Por: Ariel Ávila, Subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación-Pares
El debate sobre el narcotráfico y el aumento de los cultivos de uso ilícito ha caído en una simplicidad y tergiversación pocas veces vista, incluso analistas serios caen en lugares comunes. Para sectores detractores del gobierno el aumento de los cultivos fue producto del proceso de paz y de lo que ellos llaman la mano blanda del gobierno Santos, sin embargo, al profundizar en el análisis y estudio de los datos, la realidad es muchos más compleja y lo cierto es que el mercado del narcotráfico se rige bajo las reglas de cualquier otro mercado y los factores que potencian su crecimiento no los controla Colombia.
Hay tres grandes explicaciones. Por un lado, las dinámicas de la minería criminal están asociadas al mercado del narcotráfico. En varias zonas del país, como en el corredor pacífico, una gran cantidad de población fluctúa entre ambas economías, de tal forma que cuando el precio del oro cae se van a sembrar coca o a la inversa. Así por ejemplo, la onza de oro para 2007 estaba en 845,46 dólares, se incrementó progresivamente hasta llegar en 2012 a 1796,1 dólares la onza, y cayó desde 2013, hasta que en 2018 llegó a 1365,1 dólares la onza. Si se compara con la dinámica de los cultivos de coca es impresionante la coincidencia. El punto más bajo de los cultivos de coca llegó en 2012 cuando se estuvo en poco más de 40.000 hectáreas de coca y desde ahí comenzó a incrementarse lo cual coincide con la caída de los precios del oro.
La otra explicación es la demanda, la cual ha aumentado desde 2014, nuevamente Estados Unidos aumentó su consumo, aunque no tan pronunciadamente, pero el gran tema se refiere a que Brasil es prácticamente el segundo consumidor de cocaína en el mundo, Argentina también ha aumentado, al igual que varios países europeos. Obviamente al aumentar la demanda aumenta la oferta. Pero el tercer factor que ha tenido un impacto fuerte en esta economía se refiere a la revaluación de dólar. Hace seis años un dólar costaba 1800 pesos y actualmente está en 2800, como era de esperarse esto impactó fuertemente el crecimiento de los cultivos de coca. Putumayo, tal vez sea el mejor ejemplo, ya que en 2013 el precio del gramo de pasta base de coca se pagó a 1.300 pesos y actualmente se paga a 1.900 pesos.
Luego de estos tres factores, hay otros dinamizadores del mercado pero con menor impacto, como por ejemplo el aumento del consumo interno, el cual ha sido alto, pero aún es muy bajo al compararlo internacionalmente. Igualmente la ausencia de controles a los insumos ha hecho que el precio de estos no se incremente sustancialmente y claro, tal vez el proceso de paz tuvo un impacto negativo en algunas zonas.
Adicionalmente es importante destacar que la política represiva del gobierno Santos ha sido exactamente la misma a la de Uribe, que es la criminalización del pequeño cultivador, la erradicación forzosa y llenar las cárceles de personas vinculada a este mercado. Por ello la teoría de que durante la era Santos hubo una mano blanda es, por lo menos, ridícula. Las fumigaciones no van a solucionar nada, tal vez la única esperanza en el corto plazo, es que las calles de las ciudades norteamericanas están inundadas de cocaína, y el gramo perdió, entre finales 2016 y principios de 2018, casi un 20% de valor, ello podría contraer la producción de pasta base de coca en Colombia.
El tema del narcotráfico es lo suficientemente complejo como para volverlo una discusión política simple que solo provocan agitación en las barras extremistas e ignorantes, pero que en nada ayudan a solucionar el problema. La discusión debe ser un poco más seria.
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