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Encuentro por la verdad: los esfuerzos por el perdón de las víctimas de secuestro

Por: Laura Cano  Periodista – Pares 


Han sido múltiples los espacios que se han dado con la intención de promover el diálogo y la reconciliación en el marco de la implementación de lo pactado en el Acuerdo de Paz realizado entre el Gobierno (en ese entonces de Juan Manuel Santos) y la exguerrilla de las Farc. Este año se cumplirán 5 años de la firma de dichos acuerdos. En este contexto, hace un par de días ayer la Comisión de la Verdad propició el Encuentro por la Verdad: un espacio en el cual se dieron cita algunos exguerrilleros, así como víctimas de secuestros cometidos por el grupo armado.

En el espacio hubo participación de exintegrantes de las Farc, entre ellos Rodrigo Londoño, Pastor Alape y Carlos Antonio Lozada. Asimismo, hubo presencia de personas que estuvieron privadas de la libertad por parte de la estructura armada: participaron Armando Acuña, Ingrid Betancourt, Alan Jara, Luis Eladio Pérez y John Frank Pinchao.


Vale la pena señalar que la toma de rehenes y las privaciones de la libertad, especialmente durante los años 90, se convirtieron en unas de las prácticas más constantes de los grupos armados ilegales. A través del secuestro se hacía posible recaudar ingresos para fortalecer el funcionamiento y las dinámicas de guerra de estas estructuras, negociar la liberación de presos de estos grupos, hacer control territorial y lograr ventajas militares.


En el informe “Una sociedad secuestrada”, el Centro de Memoria Histórica expone que «De acuerdo a los datos obtenidos en el estudio sobre secuestro en Colombia, las FARC han tenido una participación significativa en los secuestros dentro del territorio colombiano. Se ha identificado que durante el periodo 1970 – 2010, las FARC estuvieron involucradas como autor presunto en 9.447 secuestros y como autor confirmado en 3.325».


«En 2010 las Farc renunciaron a esta práctica, lo que facilitó la ruta hacia una negociación política. Sin embargo, el daño causado se extendió a familias y comunidades enteras, sembrando odio y dolor, desconfianza y miedo. Todos estos sentires», comentó la comisionada Marta Ruíz durante el espacio propiciado por la Comisión de la Verdad el pasado 23 de junio.

Es necesario mencionar que, en este contexto, muchas mujeres secuestradas sufrieron agresiones sexuales. Y es que justamente esta fue otra de las victimizaciones más transversales durante el conflicto armado. Este tipo de violencia, en el marco del conflicto armado, dejó cerca de 15.711 víctimas entre 1959 y 2017, según datos del Centro de Memoria Histórica.


Trayendo a colación de nuevo el encuentro entre víctimas y victimarios, uno de los testimonios que más eco generó fue el de la excandidata presidencial, Ingrid Betancourt, quien estuvo secuestrada por seis años y fue liberada a través de la Operación Jaque (en la que se rescataron a 15 secuestrados el 15 de julio de 2002). Entre las personas liberadas también estaban: Juan Carlos Bermeo, Raimundo Malagón, José Ricardo Marulanda, Keith Stansell, William Humberto Pérez, José Miguel Arteaga, entre otras. Al respecto, es importante resaltar que la mayoría de estas personas tenían cargos militares.


Durante su intervención, la excandidata presidencial hizo referencia a varias cosas: por un lado, envió un mensaje sobre la guerra en el país y la necesidad de construir espacios de reconciliación y diálogo; por otro lado, hizo un llamado de atención a los miembros del secretariado de la otrora guerrilla, quienes también intervinieron durante el encuentro. Betancourt cuestionó, por ejemplo, a Abelardo Caicedo, a quien le dijo que: «Yo hubiera querido oírlo a usted, como comandante, decir si usted secuestró a alguien, decir si usted dio la orden de que mataran a alguien».


Además, ante las aseveraciones de Carlos Lozada, quien fue cuestionado por no pedir perdón, afirmó: «Yo quería oírlo hablar desde su corazón, no desde la política. Acá estamos seres humanos, no está el Estado. Estamos los colombianos al desnudo, mirándonos en el drama». Hay que señalar que, en la mañana del pasado jueves, Lozada respondió a los comentarios, a través de Blu Radio, afirmando que «No he llorado, pero eso no significa que no tenga sentimientos. No se puede decir que se es inhumano porque no se derrama una lágrima. Yo no puedo pararme a fingir, a lanzar lágrimas de cocodrilos si en ese momento no tenía ganas. No tengo por qué llorar si no me nace. Por supuesto que me conmueven las víctimas, en ese momento no tenía por qué llorar».


Igualmente, Ingrid Betancourt también hizo una reflexión sobre el momento de reconciliación que se vivía con ese encuentro: «Yo nunca hubiera imaginado desde lo profundo de mi cautiverio que un día tendría la posibilidad de un diálogo humano con mis antiguos captores. Lo que quiero transmitirle al país, en esta situación tan difícil que atravesamos, es que la violencia nunca ha sido ni será la solución».


Por su parte, Rodrigo Londoño reconoció en el encuentro que «muchas de las personas secuestradas fueron sometidas a tratos indignos de su condición humana, padecieron agresiones físicas y morales que aumentaron innecesariamente su sufrimiento. También, que un alto número de las víctimas de secuestro terminaron perdiendo su vida hallándose en nuestras manos, y lo que es peor, sepultadas en algún lugar de la geografía rural, que, dadas las circunstancias de la confrontación armada, resulta hoy difícil de determinar con precisión».


Además de esto, el exjefe guerrillero aprovechó el espacio para reconocer también el dolor que ha causado el secuestro, así como los quiebres sociales que estas victimizaciones han traído en la larga historia de conflicto armado en el país. Durante el espacio, Londoño pidió perdón «A quienes nunca regresaron del secuestro, a quienes perdieron la vida en nuestras manos, a sus allegados agobiados durante años y años por su ausencia y desconcierto, les suplicamos perdonarnos por la terrible afrenta ocasionada».


Esta oportunidad, a pesar de las discusiones necesarias para la construcción de reconciliación y de procesos de reparación, se convirtió en una muestra más de las diversas voluntades que existen y se mantienen para que se cumpla con lo pactado en La Habana, pues a pesar de algunos incumplimientos, son muchos los sectores y personas que siguen insistiendo en la búsqueda de verdad, justicia y reparación.


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