Nicolás Rodríguez Bautista es el militante más antiguo de esta organización que está próxima a cumplir 57 años. Estuvo en su mito fundacional: la marcha guerrillera que partió un 4 de julio de 1964, desde su vereda la Fortunata, en San Vicente de Chucurí, hacia la cordillera de los Cobardes, en su natal Santander. Desde ese lejano 1964, Rodríguez ha permanecido en el ELN. Ingresó a los 14 años y asumió la comandancia del movimiento insurgente en 1998, luego de la muerte de Manuel Pérez Martínez. En ese entonces tenía 48 años y, ahora, a los 71 se hace a un lado para que ‘Antonio García’ asuma ese simbólico cargo de primer comandante de una organización que —desde que decidieron dejar atrás el nefasto mando unipersonal que mantuvo Fabio Vásquez Castaño en la primera época del ELN (1964-1974)— ha construido una fuerte cultura de dirección colectiva.
Por su parte, ‘Antonio García’ ingresó al ELN a mediados de los años setenta. Para ese momento, ‘García’ era estudiante de ingeniería en la Universidad Industrial de Santander (universidad en la que tuvo raíces una guerrilla nacida en tierras comuneras). Permaneció en la guerrilla urbana hasta 1982 y, a partir de la reunión nacional “Héroes y mártires de Anorí” —desarrollada en el Bajo Cauca Antioqueño en el mes de octubre del 83—, se articuló al pequeño grupo de conducción de lo que luego sería el Comando Central integrado por Manuel Pérez, Nicolás Rodríguez Bautista y otro joven Santandereano, igualmente ingeniero de la UIS, Pablo Beltrán.
Ellos 4 serían el núcleo duro de una dirección colectiva, articulada a la dirección nacional del ELN, que superaría la crisis de los años setenta, haría crecer a esta organización en los años ochenta, le tocaría el debilitamiento de los noventa, y pasaría por la muerte de Manuel Pérez y el liderazgo de Nicolás Rodríguez para afincar, desde mediados de los años 2000, el proyecto en el cual se mantiene el ELN hasta el presente: “Resistencia Armada”. Ya dejaron de creer en la lejana e inviable toma del poder y se centraron en un proyecto realista y viable: ser Estado alterno y resistir a su enemigo en los territorios donde ha logrado mantener vigencia, lo cual tiene magnitudes nada despreciables. Al día de hoy, este movimiento insurgente tiene presencia, de manera diferenciada, en cerca de 140 municipios del territorio nacional. En esos lugares mantiene en alto su bandera de transformaciones y cambios. Esto en el contexto de una Colombia que tiene muchos conflictos por resolver (tal como lo hemos visto en una sociedad que protesta e igualmente quiere cambios), pero donde la resistencia armada del ELN es tremendamente minoritaria en términos políticos. De hecho, este grupo es el último que queda del viejo alzamiento armado que ha vivido Colombia.
El primer comandante del ELN es primero entre iguales del Comando Central. Son cinco personas las personas que conforman este comando. Entre ella permanece Pablo Beltrán, ahora designado como segundo comandante. Y para Pablo Marín, un hombre de especial importancia dentro del ELN (debido a que representa a la estructura de más poder como lo es el Frente de Guerra Oriental, con epicentro en Arauca), han instituido un cargo que hasta hoy no existía: el de tercer comandante. Esto muestra la importancia que tiene este otro joven campesino que ingresó al Frente Domingo Laín teniendo 13 años, en 1982, y que ahora, a sus 52 años, representa un poder incuestionable y de amplio alcance al interior del ELN. El Comando Central deberá ser reforzado con un quinto integrante (que muy seguramente se hará público en las próximas semanas) y ya veremos si esta persona se presentará públicamente o si se mantendrá con la discreción que ha mantenido ‘Lorenzo Alcantuz’ desde que ingresó, en 2006, a este comando en remplazo del fallecido Oscar Santos.
La salida de Nicolás Rodríguez Bautista tiene mucho de simbólico en una organización que se conduce de manera colectiva. Y la llegada de ‘Antonio García’ como primer comandante no significa ningún cambio en una organización que vive un pequeño proceso de crecimiento desde el 2016, cuando las Farc salieron del conflicto armado y el Estado colombiano no pudo aprovechar esta oportunidad para tener una presencia legítima en los viejos territorios de la geografía de una violencia por superar.
Antonio García, a los 65 años, asume como el cuarto comandante del ELN, una guerrilla con la cual tenemos, como sociedad, el reto de construir un acuerdo de paz con el liderazgo de un Gobierno que quiera resolver este viejo alzamiento armado que representa un reto para esta precaria democracia en la cual hay seguir trabajando por su ampliación. En ese escenario, es perfectamente viable y posible construir un acuerdo con el ELN.
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