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El desafío de los creadores, frente a la burocracia en los estímulos nacionales. ¡Una historia de larga data!

Por: Catalina Valencia y Camilo Tiria

Observatorio Cultura



Foto tomada de: Proimagenes Colombia


En un país como Colombia, donde la riqueza cultural se manifiesta en la diversidad de sus expresiones artísticas, el Programa Nacional de Estímulos (PNE) del Ministerio de las Culturas se ha consolidado como una herramienta clave para el fomento de la creación independiente. A través de becas, premios y reconocimientos, el programa busca democratizar el acceso a los recursos públicos, permitiendo que artistas, creadores y gestores culturales materialicen sus proyectos sin depender de las exigencias del mercado. Así, los ciudadanos de a pie, podemos acceder a experiencias que no obedecen a las exigencias de la venta, este modelo ofrece la oportunidad de apreciar obras y expresiones diversas que reflejan realidades, identidades y problemáticas que suelen quedar al margen de la producción artística comercial. 

 

Desde su creación en 1997, el PNE ha tenido como objetivo central promover la creación artística en Colombia mediante el financiamiento de proyectos que, por su naturaleza, no encuentran apoyo en el sector privado o comercial. A diferencia de las obras concebidas para vender boletas, objetos, artefactos, experiencias o generar ganancias inmediatas, muchas de las creaciones apoyadas por el PNE tienen un valor cultural maravilloso, que reside en su capacidad para explorar, cuestionar y reflejar la sociedad, sin la urgencia de satisfacer demandas comerciales.

 

Sin embargo, la rigidez administrativa y los plazos limitados para la ejecución de los proyectos han evidenciado la necesidad de reformar el PNE para que responda consecuentemente a las particularidades del proceso creativo y libere a los artistas de la presión de ajustarse a un calendario que no siempre responde a sus necesidades.

 

El proceso creativo en las artes es impredecible y muchas veces no se ajusta a los plazos rígidos impuestos por el PNE. Las demoras en la evaluación y adjudicación de los estímulos, como se detalla en la reciente publicación de las actas por el Ministerio de las Culturas, donde los artistas tendrán menos de tres meses para ejecutar sus proyectos, evidencia un choque entre la lógica administrativa y las realidades del arte. Esta discordancia no solo afecta la calidad de la producción artística, sino que también genera una presión indebida sobre los creadores, obligándolos a modificar sus propuestas para cumplir con un cronograma que no siempre respeta el tiempo necesario para la experimentación y maduración de ideas.

 

Un proceso creativo no puede apresurarse sin sacrificar su profundidad y calidad. En muchos casos, los estímulos terminan convirtiéndose en una carga burocrática, donde los artistas dedican más tiempo a cumplir con los requisitos administrativos que a su verdadera labor: Crear. Esta situación se agrava cuando los estímulos se ven limitados por la ejecución presupuestal anual, que impone fechas límite estrictas para la entrega de los productos y la certificación final de cumplimiento, dejando poco margen para adaptarse a imprevistos o explorar nuevas direcciones artísticas.

 

Comparar modelos internacionales de fomento cultural, no siempre es la mejor metodología, ya que tenemos una legislación y políticas culturales propias, la situación actual del PNE puede tomar como referente  la Ley de Cine en Colombia, que establece un modelo de financiamiento “flexible” para el sector cinematográfico. Bajo esta ley, los fondos se distribuyen de manera continua y no están sujetos a un calendario atados al año fiscal, permitiendo a los cineastas trabajar con el ritmo adecuado y adaptarse a las necesidades de cada proyecto. Este enfoque reconoce la naturaleza impredecible y multifacética de la creación artística, ofreciendo un marco más adecuado para fomentar la calidad y originalidad de las obras. Dos aspectos a resaltar de este modelo son: 

 

Bolsa de la ley (Fondo para el Desarrollo Cinematográfico): La ley establece la creación de un Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, financiado principalmente por la "Cuota para el Desarrollo Cinematográfico", que es una contribución parafiscal aplicada a exhibidores, distribuidores y productores de cine. Los recursos de esta cuota se administran a través de un contrato con el Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica o una entidad similar​ (Ley_814_de_2003).

 

Modelo de entrega de recursos: Los recursos del fondo se destinan a estímulos para la producción, exhibición y distribución de obras cinematográficas colombianas, créditos preferenciales para infraestructura de exhibición y producción, y acciones de protección de derechos de autor. El Consejo Nacional de las Artes y de la Cultura en Cinematografía define anualmente los porcentajes, montos y condiciones para acceder a estos beneficios, que se asignan en proporción a la participación nacional en los proyectos cinematográficos​ (Ley_814_de_2003).

 

Inspirados en la Ley de Cine, resulta urgente proponer una reestructuración del Programa Nacional de Estímulos, donde los artistas no estén atados a plazos estrictos ni a la burocracia que frecuentemente acompaña la entrega de los recursos. Algunas recomendaciones incluyen la creación de un fondo permanente de apoyo, similar al fondo de la Ley de Cine, permitiría a los artistas acceder a recursos sin la presión de las convocatorias anuales. Este modelo permitiría una mayor planificación y sostenibilidad en la creación artística, dando prioridad a la calidad sobre la cantidad y a los procesos creativos sobre la entrega de productos finales en fechas atadas a años fiscales. Por otro lado, la flexibilidad en tiempos y centrar el acompañamiento a la creación, los estímulos deberían contemplar la posibilidad de ajustar los cronogramas de acuerdo con las necesidades específicas de cada proyecto. Esto podría implicar la eliminación de fechas límite rígidas y la introducción de un sistema de evaluación continuo que se centre en el progreso y la calidad del trabajo más que en el cumplimiento de plazos.

 

El proceso de creación artística no debe estar encadenado a plazos ni a la burocracia; su valor reside precisamente en su capacidad de escapar de la lógica temporal y de ofrecer nuevas perspectivas sobre el mundo que nos rodea. Para que el PNE siga siendo relevante y eficaz, debe adaptarse a las realidades del proceso creativo y ofrecer a los artistas el tiempo, los recursos y la libertad que necesitan para explorar, innovar y expresar su visión.

 

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