Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia

Una semana antes de que las delegaciones del Gobierno Nacional y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se sentaran en Venezuela a pensar en estrategias para una salida definitiva a la crisis, que desde hace casi un año está inmerso el proceso de paz, el presidente Gustavo Petro decidió parar los diálogos de esta Mesa de Negociación. La principal razón fue los crímenes de guerra que esta agrupación guerrillera había cometido en la región del Catatumbo.
Según el Gobierno, desde comienzos de enero de 2025 el ELN tomó la decisión de realizar una campaña de guerra contra las Disidencias de las Farc de Iván Mordisco. Para ello trasladó tropas del departamento de Arauca hacia el Catatumbo e inició una ofensiva militar, que ha afectado a la población civil, líderes sociales y población en proceso de reincorporación, con secuestros, masacres y desplazamiento forzado.
Inicialmente, con la suspensión de los diálogos de paz, el Gobierno pensaba que lograría parar las acciones violentas el ELN contra la población; sin embargo, con el pasar de los días, los enfrentamientos entre los dos grupos armados ilegales se han intensificado, aumentando las víctimas mortales y desplazando a una población civil a un mayor. Lo que ha generado que, además de la parálisis en el proceso, el Estado le declare una guerra frontal al ELN y decrete un estado de conmoción interna para atender la difícil situación.
De esta manera se está creando un ambiente que, con seguridad, alejará por meses o tal vez por años la posibilidad de continuar con el proceso de paz con ELN. Pero tal vez lo más dañino es que se piense en poner en estado de abandono a los otros procesos de paz y diálogos socio-jurídicos. El recrudecimiento de la guerra, que debería ser razón suficiente para insistir en la salida negociada y la necesidad de acordar ceses al fuego, lo que puede generar es una presión de la ciudadanía y los grupos de oposición al Gobierno para que se abandone la idea de buscar la paz por la vía negociada.
En este sentido, lo más probable es que los diálogos de paz tanto con la guerrilla del ELN como con las Disidencias de las Farc y la Segunda Marquetalia se suspendan en 2025, perdiéndose la valiosa oportunidad que este Gobierno haya colocado con la política pública de Paz Total de buscar con los diversos grupos armados salidas negociadas a la guerra. De esta forma el ELN, sin planearlo, se ha convertido en el victimario de la paz negociada en Colombia. Su campaña de guerra en el Catatumbo ha provocado que cierre o ponga en un segundo o tercer plano las negociaciones y diálogos de paz.
Una situación muy desafortunada, pues se está desaprovechando la propuesta de un gobierno que se la jugó por las negociaciones de paz y que considera que mediante acuerdos parciales con grupos armados podría transformar los territorios y hacer reformas necesarias y urgentes para sacarlos de la guerra. Un gobierno que quería imprimirle a la historia del país el sello de la paz negociada para reducir la violencia y que puso en el primer lugar, desde el inicio de su mandato, el diálogo político y las acciones concertadas.
De esta forma, la campaña de guerra del ELN en la región fronteriza del Catatumbo, que ha dejado un saldo, al iniciar la cuarta semana de enero, de 80 muertos y más de 11 mil desplazados, se está convirtiendo en la causante de un giro en la política de paz del Gobierno nacional. Está alejando la opción de negociar la paz como estrategia dominante en la política de paz, ahora el camino del Gobierno, para no echar al olvido la política pública de Paz Total, será apuntarle a los pilares de hacer transformaciones económicas y sociales en los territorios.
Así, estamos asistiendo a un momento de inflexión de la política de Paz Total. Las acciones de guerra del ELN están provocando que la opción de buscar una salida a la guerra por la vía negociada se desvalorice, a pesar de lo urgente y efectiva que ha sido. Ahora este gobierno, al igual que los que vendrán, podrían estar pensando en que el camino sea el de volver a los territorios y tomarlos por la vía institucional: ya sea por la fuerza pública o mediante políticas públicas.
En este sentido, es bastante desafortunado que el mismo ELN, con sus acciones, está llevando al país y al Estado a una situación de explorar nuevamente la guerra como forma de alcanzar la paz. Que esté desaprovechando el impulso que llevaba durante el primer año y medio del gobierno Petro. Que esté convirtiéndose en victimario de la paz negociada, al acabar con su mismo proceso de paz y debilitar las 10 mesas más que existen. Incluso se está convirtiendo en uno de los responsables de que el 2025 sea el año más violento en los últimos tres lustros del país.
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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