Por: Daniela Quintero. Redacción Pares
El presidente Duque no sale de un problema cuando ya tiene otro en espera. Desde que posesionó al actual director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Darío Acevedo Carmona, recibió el rechazo de las organizaciones de víctimas, de varios sectores políticos y de la sociedad civil que hoy claman su salida del cargo al negar la existencia del conflicto armado colombiano.
Este martes, Acevedo fue citado en el Congreso de la República de Colombia para un debate de control político llamado “Protejamos la memoria” sobre la nueva línea narrativa que ha impreso en la institución, que durante siete (7) años (2011-2018) estuvo en cabeza del sociólogo Gonzalo Sánchez con una mirada central en las víctimas.
Por consiguiente, el nuevo director del CNMH ha sido criticado por sus constantes arremetidas a la que él supone la “verdad oficial” -que se construyó durante el periodo de Sánchez-, la cual habría justificado el accionar de los grupos subversivos. Y en últimas, y lo más preocupante es que desconoce la existencia del cruento conflicto de más de 50 años en Colombia.
Ante la serie de pronunciamientos, el senador Iván Cepeda, quien convocó el debate, también pidió la renuncia del director y señaló que “tras un seguimiento riguroso a declaraciones y denuncias que han llegado desde la posesión de Acevedo, se logró identificar cinco líneas negacionistas en la política institucional del funcionario que cuestionan fuertemente su idoneidad para seguir al frente de la institución”.
De acuerdo con el congresista, las líneas institucionales que pretenden evocar al negacionismo son las siguientes:
1) Negar la existencia del conflicto armado.
2) Volver a la época en que se desconocía las víctimas del Estado, las víctimas de la desaparición forzada, del desplazamiento e impedir que se reconozcan las víctimas del genocidio y de los ‘falsos positivos”.
3) Minimizar la responsabilidad del Estado, los terceros y los paramilitares.
4) Poner en duda la usurpación masiva de la tierra como causa del conflicto armado.
5) Negar la legitimidad del proceso de paz.
Tras el debate, varios sectores de izquierda se sumaron a la petición de Cepeda; quien anunció que presentará una queja disciplinaria contra Acevedo para que la Procuraduría investigue su conflicto de intereses; censura y desconocimiento de las iniciativas de las víctimas; desconocimiento a los requerimientos del Congreso; y declaraciones en contra del proceso de paz.
Por su parte, Acevedo se ha defendido con el argumento de que su posición es otra parte de la historia, y la “verdad oficial” no es necesariamente la que se ha tratado de reconstruir a lo largo de estos años desde que se creó el CNMH a través de la ley de víctimas.
El peligro del negacionismo
El negacionismo está atado al ocultamiento de una parte de la historia, la memoria, o la verdad de un acontecimiento, y en ese sentido, se legitima un discurso oficial sobre un episodio que afecta a un grupo social.
La Fundación Paz & Reconciliación-Pares conversó con Johanna Moyano, administradora pública de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) e investigadora en el tema del negacionismo, sobre el uso de esta conducta que usualmente es utilizada discursivamente por los gobiernos.
“En los primeros estudios de la negación se puede citar a la filósofa alemana Hannah Arendt. Ese el antecedente más lejano que he podido encontrar, y en esa literatura no se hizo referencia directa al término, sino a la mentira. Una clase de mentira organizada”, expresó Moyano.
En el caso de Colombia, el fenómeno del negacionismo no se ha estudiado lo suficiente. Pero, por ejemplo, en el caso de las violaciones a los Derechos Humanos, sobre todo ha sido la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la que ha señalado o acusado al Estado colombiano de negar lo sucedido.
Sin embargo, “no hay estudios en el discurso oficial para saber cómo se utiliza la negación para favorecer su propia legitimidad. Yo creo que definitivamente a la negación acuden los servidores públicos”, expresó.
Así como Acevedo, está el ministro de Defensa quien también se encuentra en el ojo del huracán, debido a que de manera recurrente niega hechos que son evidentes. Según la investigadora, en cualquier caso, ambos acuden a la negación.
“Los ciudadanos tienen un papel clave porque son los veedores de que ese discurso de la negación no sea absorbido en su totalidad, sino que sea impugnado, y se cuestione”, apuntó.
Por eso el rol de los ciudadanos siempre es clave en la construcción de la “verdad oficial”, pues es justamente lo que ha ocurrido ahora con el rechazo a Acevedo. De otra manera no habría forma de hacerle contrapeso al discurso oficial de la negación. “El peligro es que no sepamos qué está pasando, es un peligro para la misma democracia”, concluyó.
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