Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
El proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional es el más consentido y, a la vez, el más caprichoso de los nueve de la Paz Total. A pesar de que el Gobierno tiene involucrado en esta política a 27 actores —cuatro en mesas separadas y 23 en mesas conjuntas—, algunos de ellos, mucho más numerosos —como el Ejército Gaitanista de Colombia o Clan del Golfo, con cerca de 14 mil integrantes— o más dispuestos a dejar las armas y reintegrarse a la vida civil —como el Frente Comuneros del Sur—, el Gobierno insiste en negociar con está guerrilla y no cerrarle las puertas de la Paz Total.
Las muestras de afecto que el gobierno Petro le ha realizado al ELN son numerosas. Estas comenzaron desde el primer minuto en que inició su mandato. En el discurso de posesión, el 7 de agosto de 2022, le dijo a la ciudadanía que quería invitar a todos los grupos armados a negociar la paz. Pero de manera muy especial, al ELN, para que terminaran “de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado”.
De allí que, un par de días después de posicionarse, el mandatario de los colombianos creó una comisión de acercamiento, liderada por el ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, para que hiciera los buenos oficios de ir a La Habana, Cuba, e invitar de manera directa y presencial a la delegación de paz del ELN, que se encontraba anclada en la isla caribeña desde hacía cuatro años.
Para darle la importancia que se merece a este invitado, el presidente colocó al frente de este proceso, por un lado, a dos de sus más entrañables amigos y gente de mayor confianza y admiración, perteneciente como él al desmovilizado Movimiento 19 de Abril (M-19). Primero fue Otty Patiño, quien lideró la negociación, hasta que pasó en noviembre de 2023 a ocupar el cargo de alto comisionado para la paz. Y luego le siguió Vera Grave, quien se ha encargado del proceso desde la salida de Patiño hasta la actualidad.
Por el otro, ha permitido que se involucre directamente en las negociaciones de paz al artífice de la política pública de Paz Total. El alfil más importante del Pacto Histórico, el senador Iván Cepeda —comparado recientemente con el Sísifo, que impulsa una piedra con sus manos montaña arriba, una y otra vez— ha estado siempre presente en cada uno de los ciclos de negociación. Aportando con su gran conocimiento y paciencia.
Además, el Gobierno le ha cumplido con una serie de caprichos y exigencias al ELN, algunas necesarias, cómo la suspensión inmediata de las órdenes de captura contra los delegados de la organización, el 20 de agosto de 2023; la participación de Venezuela como país garante, el 13 de septiembre; y el acompañamiento del proceso de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del reino de Noruega y de la Iglesia Católica, el 2 de octubre de ese año.
Pero también le ha aceptado otras peticiones no tan necesarias y muy convenientes para el ELN, como tener una mesa de negociaciones itinerante. El Gobierno le aceptó al ELN cambiar la costumbre de negociar en un solo sitio —como pasó con las Farc-ep, donde durante los cuatro años que duró el proceso se negoció en La Habana, Cuba— a un proceso que se vive en varios Estados amigos: comenzó en Venezuela, continuó en México, se fue para Cuba, vino a Colombia y luego, lo más probable, continuará en otros lugares, incluido Europa.
Incluso, el Gobierno le ha perdonado en varias ocasiones las patanerías al ELN. Algunas de las más recordadas son: el desmentir en enero de 2023 al Gobierno sobre el acuerdo multilateral del cese al fuego, al cual se opuso y se negó a cumplirlo. El ataque, el 29 de marzo de 2023, a la base militar en El Carmen, Norte de Santander, donde está guerrilla asesinó a 10 soldados y dejó nueve heridos.
El secuestro de Luis Manuel Díaz, el padre del futbolista colombiano Luis Díaz, el 28 de octubre de 2023, que puso a tambalear la continuidad del proceso. Y el anuncio, el 6 de mayo de 2024, de que como organización volvería a las prácticas del secuestro. Que, de nuevo, representa una patada al proceso de paz.
Pero tal vez el mayor acto egoísta y de muestra de poder lo dio este 17 de septiembre de 2024. El Frente de Guerra Oriental del ELN atacó con una volqueta llena de explosivos una base militar en Puerto Jordán, Arauca, el cual dejó dos jóvenes muertos y 25 heridos, convirtiéndose en un grito estentóreo al Gobierno nacional.
Lo que hizo recordar a la ciudadanía la manera violenta como el ELN actúa contra la Fuerza Pública. Como lo hizo en enero de 2019 cuando hizo un atentado, con un carro bomba en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander, que dejó 23 personas muertas y 83 heridos, y que llevó al cierre del proceso durante tres años y medio, en el gobierno de Iván Duque.
Pero es tanto el afecto que la Paz Total le tiene al ELN que en lugar de cerrar el proceso lo paralizó, esperando que su invitado caprichoso vuelva a la Mesa. Con el dolor en el alma el presidente Petro suspendió la Mesa. Sacó fuerzas para dirigirse al país y decirle que con el estallido de la “volqueta cargada con explosivos”, se cierra con sangre “prácticamente” el proceso de paz con esta guerrilla. Esperando que el ELN se espabile y cambie de actitud.
Pero todo anfitrión tiene sus límites, aunque el Gobierno no le ha cerrado la puerta al ELN, si está esperando que toque, y proponga el reinicio del proceso, pero esta vez hable con claridad y proponga actos que muestren su genuina voluntad de paz. Una decisión que permitiría que la sociedad civil —el invitado central a la fiesta de la paz— pueda continuar con su trabajo, al que fue invitado desde el inicio del proceso, a diagnosticar los problemas del país y proponer acciones concretas para su transformación.
Esperemos que el consentido y caprichoso invitado de la Paz Total, muy pronto, toque la puerta y reinicie el proceso para que el deseado séptimo ciclo de negociaciones por fin se dé. Que deje de abusar de un Gobierno que quiere la paz y un país que clama a gritos por un cese de la violencia. Que tome conciencia de su papel en este histórico momento de la construcción de paz en el país.
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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