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El Clan del Golfo está amenazando a excomandantes paras a regresar a la guerra

  • Foto del escritor: Redacción Pares
    Redacción Pares
  • hace 7 días
  • 3 Min. de lectura

Por: Redacción Pares




El 15 de julio del 2003 el entonces comisionado de paz de Álvaro Uribe Vélez, Luis Carlos Restrepo, logró firmar con las Autodefensas Unidas de Colombia una primera etapa de negociación para llegar a una paz nacional. El acuerdo fue firmado en el corregimiento de Santa Fe de Ralito, municipio de Tierralta, Córdoba. Entre 1995 y 2004 los comandantes paramilitares arrasaron con poblaciones enteras en departamentos como Bolívar, Norte de Santander, Antioquia o Córdoba. En las elecciones del 2002 lograron elegir al 30% del Congreso. Incluso los comandantes Báez, Isaza y Mancuso fueron aplaudidos en ese recinto por los mal llamados padres de la Patria. El proyecto paramilitar en esos años se perfilaba para ser legítimo, sus comandantes incluso pensaron en que podrían legalizar sus fortunas. Se desmovilizaron más de 10 mil hombres pero, pronto, regresaron a las armas. Ese problema que hubo en las condiciones para la dejación de armas hizo que se volviera a remontar el paramilitarismo en lo que hoy conocemos como el Clan del Golfo.


Los comandantes paramilitares querían contar su verdad en Colombia pero fueron sorprendidos -incluso algunos se sintieron traicionados- por la decisión de Uribe de sacarlos del país y extraditarlos a los Estados Unidos. Desde las cárceles gringas Mancuso y los otros comandantes empezaron a contar sus verdades. Desde hace unos años han venido quedando libres y algunos han regresado al país, asumiendo el papel de gestores de paz.


Una de las banderas de este gobierno es la Paz Total. Esto incluye terminar el acuerdo de Ralito. El 3 de octubre del 2024 en un evento de entrega de tierras en Montería Petro, junto a Mancuso, afirmó que uno de sus objetivos en lo que le quedaba de presidencia era terminar con la desmovilización de paramilitares que había empezado 21 años atrás. Ese día Petro explicó que la mesa no se había terminado porque las víctimas no se habían reparado. Por eso propuso instalar una mesa para cerrar el proceso que inició Uribe.


En los últimos meses esta decisión estuvo detenida. Se realizaron algunos actos como el pedido de perdón por parte de Mancuso y Macaco a la población en Córdoba e incluso llegaron a firmar acuerdos para ayudar a encontrar desaparecidos. Una de las dificultades que ha tenido la mesa es la oposición que se ha encontrado desde el comisionado de paz, Otty Patiño, para cerrar estos procesos. Algunos comandantes que habían abrazado la posibilidad de ser gestores de paz desistieron de ella como fue el caso de Evert Veloza, alias “H.H”.


Así que estas mesas podrán servir para buscar una manera de reparación a las víctimas pero no para el cierre de una negociación. En este momento lo que se está viendo es la posibilidad de renovarle a 16 personas las gestorías de paz. Uno de los intereses del gobierno es que estos comandantes no resulten engrosando las filas de las del clan del golfo. Así lo mostró en un artículo en El Espectador el periodista Julián Ríos Monroy quien contó lo siguiente: “Una fuente enterada de las movidas internas del proceso advierte que “hay una presión muy dura de parte del Clan sobre los antiguos mandos de las AUC para incorporarlos, no como jefes, sino como empleados”. Ni siquiera les están haciendo una oferta real de plata, sólo los amenazan y les dicen que si no aceptan les darán plomo.


El gobierno ha ideado estrategias con el Centro Nacional de Memoria Histórica para acordar actividades para mantener motivados y protegidos a los comandantes paras. Regresar a la guerra amedrentados por amenazas del Clan del Golfo tendría consecuencias nefastas para el país.

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