Por: Miguel Ángel Rubio, Coordinador Escuelas de Liderazgo Juvenil
Línea Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil
Al Estado y a la sociedad le pedimos establecer una nueva visión de la seguridad para la construcción de la paz, una seguridad centrada en las personas y la protección de los seres humanos y la naturaleza, sobre la base de confiar en el pueblo. Y para un ejército que ponga el honor en la paz y una policía ciudadana al lado de los ciudadanos, donde las medallas de orden público no sean por entregar cadáveres, sino personas vivas, culpables o inocentes, para la justicia restaurativa.
Informe Comisión de la Verdad, leído por Francisco de Roux, SJ
28 de junio
El gobierno entrante, en estos momentos en proceso de empalme, propuso dos grandes proyectos para los jóvenes en Colombia: la eliminación del servicio militar obligatorio y el desmonte del ESMAD.
Gustavo Petro pretende poner la protección del derecho a la vida como el centro de su programa de gobierno. Citando textualmente su programa propuesto en campaña: “El servicio militar dejará de ser obligatorio y respetaremos la objeción de conciencia”, página 45.
Este propósito de quitar la obligatoriedad del servicio militar en Colombia no es un asunto nuevo. Intentos que van en la historia más reciente desde 1998 hasta la promesa de Juan Manuel Santos de eliminarlo debido a que íbamos a entrar a una era de paz, han fallado. Se estipulan al menos 14 intentos legislativos, entre los que se cuentan promesas de campaña (Uribe 2002-2010), un referendo promovido por el MIRA y hasta iniciativas propuestas por el excongresista y polémico excandidato a la Alcaldía de Bogotá Carlos Moreno de Caro; dan muestra de que ese tema no le ha interesado al legislativo y todas las iniciativas se han hundido en el congreso.
Ahora bien, en esta nueva etapa en la que entra el país, Gustavo Petro, quien a partir del próximo 7 de agosto se posesionará y tendrá que hacer reconocimiento de tropas del ejército como acto protocolario de posesión en el que, a su vez, el ejército le reconocerá como comandante supremo de las fuerzas armadas, deberá caminar como gato entre cristales para lograr llevar a cabo esta propuesta.
Una reciente nota periodística de Noticias Uno del 27 de junio sobre una posible insubordinación en las fuerzas armadas, que estaría siendo instigada o promovida por militares retirados y de la reserva que exhortan a no reconocer como comandante supremo a un “exguerrillero”, da muestra de que la relación del presidente entrante con los militares no será nada fácil. A esto habría que sumarle el intercambio de trinos y ataques vía Twitter entre el entonces candidato Petro y el general Zapateiro, que generó un tenso ambiente político durante la campaña presidencial.
Por lo visto, esta promesa de eliminar la obligatoriedad del servicio militar no le quedará fácil cumplirla, incluso puede vaticinarse casi un fracaso de la misma, pues no es conveniente en un gobierno que ha generado tantas resistencias en sectores de la ultraderecha, aliada de las FF.MM., quitarle su principal fuente de reclutamiento. De hecho, si presidentes con mayorías y respeto en el ejército no lo lograron, como Uribe y Santos, que incluso tuvieron mayorías legislativas en sus mandatos, no se ve probable que lo logre Gustavo Petro. Sin embargo, le deseamos suerte en el intento.
Desmonte del Esmad
El Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) fue creado en 1999 durante el gobierno del Expresidente Andrés Pastrana, mediante la directiva transitoria 0205 del 24 de febrero de 1999. Su propósito es controlar el orden público durante marchas y manifestaciones en territorios urbanos y rurales, y contener posibles alteraciones que de estas devengan.
Sin embargo, esta fuerza de contención se ha convertido en una fuerza letal para la ciudadanía, costando vidas de jóvenes, como Dylan Cruz durante el paro del 2019, o la pérdida de ojos en otros marchantes, problemas de salud asociados a la ingesta de gases, ataques desmedidos a ciudadanos desarmados, torturas, entre muchas otras denuncias que han animado a que la juventud, principal víctima en los últimos años de este escuadrón en razón a los paros y marchas recientes en el país, pidan su desmonte.
Frente a esto el programa de Gustavo Petro contempla lo siguiente como propuesta:
“Una Policía civil para la vida y la seguridad humana. El redimensionamiento de la Policía Nacional conforme al mandato constitucional implica que sea reubicada bajo el Ministerio de Interior o de Justicia (Alemania y EE.UU., son ejemplo de ello). Nuestra prioridad será recuperar, a nivel institucional y operativo, el carácter civil del cuerpo policial y de acuerdo con ello, redefinir sus funciones y prioridades, que incluyen el desmonte del Esmad y el tránsito a una fuerza orientada a la solución pacífica e inteligente de conflictos”, página 45 (subrayado por el autor).
La discusión en los últimos años está partida en tres: 1) los que desde la institucionalidad defienden la existencia del Esmad, alegando que se protege al resto de ciudadanos que no participan de las manifestaciones, que se busca evitar destrucción de bienes privados y públicos y que quienes siempre provocan los disturbios son los manifestantes y los llaman vándalos; 2) los que predican y abogan por su eliminación, dadas las evidentes denuncias de abuso de fuerza, muertes, y torturas probadas, que ven en el Esmad una fuerza que en la mayoría de ocasiones dispara primero; 3) los que abogan por un punto de medio que dice que el desmonte no es viable, y que lo que se debe hacer es reforzar en los miembros de esta fuerza el respeto a los derechos humanos y los protocolos de intervención. Entre estos tres polos se dirime la discusión actualmente. El Gobierno Duque optó por mantener la institucionalidad y no ha dado eco a las voces que piden su desmonte o su regulación.
El gobierno entrante aboga por su desmonte y Gustavo Petro ha sido por supuesto su principal abanderado, sin embargo, valga recordar la denuncia que realizara Julián Sastoque, actual concejal de Bogotá por el Partido Alianza Verde, que le recordó en un tweet a Gustavo Petro, las veces que durante su alcaldía el Esmad que hoy quiere desmontar salió a las calles, las cuales calcula en su denuncia en unas 1.003 veces. Esto se dio debido a otro rifirrafe entre el entonces exalcalde Petro, siendo senador, y la actual alcaldesa Claudia López durante el paro del año pasado en Bogotá.
El desmonte es necesario. Las denuncias de múltiples jóvenes en varias ciudades y regiones del país tienen fundamento jurídico, y miembros del Esmad vienen siendo investigados y judicializados, caso Dilan Cruz, en el que ya se han emitido condenas al respecto.
Sin embargo, el debate pasará también por el Congreso y por una reforma que implique lo que se viene pidiendo, que la Policía Nacional pase de ser un cuerpo militar adscrito al Ministerio de Defensa a una fuerza civil, de directo resorte del Ministerio del Interior.
Fuerte debate que encontrará en la oposición que tendrá el presidente Petro un caballito de batalla para mantener la simpatía con la seguridad, el orden, y la bota militarista.
No la tiene fácil el presidente electo para estas cruciales reformas que pondrían a Colombia en una era de paz, una Paz Grande, como la llama la Comisión de la Verdad. La resistencia de las Fuerzas Armadas y sus anteriores relaciones con la Policía propiciaran un debate álgido y fuerte para encontrar apoyo en sectores conservadores de los organismos de seguridad.
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