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El enemigo de mi enemigo es mi amigo

Por: Daniela Gómez. Coordinadora de la Línea Democracia y Gobernabilidad, Pares.


A lo largo de la historia en la estrategia militar del Estado colombiano parece primar la concepción según la cual “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. La fuerza pública ha demostrado tener una limitada capacidad para sostener varios frentes de batalla, lo que ha acarreado no solo connivencia y alianzas entre ésta y algunos grupos ilegales, sino también la persistencia de estos grupos y su fortalecimiento. Actualmente, la historia parece repetirse con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia -AGC, con el agravante de que las revelaciones hechas en el último año por la revista Semana apuntan a que habría altos mandos del Ejército Nacional promoviendo dicha concepción entre sus tropas.


A finales de los ochenta e inicios de los noventa la fuerza pública centró su accionar en los grandes capos de la droga, específicamente contra una fracción del cartel de Medellín, comandada por Pablo Escobar, quien había declarado una guerra total contra el Estado y contra todos sus competidores en el negocio de la droga. El peligro era evidente. Se conformó entonces el grupo de los Pepes -Perseguidos por Pablo Escobar, que constituían a sus antiguos enemigos del Cartel de Cali, los hermanos Castaño, Don Berna y otro puñado de narcos del Cartel de Medellín así como miembros de la Policía, el Ejército e incluso de la DEA.


Muerto Escobar, la Policía, entre los años 94 y 97, debió adelantar una importante purga interna en la que fueron expulsados más de cinco mil miembros de la institución, muchos por sus alianzas con el Cartel de Cali, siguiente frente de batalla del Estado en la lucha contra el narcotráfico. Mientras tanto, los hermanos Castaño, con sus antiguos socios del Cartel de Medellín y bajo el manto de la lucha contrainsurgente que compartían con el Estado, crearon las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC, a la par que se fortalecían y expandían las FARC-EP y el ELN.


Una vez desmantelado el Cartel de Cali y las capacidades militares para la guerra irregular aumentaron, el objetivo fue acabar con las FARC. Nuevamente primó la estrategia de el enemigo de mi enemigo es mi amigo y hoy es de conocimiento público que buena parte de las masacres desarrolladas por las AUC , desde Putumayo hasta la Costa Caribe, se realizaron en alianza con miembros de la fuerza pública, mientras las estrategias para desmantelar a dicha organización paramilitar eran marginales o incluso inexistentes.


Ahora que las FARC se desmovilizaron y pasó el tiempo del gobierno de las negociaciones de paz, el nuevo frente en la lucha contra el terrorismo es el ELN y las disidencias. En diferentes regiones del país las comunidades han denunciado la posible connivencia de la fuerza pública y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que se disputan regiones estratégicas para el negocio de la droga con ELN, que ha optado por alianzas, limitadas, con grupos como los Caparrapos y las disidencias de FARC.


Este parece ser el panorama en el Bajo Cauca y el Sur de Córdoba, donde Pares ha podido corroborar denuncias de incursiones armadas de más de 20 hombres portando armas largas y camuflados en poblados donde hace presencia el Ejército o éste se encuentra a pocos kilómetros. En una de las veredas del municipio de Cáceres-Antioquia, durante noviembre y diciembre de 2019, se presentaron dos incursiones de este tipo, que por fortuna no dejaron civiles heridos o asesinados; el Ejército está actualmente en el albergue del poblado, pero dice la comunidad que todo sigue igual, las reglas son impuestas, el orden social es controlado por los mismos.


Un campesino de la zona aseguró que el Ejército mientras se “tapa la cabeza se destapa los pies” para referirse a que mientras hacen patrullajes en una zona, los grupos frecuentan otra. Algo similar denunciaron en días pasados comunidades del bajo Atrato, donde se presentó una incursión armada a pocos kilómetros de un batallón, cuyo comandante aseguró que al hacer presencia en el lugar de la denuncia no encontraron a nadie.


Cabe preguntarse, ¿será este el resultado de la incapacidad del Ejército, o por el contrario una estrategia militar deliberada e impartida a las tropas? En cualquier caso, algo nos debería decir la frase que, según militares que hablaron con Semana, pronunció el recién ascendido general Villegas, encargado por Duque de la “transformación” del Ejército:


“El Ejército de hablar inglés, de los protocolos, de los derechos humanos se acabó. Acá lo que toca es dar bajas. Y si nos toca aliarnos con los Pelusos, nos vamos a aliar; ya hablamos con ellos, para darle al ELN. Si toca sicariar, sicariamos; y si el problema es de plata, pues plata hay para eso”.

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