¿Energía o alimento? Lo que nos jugamos con los paneles solares en el campo
- John Correa Romero
- 19 jun
- 3 Min. de lectura
Por: John Jairo Correa

En los últimos años, hemos oído hablar cada vez más de una idea que suena muy prometedora: instalar paneles solares en campos secos o pastizales afectados por la sequía. Según algunas investigaciones y medios como Tiempo.com, esto no solo generaría energía limpia, sino que también ayudaría a recuperar los suelos y mejorar la vegetación. ¿Pero es tan buena esta propuesta como parece? Miremos más de cerca.
¿Sombra que ayuda... o que quita vida?
Los estudios muestran que los paneles pueden dar sombra que protege el suelo del sol directo, ayudando a que conserve humedad. En zonas muy secas, esto puede ser útil para que algunas plantas sigan creciendo. Incluso se ha observado que en años de poca lluvia, el pasto crece más bajo los paneles que a cielo abierto.
Sin embargo, esto no siempre es así. No todas las plantas necesitan sombra, y si se instalan demasiados paneles o muy juntos, puede faltar luz para que las plantas crezcan bien. También hay animales que viven en pastizales abiertos que podrían verse afectados. Además, si no se tiene cuidado durante la instalación, las máquinas pueden compactar la tierra y dañar el ecosistema. En resumen: sí, los paneles pueden ayudar, pero también pueden causar problemas si no se usan bien.
Uno de los grandes argumentos a favor de esta idea es que puede ayudar económicamente a los campesinos. Por ejemplo, pueden usar la energía solar para su propia finca o vender la electricidad que producen. También pueden alquilar sus tierras a empresas de energía solar y recibir un ingreso extra.
Pero hay que preguntarse: ¿quién gana realmente? En muchos casos, los proyectos grandes son de empresas que se quedan con la mayor parte de las ganancias, mientras que los agricultores solo reciben una pequeña parte. Además, hay un riesgo de que se deje de producir comida en esas tierras, lo que podría afectar la seguridad alimentaria si se hace a gran escala.
Y hay otro detalle: aunque se diga que se puede seguir criando ganado o cultivando en las tierras con paneles, en la práctica no siempre es tan fácil. A veces se necesita maquinaria especial, o los animales pueden dañar los equipos. Esto requiere más dinero, trabajo y conocimientos técnicos.
Es cierto que necesitamos dejar de depender de los combustibles fósiles y producir energía limpia. Pero no podemos olvidar que muchos de los problemas que enfrentan los pastizales hoy vienen de malas decisiones anteriores: sobrepastoreo, monocultivos, falta de apoyo al campo y políticas que no cuidan el agua ni el suelo.
Poner paneles solares sobre un pastizal seco no arregla el problema de fondo. Es como poner una curita en una herida profunda sin tratar la causa real. La agrovoltaica (así se llama esta combinación de agricultura y energía solar) puede ser parte de la solución, pero no debe ser vista como la única ni como la más importante.
En lugar de usar la agrovoltaica para que grandes empresas hagan negocio con tierras baratas, deberíamos pensar cómo usarla para fortalecer a las comunidades rurales. Eso implica que los campesinos tengan voz en los proyectos, que haya normas claras que protejan el uso agrícola del suelo, y que la energía generada beneficie de verdad a quienes viven en esas zonas.
Porque al final, el problema no es la tecnología en sí. El problema es cómo se usa, quién decide, y para qué. La energía solar es muy valiosa, pero no podemos permitir que se convierta en una nueva forma de acaparar tierras o desplazar a quienes siempre han cuidado esos territorios.
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