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Entre la baja ejecución presupuestal y las críticas vacías: así va Jóvenes en Paz

Por: Cristian Florez

Pasante de la Línea de Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil




De los retos más grandes que tiene el gobierno nacional es llevar a cabo su política de Paz Total. Dentro del Plan Nacional de Desarrollo se reconoce la importancia de las juventudes para materializar, por fin, el tan anhelado tránsito hacia la paz. Esto supone darle protagonismo a los y las jóvenes, y muestra de ello es la Ley 2272 de 2022 y el Decreto 1079 de 2024 que reglamentan el servicio social para la paz como alternativa al servicio militar; y en este mismo sentido el decreto 1649 de 2023 que crea el programa de “Jóvenes en Paz” como una de las apuestas más importantes de transformación.

 

Este último programa ha sido criticado fuertemente tanto por la prensa como por sectores de oposición que lo han llegado a titular como “pagar por no matar”. De esta manera buscan quitarle agencia a las juventudes como sujeto capaz de transformar su territorio a través de la pacificación del mismo por medio del trabajo comunitario. Así, se llegan a críticas vacías alrededor del programa que no aportan a su construcción y, de hecho, buscan desmontarlo. Esto nos recuerda las estrategias que se usaron para el plebiscito del 2016 al diseminar información falsa alrededor del acuerdo de paz y el posconflicto.

 

Esto no quiere decir que el programa sea exento de críticas, puesto que si lo analizamos en profundidad al gobierno en materia de ejecución le falta bastante. Según nuestro reciente informe “Así le va al gobierno del cambio a mitad de camino”,  la ejecución total del programa, con corte a finales de junio, se encuentra en un 2,67% de avance. Los primeros lugares donde se ha intentado ejecutar el programa ha sido Quibdó, Buenaventura, Puerto Tejada, Guachené, Medellín y Bogotá donde se han adelantado las preinscripciones, los acuerdos del programa y ajustes en las diferentes actividades en los componentes de Jóvenes en Paz, a saber: educación, corresponsabilidad, atención integral en salud, empleabilidad, emprendimiento y asociatividad.

 

A pesar de estos esfuerzos, la semana pasada se presentaron inconvenientes alrededor del programa. Varios jóvenes se han quejado de que sus pagos han llegado retrasados o simplemente no les llegan. Esto supone una gran problemática para el gobierno nacional porque si su fin es alejar a los jóvenes de la delincuencia, lo primordial es poder darles una base económica que les dé ese primer impulso para decirle no a la violencia.

 

Es claro que la rápida y efectiva ejecución de este programa es pilar fundamental para hacerle frente a las críticas de la oposición. Lastimosamente el gobierno peca en ello. En efecto, como lo muestra el informe de 2 años de Petro, el ministerio de la igualdad “pese a que ha comprometido casi el 80% de sus recursos solamente ha obligado un 1%”. Recordemos que el ministerio de la igualdad es quién lidera el programa de Jóvenes en paz.

 

Haciendo la trazabilidad de información, la primera fase que nos encontramos del programa, de 6.000 jóvenes que se tenían en mente por beneficiar, apenas se ha llegado a la cifra de 1.723, lo que corresponde a un 28,7%. Si no se logra llegar a la cifra de 6.000 jóvenes ¿Cómo se puede pensar en beneficiar 100.000 jóvenes? Frente a esto consideramos que los retos del programa van en una doble vía. El primer reto, como veníamos mencionando, es hacerle frente a los discursos de la oposición que limitan el debate a simples opiniones sin fundamento (por ejemplo se habla de que a través de este programa se benefician bandas criminales y grupos al margen de la ley, recurriendo nuevamente al fantasma de convertirnos como Venezuela). El segundo reto, que complementa al segundo, es mejorar la ejecución del programa, poder incidir en más jóvenes y hacerlos líderes de sus respectivos territorios.

 

Este programa tiene potencialidad, por eso no ha sido exento de críticas, y la respuesta principal del gobierno debe ser ejecutarlo de la mejor manera posible. Solo así podemos pensar en una juventud reivindicando su derecho a la vida, a la paz y a la organización. haciéndole frente a la violencia a través de la creatividad que se les caracteriza. La paz total es necesaria y los y las jóvenes son sujetos de transformación primordiales para tal objetivo



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