismo hoy por hoy, se comporta y se viste como una banda delincuencial.









También es muy cierto que los expresidentes y presidentes en Colombia tienen todo un arsenal de marrullerías jurídicas para colocarse al nivel de probidad del mismo Jesús de Nazaret, haciéndolos intocables ante cualquier investigación, pero recordemos que Uribe es senador de la república y el fuero impúdico ya no lo cobija y le correspondió a la Corte Suprema juzgarlo por acciones posteriores a su periodo de gobierno. Caso contrario en otros países como Brasil, Argentina, Ecuador y Perú, donde se puede observar que sus constituciones permiten abiertamente investigar a un Presidente o expresidente, juzgarlo y destituirlo, y en el menor de los casos llevarlo a los estrados judiciales a responder por sus acusaciones.


Pero mientras Uribe pasa los días de reclusión en el safari de su lujosa hacienda, Vicky Dávila periodista sesgada y frontalmente casada con esta doctrina política, llora y rezonga contra la Corte Suprema de Justicia, según ella por extralimitarse con la sentencia sobre el magnánimo congresista, pero calla que la bandera roja insignia del hambre y de la crisis pandémica, flamea en todas las cárceles del país y sobre todo en las viviendas de los ciudadanos uribistas y no uribistas de Colombia.

Lo mismo hacen los medios la W, Blu Radio y El Tiempo, donde laboran los más desvergonzados remolones de los gobiernos de turno, todos ajustados al libreto… “Hay que respetar las decisiones judiciales de las Cortes pero…” Lanzan su inconformismo sin lógica jurídica, sin argumento válido, sólo aduciendo que Uribe debe ser perdonado porque los guerrilleros también son criminales.


Lo que no le dicen a la ciudadanía conociendo la información en detalle, es que el escenario jurídico de Timochenko es totalmente diferente al del manido expresidente, todos sabemos que el excomandante guerrillero se sometió a la justicia especial para la paz, mientras que Uribe y su gobierno juraron destruir la JEP, sobra decir que los embates en el congreso contra la misma son constantes y feroces.


La cosa es sencilla, si Uribe no quería ser juzgado por la justicia ordinaria, debió desmovilizarse como lo hicieron gran parte de las FARC y someterse a la Justicia Especial, pero los egos mencionados no lo dejan, lo poseen y lo llevarán por un camino escabroso de fracasos y humillaciones.


Con todo, son obtusos y padecen de instinto de extinción, seguirán culpando al Gobierno de Santos, a Petro, a las FARC, al Foro de Sao Paulo, a Maduro, de todos los problemas de Colombia y del juicio contra su líder, incluso dirán que si en EEUU gana Joe Biden para todos será peor, pero obvian con cinismo los 400 muertos diarios producto del pésimo manejo de la pandemia, el asesinato de líderes sociales, reinsertados, ambientalistas y opositores; lo único que conciben con adicción es una Colombia rendida a los pies de su jefe, por eso el inepto Iván Duque (No puedo decirle Presidente, me parece que es un término que le queda muy grande) representan un gobierno al garete, acéfalo y sin rumbo.


Así que no nos dejaremos intimidar, ya sabemos que son expertos en hacer bulla, disparar al aire y controvertir con las mismas vulgaridades de hace décadas. No tienen capital político y las lujosas camionetas no votan, y algo bien importante, es que sus aliados de base, abandonados a la desidia de la pandemia, cada día reflexionan admitiendo que sólo fueron un instrumento de utilidad electoral.

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(Tengo que agradecer al twitero @Knomesigan Juan Forero por ponerle la sal correspondiente a esta columna)

Joker

Rio Cuarto Argentina

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